Capítulo 21
Elsa estaba decepcionada de que Catherine hubiera decidido no regresar a la tribu Northuldra, ya que esperaba que la chica pasara uno o dos días más con esa familia, pero sin dudas, eso no iba a pasar. Una parte de ella se preguntó si cuando la joven dijo: “Aunque fuera mi hermana no volvería ahí, ya no hay nada que me sea útil”; lo dijo pensando en su hermana biológica, a quien jamás había ido a ver porque, según ella, no había nada que le fuera de utilidad si lo hacía.
La quinto espíritu, no quería que la joven volviera su laboratorio sola, si se sentía mal, así que, para distraerla un poco, decidió enseñarle a lanzar rocas al mar de modo que pudieran rebotar en el agua. Al principio se negó, pero, a falta de algo mejor qué hacer, terminó aceptando. Elsa lanzó tres piedras, una tras otra, para mostrarle cómo se hacía; Catherine la observaba sin hacer ruido, y debido a su mirada vacía, era difícil saber si realmente estaba poniendo atención; sin embargo, cuando llegó su turno tomó una piedra y cuando la lanzó, ésta rebotó en el agua siete veces antes de hundirse. La platinada se sorprendió al presenciar eso, se supone que era la primera vez que la chica lanzaba una piedra para que rebotara en el agua.
- ¿En serio esta es la primera vez que haces esto?
- Sí, he visto a muchos hacerlo antes, pero jamás le he encontrado el sentido y, por lo tanto, no lo había hecho.
- Ja, ja, ja, lo hacen porque es divertido y porque muchos hacen competencias para ver quién la lanza más lejos y quien las hace rebotar más. –La joven la miró un tanto confundida, no podía entender por qué alguien perdería el tiempo con semejante cosa ¿Qué objetivo tenía hacer algo así?
- Tú eras una reina ¿Cuándo aprendiste a hacer cosas así? He estado en muchos lugares y visto a mucha gente de la realeza, y ninguno de ellos sabía lanzar piedras.
- Je, je, sí, es normal. Tú sabes que a Anna le gustaba jugar mucho y algunos eran juegos que no serían bien vistos por los nobles, entre ellos estaba el lanzar piedras.
- Ya veo. No me sorprende viniendo de la reina Anna. –Le fue sencillo a Elsa reconocer la nostalgia en los ojos de la joven. Ya había notado que Catherine comenzaba a dejar que unos pocos sentimientos empezaran a reflejarse en su cara, además del enojo cuando la empezó a privar de sus píldoras o cuando la obligó a aceptarla dentro de la fortaleza.
- ¿Seguimos lanzando piedras? Tal vez podrías decirme cómo hacer que reboten tantas veces.
- Mmm… no, ya está oscureciendo; dormiré esta noche y mañana continuaré revisando a fondo las imágenes de mi computadora.
- Pero apenas está atardeciendo. Si ya no quieres lanzar rocas podríamos ver el atardecer, nunca lo haces.
- Ver el amanecer y el atardecer no es importante, a muchos les impresiona los cambios de colores en el cielo, pero sólo son efectos naturales. Los miré una vez durante una de mis investigaciones acerca del sol, pero ya no me interesa hacerlo.
- ¿Por qué todo tiene que tratarse de investigación? Debes empezar a hacer cosas sólo por el placer de hacerlo.
- A mí me place hacer mis investigaciones y mis inventos.
- Pero… ¿Algo además de eso?
- Todo lo demás carece de importancia.
- ¿Por qué piensas así?
- Elsa ¿Crees que habría llegado tan lejos en mis experimentos e inventos de haber perdido mi tiempo en cosas vanas como contemplar el atardecer sólo porque sí? Por supuesto que no. Nadie sabe de lo que son capaces los humanos sin distractores, pero ya deberían tener una idea después de todo lo que he hecho. Jamás he perdido mi tiempo en nada, todo lo he invertido bien en mis investigaciones, y gracias a eso, hice que en pocos años el mundo entero avanzara en tecnología y medicina; no es que esté siendo engreída, pero sé muy bien que, sin mí, habrían tardado siglos en lograr esto.
- Tienes razón, no me quedan dudas. Pero creo que ya has trabajado demasiado, toda tu vida de hecho; ya es tiempo de que empieces a divertirte, relajarte. Lo que le has dado al mundo es más que suficiente, deja que ellos continúen progresando por ellos mismos.
- Los humanos no saben hacerlo, nadie ha intentado crear mejores edificios, vehículos, ni medicinas, sólo yo. No sólo los primeros inventos que hice, los he estado mejorando todo el tiempo, si me detengo ellos lo echarán a perder, siempre lo hacen, siempre. –Escuchar esas palabras, hizo que Elsa pensara por un momento antes de seguir hablando. No entendía del todo qué era lo que le preocupaba a la joven ¿Qué arruinaran los progresos que había hecho si se detenía? ¿O es que acaso…?
- Catherine… tus inventos ¿Los hiciste sólo porque podías hacerlo, o… porque querías ayudar a las personas? -en los ojos de la chica, Elsa notó que no entendía de qué venía la pregunta- tus investigaciones e inventos, no son solo por el placer de hacerlos o probarte que puedes hacerlo ¿Verdad? Lo haces por ellos. Esta es tu forma de ayudar a la gente.
- Es mi forma de mostrarles lo inútiles que son ¿Cómo es que no pensaron en esas cosas antes de que yo naciera? ¿Cuánto tiempo habrían tardado en hacer, aunque fuera la mitad de lo que yo hice en un año?
- Ah, ya veo, -en ese momento, Elsa cayó en la cuenta de que el atardecer ya había pasado y ahora era de noche-. Bueno, ya oscureció, que descanses.
- Igual para ti. –Catherine se dio vuelta y entró en su laboratorio, donde Reinsdyr la esperaba echado en la cama.