Capítulo 20
Al día siguiente Elsa esperó a Catherine en el lugar de siempre; era su día libre, ella tenía que salir, pero aún no estaba segura si hablar con ella sobre haberla hecho a un lado de aquella forma el día anterior. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para seguir pensando en eso, pues a lo lejos empezó a escuchar unos pasos acercándose. El bosque encantado era un lugar seguro, por lo que no se asustó, aunque sí le pareció extraño que alguien se acercara a la playa tan temprano.
- ¿Quién está ahí? –Preguntó una vez que lo pasos se escucharon suficientemente cerca. Por un instante no hubo respuesta, pero la causante del ruido no tardó en aparecer de entre la vegetación. Y una vez que lo hizo, la platinada no lo podía creer.
- Elsa, hola, vine a ver a mi hermana. –Era Guri, ni más ni menos que esa pequeña niña.
- ¿Guri? ¿Qué estás haciendo aquí? –Ninguna de las dos se dio cuenta, pero en ese momento Catherine se había asomado parte de su cabeza desde la fortaleza y vuelto a meterla en tan sólo un instante.
- Mi hermana, quiero estar con ella.
- Ella tiene que cuidar de Reinsdyr, ya te lo había dicho.
- Sí, voy a ayudarle, también quiero saber cómo está.
- Pero…. –Antes de que Elsa pudiera seguir intentando razonar con la niña, Catherine apareció junto con uno de sus robots, el cual estaba cargando uno de sus escáneres.
- ¡Catherine! –Tan pronto como la vio, Guri corrió hacia ella para abrazarla. La platinada esperó ver ese estremecimiento y tención en el cuerpo de la joven con aquel tacto, pero nunca llegó.
- Guri, párate sobre esta máquina y quédate quieta un momento. –El robot bajó el escáner y Guri lo miró con curiosidad, pero ya que era una “petición” de su hermana mayor, no tardó en obedecer alegremente.
- Catherine. –Elsa estaba molesta por lo que la joven quería hacer. Eso era parte de su investigación y se supone que no debería hacer cosas así ese día, y Catherine lo sabía muy bien, pero no iba a dejar pasar la oportunidad de escanear a un miembro de la tribu Northuldra.
- ¿Qué hace esto? –Guri ya estaba sobre el escáner, mirándolo y saltando sobre la plataforma.
- No necesitas saberlo; pero no te preocupes, no es nada malo, tan sólo quédate quieta un momento.
- Catherine. –Elsa quería que la chica parara, pero ésta sólo la estaba ignorando.
- Aquí va Guri. –Catherine encendió el escáner y la luz recorrió el cuerpo de la niña un par de veces.
- Es muy bonita esa luz.
- Sí. Ya terminé, puedes bajar ahora.
- Está bien. –Una vez que Guri bajó de la máquina, el robot lo regresó al laboratorio.
- ¡Catherine! –Elsa ya había agotado su paciencia y ni siquiera era medio día. Fue entonces que la azabache volteó a verla.
- Necesitaba hacerlo, no lo entenderías. –Aquel escaneo a Guri era lo único referente a la investigación que Catherine tenía pensado hacer ese día; el resto sería lo que sea que Elsa tuviera planeado.
- Hermana ¿Dónde está Reinsdyr? –La pequeña, quién era completamente ignorante de lo que había pasado, sólo quería ver a la cría de reno.
- Está a dentro comiendo, pero ya debe haber terminado.
- ¡¿Ya puede comer solo?! ¡Es muy pronto!
- No, aún no come sólidos, pero en unas pocas semanas más ya podrá hacerlo.
- Ah ¿Entonces quién le está dando de comer?
- Uno de mis robots. ¡Reinsdyr, ven! –En tan solo un segundo, el pequeño reno salió corriendo del refugio de hielo.
- ¡Reinsdyr! ¡Estás muy grande! –Tan pronto como el reno estuvo lo suficientemente cerca, la niña le dio un fuerte abrazo; cosa que él respondió con un quejido.
- Dice que lo estás apretando mucho, mejor ya suéltalo. –Con cuidado Catherine apartó a la niña de Reinsdyr.
- ¡¿Puedes entenderle?! –Preguntó la niña llena de emoción y asombro.
- ¿Puedes entenderle? –Por otra parte, la pregunta de Elsa estaba cargada de confusión.
- Sí, me cansé de no entender nada de lo que decía, así que inventé este traductor de animales. –Catherine apartó el cabello de sus orejas y les mostró unos pequeños aretes redondos y plateados. No eran más grandes que una pequeña gota de agua.
- ¿Esos son traductores? –A la platinada le costaba creer que esos objetos hicieran tal cosa; sin embargo, de inmediato recordó que tratándose de Catherine podía esperar cualquier cosa.
- Sí, trabajé en ellos toda la noche. Con su ayuda, puedo entenderle a cada animal del mundo: canes, felinos, aves, bovinos, pero acuáticos no, no puedo entender a los peces.
- ¡Wow! ¡Eres increíble! –Guri estaba dando pequeños brincos de la emoción que sentía por el nuevo invento de su hermana mayor.
- ¿Cómo es que conseguiste hacer algo así en tan sólo una noche? –A la quinto espíritu, aún le costaba creerlo posible.
- Ya había hecho traductores para los distintos idiomas humanos que hay en el mundo. No para mí, claro, para los demás; me molestaba mucho que usaran a otra persona para dirigirse a mí si no podían entenderme.
- ¿Pero un traductor animal en una sola noche?
- Es muy sencillo en realidad.
- Que traduzca a todas las especies.
- Sí, es sencillo.
- ¿Y por qué no creaste un collar traductor para Reinsdyr que le permitiera hablar? –Catherine la miró divertida un momento.
- Ja, ja, ja, ja. Oh, Elsa, ya me suponía que a ti te gusta hacer las cosas del modo difícil. –La platinada ya no dijo nada luego de eso.
- Hermana, también quiero entender a los animales. –La azabache volvió a centrar su atención en la niña.
- ¿Tus padres dónde están?
- Vine sin ellos.
- ¿Saben que estás aquí? –La pequeña miró hacia abajo y lo pensó un momento antes de responder.
- N…no.
- ¡¿No?! –Elsa no podía creer que se le olvidara preguntar ese detalle tan importante, la niña había llegado sola y únicamente le preguntó ¿Por qué estaba ahí?
- Entonces tienes que regresar con ellos. –La voz de Catherine era fría como de costumbre.
- No, yo no me quiero ir tan pronto.
- Si tus padres no saben que estás aquí esto es secuestro, no quiero tener problemas con algo así otra vez.
- Catherine tiene razón, tenemos que llevarte devuelta con ellos, seguramente están preocupados y… -en ese momento, Elsa cayó en cuenta de lo que la joven acababa de decir- ¿Otra vez? –Miró a la chica con consternación. Pero antes de que la joven pudiera decir algo, Guri volvió a hablar.
- Por favor, no me quiero ir, quiero quedarme a jugar contigo. –Miró a Catherine con ojos suplicantes, pero la chica no se inmutó.
- Tienes que volver.
- Tranquila Guri, nosotras te acompañaremos.
- ¡¡NO!! –Por los ojos vidriosos de la niña, Catherine supo que no tardaba en llorar, y no quería tener que soportar eso otra vez.
- Habías dicho que también querías entender a los animales ¿Verdad? –Guri miró a su hermana con un brillo de esperanza.
- ¡Sí!
- Te daré uno de mis aretes traductores si prometes que regresarás a la tribu sin hacer más berrinche y que nunca volverás a venir hasta aquí sin el permiso de tus padres.
- ¡Sí! ¡Sí! ¡Te lo prometo! –Los ojos llorosos de Guri desaparecieron y volvió a saltar llena de entusiasmo.
- ¿No es… peligroso? –A Elsa le preocupaba que terminaran explotando como los primeros escáneres que había ayudado a construir.
- No, son totalmente seguros, y aprueba de agua, para no tener que quitárselos.
- Pues… está bien.
- ¡Lo quiero! ¡Lo quiero! ¡Dame uno, por favor! –La niña no dejaba de saltar.
- Está bien, ya quédate quieta. -Guri dejó de saltar y miró a Catherine atentamente. Ella tomó el arete de su oreja izquierda y lo colocó en la oreja de la niña-. No debes preocuparte porque se caiga o se dañe, es un aparato muy resistente a pesar de su tamaño.
- Sí, hermana.
- Está adherido a tu piel, así que, quieres quitártelo tienes que presionarlo con fuerza tres seguidas y se desprenderá solo.
- Sí, hermana. –La pequeña Guri estaba feliz con su regalo.
- De acuerdo, ya vas a poder hablar con los animales, ahora regresemos a la tribu Northuldra. Catherine y Reinsdyr nos podrán acompañar, claro. –Elsa empezó a sentirse algo molesta por lo complaciente que era la joven con esa niña.
- Quiero probarlo primero.
- ¿Probarlo? –La platinada empezó a pensar que esa niña era un poco desesperante.
- Entonces háblale a Reinsdyr, lo entenderás perfectamente. –A diferencia de Elsa, Catherine se mantenía neutral ante la actitud de la niña.
- Hola Reinsdyr ¿Te acuerdas de mí? Yo te limpié el día que naciste, -el reno hizo un pequeño ruido-, ¡Me respondió! ¡Me respondió!
- ¿Lo ves? Funciona. –Catherine se regocijaba al ver a su nuevo invento funcionar tan bien.