¿cómo Arruinar Una Boda?

46. La boda


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Viatger es mi restaurante.
 


O es la edificación de él. La realidad es que justo ahora, mi restaurante se resume a los planos, hechos con lápiz de grafito, que están sobre la mesa.

Y eso me emociona. Disfruto del cosquilleo en el inicio de mi estómago con la idea de que esa estructura que ahora sólo es un dibujo se haga realidad.

Sería mía, las paredes en forma de arco que separan un espacio de otro, las cocinas que son espaciosas y permiten la movilidad, con distintas tipos de hornos y varios refrigerantes, los estantes en dónde irán las especias y los utensilios. Todo eso de alguna forma será parte de mí, porque es el producto de mi esfuerzo y el de muchas personas detrás de mí.

Arquitectos, obreros, empresarios.

El corazón me aletea, y está semana que pasó he revisado distintos locales para poder ubicarlo, he visto algunos, y aunque me gusta la idea de que sea céntrico no quiero que lo sea demasiado.

Su temática estará ligada a lo extranjero. Quiero que ese restaurante en específico se enfatice en comida latinoamericana. Siento una debilidad por la comida extranjera y las personas suelen desconocer mucho la gastronomía de otras culturas que no son tan populares.

América es un continente bastante cultural y he trabajado en algunos restaurantes de comida latinoamericana, por lo que me siento familiarizada.

Quiero que cada plato sea un viaje a un país distinto.

Quiero que la gente pueda viajar a otro continente con sólo probar un bocado.

La gastronomía es mágica, sólo debo mostrárselo al mundo. No puedo negar que cada parte de mí salta con la probabilidad de que sea realidad, de que mi sueño se haga tangible.

Así que doy el visto bueno a los planos, y me concentro en cada uno de los cocineros que he estado entrevistando, he buscado a uno por cada país de América, son demasiados así que empezaré con cinco.

Chile.

Argentina.

Venezuela.

Perú.

Colombia.

Son los primeros cinco, he estado estudiando su cultura y he conocido a extranjeros de esos países para adecuarme y adentrarme más en el tema. De todas formas, planeo hacer un curso de cada tipo de gastronomía, porque también planeo cocinar en Viatger.

Algunas veces, no todo el tiempo.

Antes de poder cocinar con toda la tranquilidad que para mí, implica, pienso deberíamos resolver todos los problemas que tenemos encima.

Los enemigos que se ven, los Wilscreek, Byron en un ataque idiota de rencor.

Los enemigos que no se ven, esos que desconocemos ¿Por qué motivo nos odiaran? Deben tener alguna que otra razón, que a ojos de ellos, es válido. Pero, para mí, son sólo ganas de joder.

Aprieto los labios y doy una vuelta en el taburete de la cocina. Afuera, ya está anocheciendo y los colores violetas, lilas y tonalidades verduzcas dominan el cielo. Y recuerdo a Tracy, porque ella ama los atardeceres y porque estoy cumpliendo mi sueño y ella no está conmigo.

Siempre estaremos viendo el mismo cielo.

No sé nada de ella, podría estar bien o podría estar mal pero no hay forma de que yo consiga enterarme si ella sufre. Tal vez ya aprendió a enjuagarse las lágrimas por sí misma, y ya se ha conocido un poco o puede que siga completamente perdida.

Pero no hay forma en que yo sepa nada de eso o si nos atacarán porque estoy a ciegas. Tanteando para ubicarme y dando pasos lentos para no caerme.

Apenas acabo de ultimar las entrevistas, observo la luz que se cuela por las ventanas. Es temprano, y luego de las entrevistas, observar la estructura de mi restaurante en planos y contar las mariposas que pasan por la ventana, sé que no puedo atrasarlo más, por más que deseo faltar a la boda Sturgess-Lawyer, no lo haré.

Ya compré regalo, y en una tienda en dónde no aceptan devoluciones. Me levanto de la silla con pesadez y me dirijo a paso lento hacia mi habitación.

Adler es agua pasada, pero aquello no significa que quiera ver en primera plana como se casa, porque además de que es incómodo, odio las bodas.

Cierro la puerta a mis espaldas, y pienso en la vida que ahora tiene mi mejor amigo, tiene una familia, una personita que podría llamarlo padre y una pareja francamente amable y dulce por lo poco que he podido ver. Jamás pensé que lo vería llegar a este momento, nunca había pensado que ocurriría en el futuro y ahora estoy aquí, a unas horas de asistir a su boda.

Y no puedo definir si estoy feliz, enojada o simplemente triste.

Tal vez es un poco de las tres.

Porque a veces piensas que hay personas que están destinadas para ti, cuando tienen otro camino.

Porque a veces deseas algo por tanto tiempo, que queda el ardor de que no sucedió.

Y porque a veces el resentimiento es más difícil de soltar que el mismo amor.

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Una vez vestida, luego de haber realizado una rutina de belleza, en dónde me depile a conciencia, exfolie mi rostro y me percaté de un lunar que tengo justo debajo del nacimiento de mi cabello, estoy lista. Mi piel suave como la de un bebé y mi rostro inexpresivo, debo admitir que estoy un poco asustada de como me podría sentir.

No lo sabré con certeza hasta que los vea.

Mi vestido cae hasta el suelo mientras me siento con cuidado en un sillón blanco con un tapete de reno, haciendo malabares para que el peinado que me hice luego de tres tutoriales en Youtube no se arruiné. La tela que me viste es de color azul oscuro, se ciñe a mi cintura, tiene un corte en forma de corazón y es vaporoso en la parte de abajo, también tiene pequeños puntos brillantes en los bordes, que lo hacen ver luminoso, como una especie de cielo estrellado.

Espero a Demian, quien dijo que llegaría a las cinco, han pasado veinte minutos de la hora acordada y me estoy poniendo nerviosa.

¿Y si llego tarde? ¿Realmente deseo llegar temprano? Sinceramente no creo que nada supere mis votos y los de Demian que perdió su reloj, porque ahora son treinta minutos tarde.



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En el texto hay: risas, bodas, desastre

Editado: 28.12.2023

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