Como estrella fugaz

CAPÍTULO 10: UN NUEVO CAMINO.

Steven se acaba de ir junto con Carl, antes de irse habló con Lisa en privado, quien no deja de sonreír desde entonces.

—¿Qué te ha dicho? —le pregunto, y mi mejor amiga me observa.

—Nada, sólo me ha informado dónde van a estar mañana, en el caso de que algo suceda, para que sepamos dónde buscarte.

—¿En serio? —asiente—. ¿Y dónde se supone que voy a estar?

Se ríe.

—¿En serio piensas que te voy a decir? No lo haré, sólo voy a decir que es un lugar hermoso —me mira, y se acerca a donde estoy. Se sienta a mi lado en el sofá y sonríe—. Me cayó bien.

—Lisa...

—¿Qué? No he dicho nada malo, sólo dije que me cayó bien.

Acto seguido hablamos de la noche que pasamos con Carl y Steven, nos reímos de algunas cosas que pasaron, hasta que el sueño nos llega a ambas.

Me estoy acomodando en la cama cuando mi móvil comienza a sonar. Un número que no tengo agendado me está llamando, lo cual me parece extraño. Es de madrugada como para recibir un llamado de una persona desconocida, y soy demasiado paranoica como para atender, por lo tanto, lo ignoro.

Apago la luz del velador, y el móvil vuelve a sonar, así que vuelvo a ignorarlo. Hasta que el sonido que produce es por la llegada de un mensaje, bien, ¿quién es la persona molesta?

 

Déjame adivinar, no atiendes llamadas de números desconocidos

 

Dice el whatsapp que me acaba de llegar, y cuando la foto de perfil me aparece, veo que es Steven junto a Penélope. Me río y tecleo mi respuesta.

 

Correcto. Como has conseguido mi número?

 

Lisa me lo ha dado

 

Sonrío y niego con la cabeza. Estoy a punto de responder, pero Steven vuelve a llamarme.

—Steven Fry —digo—. Ha pasado una hora de que te has ido, ¿y ya me echas de menos que me llamas?

Se ríe.

—Fue una buena noche —dice, ignorando mi pregunta—. Tus amigos son geniales, han sido muy buenos conmigo.

—Note tu comodidad, y eso me agradó. Y estoy de acuerdo, fue una buena noche.

—Dime que Lisa no te ha dicho el lugar de mañana.

—No lo ha hecho. Lisa es buena con los secretos.

—Es bueno saberlo.

—¿Por qué tanto misterio? Anda, dime a dónde vamos.

—Porque es divertido que no sepas. Y no, no te diré.

—De acuerdo, como digas. Entonces, la única regla, ¿es no llevar nada electrónico?

—Exacto. Un domingo lejos de la tecnología. Puedes elegir algo que lo reemplace, no lo sé, un libro, un juego de mesa, lo que sea. Y no, no puedes llevar el manuscrito que debes corregir.

Me río.

—Pensaba hacerlo.

—Nada de trabajo.

—Bien, nada de trabajo.

—Tampoco lleves reloj.

—Bueno, eso ya es demasiado, Steven. No puedo estar sin el reloj, no puedo perder la noción del tiempo.

—Por un día puedes. Ahora, si no quieres, lo comprendo.

—Lo pensaré.

—De acuerdo. Bien, Gia Beckman, te dejo descansar. Nos vemos en un rato, no te preocupes, seré puntual.

Sonrío.

—Hasta entonces, Stev.




 

Estoy en crisis. Siempre me preparo para todos los acontecimientos que se me presentan, pero ahora, no sé nada respecto al día de hoy.

Es decir, ¿cómo debo vestir? Sé lo que no debo llevar, pero, ¿y el resto?

En serio que me encuentro perdida y necesito poner en orden el lío que llevo en la mente. Lisa dice que estoy exagerando, y puede que así sea, pero esto se sale de mi rutina, y por lo tanto, estoy mareada.

Steven ignoró todas las preguntas que le hice, sólo me dijo que él se encarga de todas las cosas, que yo no me preocupe.

¡Pero lo estoy haciendo! Si tan sólo pudiera insultarlo, lo haría.

—Me preocupa que te estreses tanto por esto —dice Lisa—. Tranquila, te ayudo, sin decirte nada al respecto.

—Gracias —suspiro aliviada.

—Ropa cómoda. Si quieres ve de sandalias, pero lleva zapatillas, por si acaso. Ve vestida de verano, pero como no sé cuánto tiempo estarán allí, lleva un pantalón largo y una chamarra. Ah, y un traje de baño, también por si acaso.

—Bien —hago lo que me dice, me visto cómoda, y busco ropa más abrigada, guardo todo en mi mochila azul y la miro—. ¿Algo más?

—Sí, lleva dos botellas de agua gasificada, por si Steven no lo hace, para que no te vuelvas loca.

Sonrío, y cuando la miro, me hace señas de que eso es todo. Me observa, y sonríe.

—Es lindo ver que harás algo distinto —dice y suena el timbre. El reloj indica que son las 9:58 am. Steven no mintió, llegó puntual.

Salgo de la habitación y me dirijo a su encuentro. Abro la puerta, y Steven me sonríe de inmediato.

—Buenos días, Gia.

—Lo mismo digo, Stev.

—¿Estás lista? —asiento—. ¿Móvil?

—Lo tiene Lisa.

—¡Es cierto, aquí lo tengo! Hola Steven —lo saluda desde el sofá, y él le responde el saludo con la mano.

—¿Reloj? —le muestro mis muñecas vacías.

—Bien, podemos irnos.

Me despido de una Lisa emocionada por mi salida de hoy. Sé que quiere decirme muchas cosas, pero se las reserva a todas.

Cuando llegamos a la entrada del edificio, veo que Steven se sube a una camioneta negra que no sabía que  tenía, o no recuerdo haberla visto en su casa.

—No sabía que tenías una camioneta —le digo cuando me subo. Dejo mi mochila en el asiento de atrás, y me obligo a no revisar nada de lo que trajo, sólo sé que hay muchas cosas.

—Porque no tengo camioneta.

—Steven Fry, dime que no has robado.

Se ríe.

—Sabía que dirías algo como eso. No, tranquila, no he robado. Un vecino me la ha prestado. Y antes que lo preguntes, tengo licencia.

—Vaya, que buen vecino.

Sonríe, y emprende viaje hacia donde sea que vayamos. Enciende el estereo, y pone una canción que desconozco, pero a juzgar por el ritmo musical, sé que es una banda de rock. Y claro, obviamente que no sé quienes son.



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En el texto hay: musica, amor, vida

Editado: 24.09.2020

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