Paso 5: ¿Existe una Verdadera Venganza?

—De verdad, no tienes que venir conmigo…

Para resumir, desde hace días Cupido me había estado siguiendo al instituto. Como notarán, en mi pequeño pueblo no había leyes particularmente estrictas en cuanto a estudiantes sospechosos e indocumentados entrando a los institutos, así que él no había tenido problemas estando allí de metiche. Peor aún, desde que se compró su nuevo celular (no sé de dónde sacó dinero) era imparable, estaba en cinco lugares diferentes al mismo tiempo pidiéndole su número a varias chicas. Más allá de eso, todo parecía estar bastante normal, mis padres no estaban incómodos con el nuevo inquilino, es más, lo aceptaban ya como parte de nosotros, y a decir verdad… yo me estaba encariñando con él. Estar siempre sola en casa nunca me había molestado hasta que él llegó a mi vida.

—Oye, ¿a ti te gustan los chicos de tu instituto? Ya sabes, como a mí las chicas. Hay muchas chicas, y muchas son muy guapas. Así les dicen aquí, guapas.

—Eso no te incumbe.

Tal vez mi respuesta vino un poco de mal humor. Era temprano, y estaba ya hablando de ese tipo de cosas y me estaba deprimiendo.

—Me incumbe, quiero saber a quiénes debo sacar del camino de una patada.

—Claro, y oye, ¿Tu ala ya está curada? Ya sabes… como para que vuelvas a casa, donde seguro tu familia y amigos te extrañan mucho.

—No.

Su respuesta fue peor que la mía. Aparté la mirada sin poder evitarlo, parecía molesto de pronto. Miré entonces hacia el cielo, azul, despejado y lleno de nubes ese día. Quizá un día él podría volver, y por alguna razón no sabía si eso me llenaba de alivio o me provocaba ansiedad. No sabía si quería que se vaya tan pronto… me estaba empezando a incomodar pensando en ello, así que decidí dejarlo de lado e ir a clases.

Un rato después, mi mejor amiga me daba lata en la cafetería.

—Lo sigo diciendo Gabs, tu primo es guapo, guapísimo e irresistible, pero es un mujeriego y al final los de su tipo terminan rompiéndote el corazón.

Asentí despacio mientras miraba reclinada en mi asiento a Cupido, que se paseaba entre las mesas de la cafetería como un colibrí buscando flores. La única diferencia era que los colibríes eran adorables, pequeños e inofensivos, y que necesitaban a las flores para vivir y no para conseguir un poco de sexo fácil.

—No lo tolero. Lo odio. Es como sacar a un perro sin correa por primera vez.

Tragué un bocado de pizza recalentada penosamente. Era un día que se convirtió de brillante y agradable rápidamente a uno nublado y con relámpagos reventando el cielo alrededor. Todos los estudiantes se apiñaban en diferentes lugares buscando refugio.

—Esa es una buena comparación.

Marco era nuestro nuevo amigo. Siempre era difícil hacerse de personas agradables en un instituto cuando eras nuevo y especialmente en tu último año, pero este muchacho, tranquilo y un poco tímido, se desataba con nosotras y hablaba sin parar. Además, como todos nosotros a esta edad era un poco pervertido.

—¿Y tú qué instrumento vienes tocando aquí?

Mis ojos se movieron despacio hacia Cupido que de pronto estaba parado frente a la mesa donde nos encontrábamos todos pasando un buen momento. Entrecerré los ojos, mirándolo directamente pero él evitaba mi mirada, parecía ligeramente más agresivo de lo normal y el pobre marco apenas pudo levantar las cejas con incredulidad.

—Yo solo…

—¿Estás intentando coquetear con Gabrielle? Porque no creo que ella quiera coquetear contigo, ¿No es así Belle?

Me puse de pie. Todo el mundo nos estaba mirando. Nunca fui alguien particularmente reactiva, sin embargo tampoco me sentía tolerante hoy con Cupido. Lo tomé de la parte de atrás de la chaqueta que llevaba, hacia un pasillo donde no hubiera mucha gente. Él pareció sorprendido, pero pronto hizo una expresión que ya conocía bien y que no me gustaba para nada.

—Vaya, entiendo el concepto de llevar a un chico a lo más oscuro de un rincón… y me gusta.

Se acercó a mí pero sin pensarlo dos veces esta vez lo tomé de la camiseta y con todo mi peso lo empujé contra uno de los casilleros, no pensé que podría ser tan fuerte, Cupido soltó un quejido haciendo una mueca desagradable y estuve a punto de decirle que deje de quejarse como una niña cuando él giró la cabeza como un perro.

—¿Qué es… ese sonido?

Yo no escuchaba absolutamente nada, pero pronto mi compañero levantó una de sus manos y la llevó a su frente, frotándose la sien como si algo estuviera perforándole la cabeza.

—¿De qué hablas? Yo no escucho nada…

—No, no es nada.

De pronto lo miré con una nueva luz. Su voz carecía completamente de toda emoción y no me miró a los ojos cuando habló. Me pareció de lo más extraño, pero simplemente me encogí de hombros y por alguna razón, ambos seguimos caminos diferentes cuando nos marchamos de regreso a la cafetería, no miré hacia dónde se fue él, pero yo busqué a mis amigos que evidentemente ya no estaban ahí.  Decidí dirigirme hacia una mesa que estaba junto a la ventana, mirándo hacia el parqueadero del instituto, pero mi mirada de pronto captó una figura que estaba bajo la lluvia.

Una joven de hermosa apariencia estaba caminando sin rumbo bajo la lluvia.

Logré ir hacia la salida del instituto, de inmediato la lluvia empezó a empaparme, pero mis ojos no podían apartar la mirada de tan hermosa chica que parecía un pajarito perdido sin rumbo alguno, pero que cuando me vio comenzó a caminar a paso decidido hacia mí, casi parecía contenta. Fue entonces que noté algo que no estaba del todo bien con ella.

La lluvia no la tocaba.

Un círculo alrededor de ella no permitía que las gotitas de lluvia la toquen, y al mirarme, sin embargo, parecía ignorar por completo que yo estaba ahora hasta chorreando agua.

—¡Hola, soy Psique! Estoy buscando a alguien

Era una mujer bellísima y con un nombre muy extraño, pero lo que más me llamaba la atención y me daba un extraño mal presentimiento era que ella llevaba un vestido exótico, como victoriano y un sombrero de la misma época. Sacudí un poco la cabeza, saliendo de mi ensoñación.