Capítulo 10
Antes de que Elsa pudiera responder, prefirió seguir la mirada de la chica, entonces pudo ver que un hombre se les estaba acercando, sus ojos estaban tan abiertos de la impresión que parecía que se iban a salir, además de tener la boca abierta. Le costó trabajo poder articular palabra, hasta que respiró hondo y por fin pudo hablar.
- Tía Elsa… ¿De verdad eres tú? –Preguntó.
- Hola Anton, perdón por no avisarte que vendría. –Dijo Elsa divertida por la reacción de su sobrino.
- No… no tienes que avisar, este también es tu reino después de todo -en ese momento, la mirada del chico se posó en la científica-, eh… hola Catherine, buen día. –Dijo Anton con la voz aún más temblorosa.
- Príncipe Anton. –Catherine hizo una pequeña reverencia a modo de saludo, su mirada seguía inexpresiva.
- Y… ¿Qué las trae a Arendelle? No es que esté diciendo que no pueden pasear por aquí, o que no son bienvenidas, sólo digo que no es usual verlas en la ciudad, -miró con atención a Elsa-, y menos con esa ropa -Elsa levantó una ceja-, no estoy diciendo que te antes vestías mal, me refería a que era un vestido que parecía antiguo, pero eso no quiere decir que no se viera bien, se veía hermoso en ti, no quiero decir que no te veas bien con esta nueva ropa, es hermosa, te ves hermosa y te verías hermosa con lo que sea que te pongas ¡Pero no es que me esté fijando en ti! ¡Yo jamás haría eso! No estoy diciendo que no seas deseable, sólo digo… yo…eh…. –Anton intentaba inútilmente de mantener la calma, estaba muy nervioso, su cara roja, y escupía palabras sin parar y prácticamente sin oírse.
- Cálmate, le pedí a Catherine que me mostrara sus inventos y el cómo había ayudado a cambiar mi antiguo reino. –Dijo Elsa.
- Pero creí que estabas investigando la magia ¿Es que ya termínate? –Peguntó Anton, Catherine negó con la cabeza.
- Es el día de descanso, todavía tengo un largo camino por recorrer con respecto a la magia. –Dijo.
- El día, entonces aún continúas haciéndolo. –Murmuró Anton.
- Paso tiempo con ella esos días, la semana pasada jugamos un poco, hoy paseamos aquí. –Dijo Elsa.
- Ah… claro ¿Quieren tomarse un descanso? Las podría acompañarlas un rato, el parque es un buen lugar para parar un momento, además podrás disfrutar de un helado. –Dijo Anton.
- ¿Un helado? –Preguntó Elsa.
- Créeme, te gustará. –Dijo Anton.
- De acuerdo, descansemos un momento ¿Sí, Catherine? –Elsa no estaba del todo segura de que a la chica le gustara la idea de estar acompañada de más personas.
- Está bien. –La voz de la joven era neutral.
Cuando llegaron al parque, Anton compró helados para los tres, todos eran de chocolate, era el sabor favorito de la familia. Al principio, Catherine vio con extrañeza el cono de helado, para Elsa fue claro que ella tampoco lo había probado, aunque obviamente le gustó por el brillo en sus ojos cuando le dio la primera lamida. Anton y su tía se sentaron en una de las bancas del parque, mientras que Catherine prefirió sentarse en las raíces de un árbol un poco alejado de ellos. La quinto espirito comprendió que dos personas era mucho para ella, por eso no dijo nada cuando se apartó, no la quería forzar.
- No tenía idea de que aún siguiera usando el día de descanso. –Dijo Anton mirando a la chica sentada en el árbol.
- Ella no ha olvidado a Anna, recuerda cada momento que pasaron juntas, y las promesas que le hizo. –Dijo Elsa.
- Aunque eso no la detuvo cuando empezó a experimentar con humanos. –Recordó Anton con amargura.
- Ella no es una mala persona, sus métodos no será los mejores, pero todo lo que hizo, lo hizo para ayudar. –Dijo Elsa.
- Lo sé, no me gusta recordar lo que vi en ese laboratorio. –Dijo Anton.
- Lo entiendo. –Dijo Elsa.
- ¿Cómo te va con ella? –Preguntó.
- Bueno… no es tan fácil, pero las cosas no van mal, aunque esta semana no la vi mucho, estuvo encerrada todo el tiempo en el refugio de hielo que le construí. –Dijo Elsa.
- Si no tenía seres vivos ahí dentro, entonces seguramente estaba construyendo algo, no le gusta que la molesten mientras trabaja. –Dijo Anton.
- Me doy cuenta. –Dijo Elsa sonriendo.
- En verdad me sorprendió verlas aquí, al principio creí que estaba alucinando, después creí que tal vez habías logrado convencerla de ir a visitar a su familia. –Al escucharlo, la platinada dejó de comer su helado y lo miró fijamente.
- ¿Familia? –Preguntó.
- Eh… sí, sus padres… y su hermana. –Dijo Anton.
- ¡¿Qué?! ¡¿Tiene una hermana?! –Preguntó Elsa, no podía creer lo que oía.
- Sí ¿No te lo había dicho cuando fuiste a verme? Cuando mi abuela me encomendó investigar a Catherine, no sólo encontré a los científicos que la tuvieron cautiva y apartada de las personas, también descubrí a sus padres. Todavía viven en Arendelle, tuvieron una niña que es… 5 o 4 años más joven que Catherine, a ella no la abandonaron porque era… -se quedó pensando un momento-, no sé cómo decirlo de otra forma, normal. –Dijo Anton.
- ¿Anna lo sabía? –Preguntó Elsa.
- Sí.
- ¿Y Catherine?
- Sí.
- ¿Cómo reaccionó cuando lo supo? –Preguntó mirando a la chica.
- Ella… no reaccionó. –Dijo Anton recordando aquel momento.
- Entiendo que haya sido algo inexpresiva, pero quiero saber ¿Qué había en sus ojos? –Preguntó mirando nuevamente a su sobrino.
- Es en serio, no había nada, ni sorpresa, ni odio, nada. Cuando le dije a mi abuela, Catherine estaba en los jardines del castillo observando las hormigas, la reina le pidió que se acercara y de inmediato lo hizo, entonces le dijo que habían encontrado a sus padres, que vivían aquí en Arendelle y que tenía una pequeña hermana. Ella no reaccionó, continuó mirando expectante a mi abuela, esperando que continuara hablando, Anna le dijo que era todo y volvió a mirar a las hormigas. –Dijo Anton.
- ¿Y ya? –A Elsa le costaba creer que realmente eso fuera todo.
- Bueno, mi abuela se le acercó y le preguntó si quería verlos, Catherine negó con la cabeza, mi abuela preguntó por qué y ella dijo: “para ninguno de mis proyectos es necesario que los vea”. Después de eso mi abuela la dejó tranquila y me dijo que no volviéramos a hablar del asunto hasta que ella lo hiciera. –Dijo Anton.
- Pero eso nunca pasó. –Dijo Elsa.
- No, a Catherine, esto no le importa. –Dijo Anton.
- ¿Dónde viven? –Preguntó Elsa, volviendo a mirar a la chica.
- ¿Qué? –La pregunta sorprendió al joven Anton.
- Sus padres ¿Dónde viven?
- No vas a obligarla a ir a verlos ¿O sí?
- No, sólo quiero saber. –Dijo Elsa.
- De acuerdo. –Anton le dijo la dirección de los padres de Catherine, luego de eso, no siguieron hablando del asunto y terminaron su helado.
- Cuando el día se termine, Catherine volverá a encerrarse. –Dijo Elsa después un rato de silencio.
- Seguramente, pero me reconforta saber que estarás ahí con ella cuando vuelva a salir, siempre me preocupó todo el tiempo que pasaba sola en su laboratorio, y nunca tuve el valor de preguntarle si me permitía hacerle compañía. –Dijo Anton mirando a la nada con una sonrisa.
- Ella… ¿Te gusta? –Preguntó Elsa al ver la mirada de su sobrino.
- ¡¿Qué?! ¡No! Claro que no, me preocupa eso es todo, nada debería crecer como ella lo hizo. –Dijo Anton.
- Es cierto. –Dijo Elsa, pero aún veía con sospecha al joven.
- Bueno, se está haciendo tarde, tengo que volver al castillo. –Dijo Anton poniéndose de pie.
- Sí, nosotras también deberíamos irnos, será muy tarde cuando regresemos al bosque. –Dijo Elsa, llamó a Catherine y ella no tardó en acercarse.
- ¿Lista para seguir? –Preguntó la joven.
- En realidad, ya se está haciendo tarde, es hora de que regresemos, además si seguimos caminando por la ciudad, ya no podré con el camino de vuelta al bosque. –Dijo Elsa.
- Está bien. –Dijo Catherine.
- Yo… yo también tengo que retirarme, fue un gusto volver a verte Catherine, espero que completes pronto tu investigación. –Dijo Anton.
- Gracias por el helado. –Dijo Catherine, eso tomó por sorpresa al muchacho, quien de inmediato empezó a ruborizarse.
- Sí… bueno… no fue… no fue nada. –Dijo Anton. Elsa no pudo evitar soltar una pequeña risilla.
- ¿No tenías prisa por irte, Anton?
- Eh… sí, que tengan buen día. –El joven hizo una pequeña reverencia como despedida y se fue.
- Aunque sea un pariente de la reina Anna es bastante extraño. –Dijo Catherine.
- ¿Por qué le agradeciste por el helado? –La quinto espíritu sabía de antemano que Catherine no era de los que agradecían algo.
- Hace unos días me dijiste que el comportamiento humano obliga a agradecer si alguien hace algo por ti. –Dijo Catherine. Al escucharla Elsa sonrió.
- Sí, es cierto, me alegra que lo hayas recordado. –Dijo Elsa.
- Debemos irnos ya, el sol está bajando. –Dijo Catherine y empezó a caminar, la platinada caminó a su lado.