En el reino de Arendelle, (70 u 80 años después de que la reina Elsa le cediera su lugar en el trono a su hermana, la reina Anna), la tecnología había avanzado a pasos agigantados, tal vez no había autos voladores, sin embargo, existían prótesis que se veían y sentían tan reales que era imposible notar la diferencia, la salud de todos era impecable debido a nuevos medicamentos e incluso había algunos androides que ayudaban con algunos trabajos de construcción, entre muchas otras cosas.
Todos los progresos científicos se debían a una mujer en particular de 21 años llamada Catherine Larousse. Desde que nació demostró ser una niña sin igual, siendo capaz de sostener su propio peso una semana después de nacer, aprendió a leer y escribir al mes de nacida y al poco tiempo aprendió a hablar; sin embargo, sus padres, al no saber cómo lidiar con alguien como ella, la entregaron al grupo de científicos del reino quienes la encerraron en un laboratorio secreto subterráneo, no para experimentar con ella, si no para nutrir su inteligencia. Un par de hombres se encargaban de mantenerla vigilada, nunca hablaron con ella, sólo le daban libros científicos, y herramientas y materiales para que pudiera construir.
A los diez años Catherine, una pequeña niña de ojos marrones, cabello negro y piel clara, había leído y memorizado cada libro que le habían dado, estaba aburrida de vivir en ese laboratorio, pero sabía que no la dejarían salir, así que ideó un plan para escapar. Una noche creó sus primeros rotos, aunque estos eran rudimentarios, la niña sabía que cumplirían su función. Eran 10 robots de no más de 15 centímetros, cada uno estaba programado para explotar, explosiones pequeñas, su intención no era matar a los hombres, sólo asustarlos lo suficiente para poder escapar, al día siguiente los hizo funcionar.
Cuando los hombres estaban dejándole material de laboratorio, ella activó los robots, como lo esperaba, las explosiones asustaron a sus vigilantes y el humo que liberaban tras detonar hizo que fuera más difícil verla; Catherine estaba lista para robarles las llaves e irse, pero cuando llegó a la puerta un hombre bastante mayor de bata blanca entró, el científico a cargo, él había decidido mantenerla encerrada; la niña tenía memoria fotográfica por lo que lo reconoció, no la intimidó, pero su sorpresa al verlo, la hizo detenerse un momento y eso fue suficiente para que los otros dos hombres la atraparan y la sentaran a la fuerza en una silla frente al anciano.
Después de eso, el científico y los otros dos hombres se fueron dejando a la niña sola, ella tomó una mochila y empacó lo que creyó necesitar, incluyendo equipo de análisis. Al salir del laboratorio subterráneo supo que estaba en un bosque a las afueras de Arendelle y decidió ir ahí. Mientras estaba explorando el reino, su cerebro no tardó en empezar a tener ideas para mejorar el lugar; entre las cosas que había empacado, había una libreta y algo para escribir, los sacó y empezó a tomar nota de todo, cada nueva idea que tenía, cada cosa que podía mejorar y todo lo que necesitaría para construirlo, antes de que terminara el día consiguió los materiales que quería y volvió al laboratorio.
Las cosas fueron iguales varios meses, ella salía, iba al pueblo, tomaba notas, conseguía materiales y volvía al laboratorio, fue así hasta que sus prototipos estuvieron listos y los llevó ante la reina Anna. Al principio creyó que todo lo que la niña decía no era más que fantasías de una pequeña, pero al poner sus prototipos en acción, la sonrisa tierna de Anna fue reemplazada por una expresión de asombro. Catherine, había creado pequeños modelos de barcos y locomotoras de vapor, hizo automóviles y mostró un objeto que emitía luz, la niña dijo que era electricidad. Todos los que estaban presentes, quedaron impresionados con los inventos y no dudaron en comenzar a fabricarlos; en gratitud y reconocimiento, la reina le dio a Catherine un permiso por escrito de hacer lo que quisiera y tomar lo que necesitara para continuar con sus investigaciones y crear nuevas cosas, la pequeña sólo sonrió al escucharla, dejó los planos de sus inventos y volvió a su laboratorio. A pesar de su gran inteligencia seguía siendo una niña llena de curiosidad y con ganas de divertirse, aunque su única diversión era la investigación.