¿cómo Arruinar Una Boda?

40. Vida matrimonial

 

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Claire

No me importa.

No me importa ni un poco que mi mejor amigo esté a punto de casarse con su novia.

Mi mejor amigo que dejó de serlo, el mismo amigo que me gustaba, y el mismo que me abandonó cuando lo necesite.

No hay sentimientos de rencor o resentimiento dentro de mí.

Soy una persona madura y...

—Suelta ese cuchillo, Claire —La voz de Demian me saca de mis pensamientos y vuelvo a la realidad.

En la mesa de cocina de la Mansión Evans, estoy teniendo un maduro desayuno como la persona desarrollada y saludable mentalmente que soy. Ayer, el aire se enfrió cuando leí la carta, Demian dejó un beso en mi hombro justo antes de irse a dormir y yo investigué en internet las formas de enfrentar una situación difícil, los resultados no fueron alentadores. Un playlist de Taylor Swift suena por los parlantes como cada vez que estoy estresada, Getaway Car resuena por la estancia.

Demian se encuentra sentado en la mesa de la cocina, fresco como una lechuga y deslumbrantemente atractivo me observa desde el otro lado del mesón. Lleva unos jeans que no concuerdan exactamente con lo que él suele aparentar, la imagen de millonario oscuro y controlador decae un poco con esos pantalones, sin embargo, sólo hace falta ver su rostro para saber que lo es. Oscuro. Arrogante. Atractivo.

—Estás decapitando al pastel —alega mientras bebe jugo de naranja haciendo que su garganta se mueva.

Miro al pastel de limón que tenía en mis manos.

—No me gusta —respondo viendo los trozos de pastel horneado que fueron acuchillados por mí.

—Entonces, destruyelo.

Demian simplifica la situación y no puedo evitar elaborar una sonrisa burlona en su dirección.

No es tan sencillo. Realmente creo que lo que más me agota del asunto es el peso sobre mis hombros de tener que asistir a una celebración con la cual podría sentirme incómoda, no he perdonado a Adler, no le guardo un odio arrasador  pero simplemente me desagrada su presencia, me hace daño pensar en que me falló, se que debería seguir adelante pero no puedo darle vueltas al asunto, pensando en que yo no lo abandonaría.

Yo no lo dejaría tirado en medio de una jauría de lobos.

No me gusta Adler, pero fue mi amigo durante un tiempo y la traición aún escuece un poco, no le he preguntado por qué y necesito una respuesta.

¿Por qué se fue? Tal vez debería saberlo, para poder dejarlo atrás.

Sin embargo, mientras no sucede es muy terapéutico apuñalar al pastel.

El pelinegro sigue allí y descubro otro asunto que me pone los pelos de punta, el efecto de Demian sobre mí, el cosquilleo en mis manos cada vez que lo veo como si estuviese a punto de hacer un pastel.

La sensación de estar cayendo profundamente me aterra.

—¿Te molestaría ir conmigo a una boda? —cuestiono con normalidad en dirección al pelinegro. Demian alza la mirada del desayuno que devora para observarme, sus ojos verdes tienen una pizca de diversión.

—¿Aguantarías tanto? Tiempo sin matarme, escuché que es en dos semanas —presiona y aprieto mis labios—. No tengo ningún problema con acompañarte a la boda —Un suspiro de alivio sale de mi boca. Es extraña la forma en que me siento segura y al mismo tiempo al borde de un precipicio con Demian—. Pero quiero algo a cambio.

Una sonrisa maliciosa se forma en sus labios y yo me preparo mentalmente a la locura que me pedirá.

—No voy a matar a ningún presidente —inicio, serena.

Demian menea su cabeza y apoya sus brazos de la mesa, eliminando la distancia entre ambos provocada por la mesa de granito.

—No te pediré que mates a ningún político —resta importancia—. Ya tengo a alguien a cargo de eso —afirma con normalidad.

Bufo cruzandome de brazos. Ya sé de qué se trata.

—No voy a enterrar el cuerpo de nadie —contesto, muy segura.

Demian enarca una ceja.

—Sería algo divertido de ver —afirma pero vuelve a negar—. Tampoco tiene que ver con enterrar cuerpos.

Lamo mis labios mientras la confusión se apodera de mí, y mis pensamientos se dispersan.

Podría tratarse de un...¿Secuestro? ¿Atentado?

—No distribuyo drogas —le digo, sólo por si acaso.

Y entonces, una carcajada sale de su boca y mi corazón se acelera ante el sonido poco común y lo detallo un poco confundida.

—Se trata de algo más peligroso —admite, reacio.

Demian enfoca sus ojos verdes en los míos, se levanta y trago en seco cuando se ubica a mi lado, plantando su palma en la parte baja de mi cintura.

Blank Space suena por los parlantes.

Mis manos se entrelazan detrás de su nuca y sigo a Demian a través de la cocina mientras él da una media vuelta sujetándome contra él.

—¿Por qué estamos bailando? —pregunto mientras él continúa desplazandose conmigo alrededor de la estancia. Sus ojos verdes están enfocados en los míos y sus manos bajan hasta la parte baja de mi espalda. Su voz es ronca y baja cerca de mi oído.

—Porque alguien nos está vigilando.

Nos aleja del sitio en dónde estábamos y acabó danzando con él hasta que llegamos a la sala, dónde se detiene y saca su teléfono con rapidez, presiona tres botones y un pitido desagradable inunda todo el lugar mientras las ventanas se cierran de forma compacta con algún material que no reconozco a simple vista, lo mismo pasa con las puertas y volteo a ver a Demian, quien adopta una posición agresiva y poco receptiva, observa su teléfono tecleando varias veces con los labios apretados.

—¿Qué ocurrió? —cuestiono y no es hasta treinta segundos después que Demian me enseña el dispositivo electrónico volador que nos estaba vigilando. El pelinegro activa un campo electrónico alrededor de la mansión que apaga todas las transmisiones de señal, mi teléfono queda invalidado pero los dispositivos de Demian siguen funcionando con normalidad, el dispositivo volador en la parte de afuera que nos filmaba cae al patio.



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En el texto hay: risas, bodas, desastre

Editado: 28.12.2023

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