¿cómo Arruinar Una Boda?

30. Viaje


 


 

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Claire

Nunca he sido cobarde, pero admito que un poco de temor asciende por mi columna cuando veo los cuatro pares de ojos de mis amigos observarme con un sentimiento entre la traición, la confusión y un poco de desilusión una vez que les explico la verdad.

—¿No estás encerrada aquí? —pregunta Wyatt rascando su cabello rubio con duda. Lleva pantalones de lino y una camisa de superhéroe con una mancha de helado de fresa que aún a día de hoy no ha podido quitar.

—No —Niego con la cabeza—. Demian no me ha encarcelado, no me ha drogado y por mucho que imagino le gustaría —contesto en voz alta por si el pelinegro me escucha—. No estoy en cautiverio.

Mis amigos me observan cada uno, inquisitivos.

—Claire, parpadea tres veces si él no te deja hablar —sugiere Sean, y parpadeo cinco para que se tranquilice.

—¿No te ha amenazado con que te electrocuten sus medusas? —pregunta Angus y su barbilla se sostiene de sus manos mientras sus codos están en sus rodillas para verme desde el sillón.

—No, no me ha amenazado con ello —admito. La confusión se adueña del rostro de los cuatro.

—Entonces ¿Por qué no has contestado nuestras llamadas? —cuestiona Tracy.

—¿Por qué te ves más delgada? —pregunta Wyatt.

—¿Por qué pareciera que estás a punto de... —inicia Sean con algo de duda.

—Marchitarte —termina Angus.

Y no sé cómo hacer que salga de mi boca que ya no quiero sentir, que no quiero llorar, que todo se está acumulando y que no encuentro forma de sacarlo de mi interior.

Mi garganta se cierra y aprieto mis manos en contra del cojín que tapa mi vestido sucio, lleno de comida y café, además de jugo de naranja.

—Yo... —inicio y no sé cómo explicarlo sin acabar llorando en el suelo, sin terminar perdiendo los pedazos que me niego a soltar—. Lo siento, chicos.

Ellos no se merecen que los traté de esa forma. Que me alejé. Que me cierre, dejándolos afuera de mi burbuja.

—No puedo explicarles ahora —No sin terminar llorando por una semana—. Pero conformense con saber que estaré bien, que los quiero un montón y que esto pasará.

No sé ni que pasará mañana pero puedo prometer algunas cosas si el resultado es tranquilizarlos.

—¿Pasó algo? —pregunta Angus, y quiero gritar todo lo que arde pero lo guardo y lo único que provoca es que mis ojos se cristalicen.

Tracy se acerca con duda en mi dirección y afianza sus brazos a mi alrededor, al ver que no la rechazó también lo hace Angus, Wyatt y Sean, recostando su cabeza de mi coronilla.

Entonces, una lágrima corre por mi mejilla.

—Ay, mi diosa de piernas torneadas.

Se queja Tracy, pero es un abrazo agradable, un abrazo que se siente como paz en cada célula de mi cuerpo, caluroso pero como una parte de mí. Ellos son una parte de mí y esa parte aún no se ha destruido, es un pedazo completo que no se cae a pedazos.

Y aunque se alejan de mí, lo reconfortante se queda conmigo.

—Estamos para lo que necesites —declara Angus.

—Así se trate de enterrar a tu esposo —sigue Sean y me toma unos segundos darme cuenta que se refiere a Demian.

Mi esposo.

—O matarlo —prosigue Wyatt.

Los observo y una fugaz sonrisa atraviesa mi rostro.

—Qué lindo —La voz de Demian hace que alcé mi cabeza en reconocimiento, es un movimiento involuntario y me encuentro con él, en un impecable traje de color negro. Sus ojos verdes atraen los míos y enarca un ceja en pregunta —, planeando mi muerte en mi sala.

Alzo mis hombros sin saber que responder.

—¿Prefieres ser enterrado o cremado? —le pregunta Tracy repiqueteando con sus uñas el sofá.

—Ninguna de las dos —Les da una mirada fría a todos pero no hay diversión—, porque no voy a morir —Me lo imagino pagándole a personas para encontrar la receta de la inmortalidad.

—Te oigo muy confiado, Evans—suelto con voz altanera y lo veo devolverse para mirarme.

—Te oigo diciendo más de dos palabras —Se hace el sorprendido de manera falsa—. Toda una caja de sorpresas, Blunt.

Le saco el dedo medio y me regala una sonrisa oscura antes de desaparecer en la cocina. Me volteo a mirar de nuevo a los chicos.

—Voy a viajar —Les informo atrapando de nuevo su atención. Jugueteo con mis manos y enfoco mi mirada en el desastre que es mi vestido lleno de comida—. Me voy por algunos días y cuando regrese, intentaré contarles.

Ellos asienten, menos Sean.

—¡Ay, no te quiero dejar ir! —El moreno me abraza de lado y se cuelga de mi cuello haciendo que ría.

—No me ves desde hace semanas, tumor —Le recuerdo y él afianza el agarre.

—Con más razón —reforza Sean su argumento—, aunque apestas, Claire, porque lo haces. No quiero soltarte.

—Deberías soltar a mi esposa —aconseja Demian, y me volteo para descubrir qué ha vuelto y que está recostado del marco de la puerta que da al comedor.

Sean hace un puchero con sus labios, ignorando al pelinegro.

—Debes soltarme —Acaricio sus cabellos y él esconde su cabeza en mi cuello. Suelto una risa porque me hace cosquillas.

—Deja de acapararla, imbécil domado —regaña Wyatt.

—¡Eh, quédate un momento ahí! Wyatt Reynaldl —El segundo nombre de mi amigo le desagrada—. Soy un hombre soltero.

—¿Terminaste con Kristal? —cuestiono sorprendida.

¿De cuánto me he perdido?

—Afortunadamente para la comunidad femenina, Sean vuelve a estar al acecho —afirma él con seguridad.

—O desafortunadamente —murmura Tracy, y una curvatura se forma en mis labios.

—Deberías soltar a mi esposa —repite Demian pero todos lo ignoramos.

—¿Hay algo nuevo? —pregunto con curiosidad mientras Sean comienza a dejar besos en mi cabello.

Todos se miran los unos a los otros. La tensión incrementa y las miradas siguen fluyendo y no lo entiendo hasta que.

—¡Tracy se está acostando con un hombre casado! —chilla Wyatt y Tracy ahoga un gruñido.



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En el texto hay: risas, bodas, desastre

Editado: 28.12.2023

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