Como ave cantando [magnet #1]

Capítulo 9

Mi versión, dices. Mi versión ciertamente es muy diferente de la tuya, sobre todo al comienzo porque yo no me había fijado en ti, y jamás pensé que lo haría. Eres un chico muy interesante, pero admito que eso no me impresionó. Sin embargo, cuando te encuentras rodeado de problemas y de basura que ensucia tu alma y tu mente, que aparezca alguien tan tierno como tú a convertirse en ese bálsamo que te hace falta para limpiarte, seguir de pie al día siguiente, se vuelve inevitable que tu corazón busque su cercanía.

Puedo confiar en que fuiste totalmente sincero conmigo, ahora es mi turno de hacer lo mismo. Debo confesar que siempre me pareció tierno que fueras un chico tímido lleno de inseguridades que se esfuman mientras estás cantando, y cuando terminas de hacerlo vuelven a dominarte. Era tierno, nada más. Siendo honesto no tengo mucho para contarte antes de esa salida, pero sí bastante de lo que sucedió después, porque fue justo ese día cuando mis sentimientos por ti nacieron. Dije que me gustabas y era sincero.

Luego de que me repitieras por última vez que te gustaba busqué cambiar de tema durante el trayecto a tu casa. Hablamos de las clases, tus compañeros e impresiones sobre ellos; me pareció gracioso tu interés en saber si Francis era hombre o mujer, en especial porque las conjeturas extrañas que decías y tus intentos forzados por bromear, —igual que con lo de mis ojos grises— de alguna forma te volvían adorable.

Llegamos por la noche a tu casa y me culpaste de ser un mal ejemplo. Te dije que sí, lo soy, y que incluso podía darte otros malos ejemplos. Ver la forma en que te sonrojaste me hizo reír. No estaba seguro de si tus sonrojos constantes eran porque yo te gustaba o solo porque tú acostumbras ver el doble sentido en todo. Como fuese me resultaba gracioso y tierno.

Cuando volví a casa esa noche la ansiedad por volver con mis padres se había controlado gracias a ti. Mi hermano me había dicho por la mañana que llamaría cerca de las ocho de la noche para darme noticias sobre mi madre, pero cuando el reloj marcó las diez y no había rastro de la llamada, me sentí algo nervioso. En especial luego de intentar comunicarme y que nadie respondiera. Me sorprendió notar que estaba tranquilo aún en esa situación porque sabía que, si hubiese malas noticias, ya me habría enterado, así que decidí irme a la cama.

Pasaba de la una de la mañana cuando el sonido del teléfono me hizo dar un sobresalto. Contesté tan rápido como me fue posible. Era mi hermano Jonathan. De corazón esperaba que tuviese noticias —sobre todo buenas— acerca de la salud de mi madre y la revisión médica que le habían hecho.

—Me tenías preocupado, pensé que seguían en el hospital. ¿Por qué no me llamaste antes?

—Se me olvidó —respondió con cinismo, lo que me hizo hervir la sangre.

Toda mi niñez fue una completa pelea con mi hermano, incluso dejamos de hablarnos luego de que me echaran de casa. La situación de mamá fue lo que nos hizo comunicarnos de nuevo, aunque sé que él está furioso porque mis padres me pidieron a mí ser donador y no a él, lo que no es mi culpa. El idiota ha pasado toda su vida descuidando su salud y el médico dijo que él no podía ser un donador viable.  

—¿Sabes qué? No pienso discutir contigo, idiota —dije con tono venenoso en la voz—. Solo dime cómo está mi mamá.

—Ella está bien, tiene algo de dolor nada más. —Si este estúpido supiera lo que es tener dolor renal, no habría usado esas palabras—. Necesito que mandes más dinero para comprarle el medicamento que le recetaron.

—Te acabo de enviar hace unos días. ¡Parece que solo yo estoy aportando!

—Es que tú piensas que atenderla no cuesta —dijo Jonathan, pude notar que su voz sonaba extraña, agotada y arrastraba la lengua. Era leve, así que no quise malpensar.

—No puedes decir eso, te envío casi todo lo que gano, estoy sobreviviendo con lo mínimo y jamás me he negado a darles un centavo.

—Pues entonces deberías ganar más.

Apreté los puños al oírlo. De haber tenido a Jonathan frente a mí le habría dado tal golpe en la mandíbula que habrían tenido que reconstruírsela. Varias palabras altisonantes salieron de mi cabeza, por desgracia se quedaron atrapadas en mi garganta. Sabían tan amargas que me provocaron asco.

—O tal vez tú deberías comportarte como el adulto que eres y dejar de ser una vil sanguijuela. —No respondió a mi comentario y aun así pude oírlo gruñir a través de la bocina, luego lo escuché beber algo—. Mi tía Emma está de guardia en el hospital, ¿verdad? Ayer me dijo que se quedaría.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.