Elsa no fue capaz de dormir como hubiera querido, pues cada cierto tiempo se despertaba por miedo a que Catherine cumpliera con lo que había dicho de cortarle la mano mientras estuviera dormida; cosa que al final nunca pasó. A la mañana siguiente, la platinada se levantó más tarde de lo que acostumbraba, y aún cansada debido al insomnio que había sufrido. Se acercó un poco al laboratorio de Catherine para comprobar que seguí adentro y que no saldría, y así fue; aún no estaba lista para verla después de lo que había pasado el día anterior.
Por su parte, Catherine parecía haberse olvidado de eso; pues dentro de su laboratorio, seguía trabajando igual que siempre. Lo primero de lo que se estaba encargando era el mejorar su microscopio para el nuevo análisis de las muestras que había conseguido. No le costó trabajo hacer esas mejoras, y prosiguió a observar las muestras con especial cuidado; al poco tiempo encontró las células ocultas que habían aparecido en las fotografías que su escáner le proporcionó, y continuó con su trabajo a partir de ahí.
Catherine conocía las formas de hacer que el cuerpo reaccione, por lo que debía tratar de encontrar cuál de ellas podría hacer reaccionar esas células. Optó por usar choques eléctricos, pero en diferentes niveles y esperar a que alguno diera resultado. Aunque, sobre todo, tenía cuidado de no dañar la muestra, pues no quería volver a salir a pedir más; pensaba que eso sólo la retrasaría.
Reinsdyr se mantuvo todo el tiempo a su lado y a pesar de lo ocupada que ella estaba, jamás lo descuidó, dándole puntualmente su mamila y haciendo que alguno de sus robots lo sacara cada que él tuviera que hacer sus necesidades, o si sólo tenía que ir a ejercitar sus patas. Cuando Elsa veía al pequeño reno paseando sólo con un robot, ella se preguntaba si Catherine hacía eso porque la estaba evitando o porque no quería descuidar su investigación.
Elsa provechó una noche para ir a visitar a su sobrino Anton; después de todo, él era el único que sabía en dónde vivían los padres de Catherine, y ya que tenía planeado llevarla con ellos, tenía que saber en dónde estaban. Con cuidado volvió a escabullirse en el castillo cuando anocheció y dejó un pequeño rastro de hielo para que Anton se diera cuenta de que ella estaba ahí.
En un principio, la joven tuvo problemas para conseguir lo que quería, pero con el paso de los días se acercó más y más, hasta que finalmente lo consiguió. Con un choque eléctrico moderado, Catherine hizo que la escama de Bruni se prendiera en llamas y se apagara, según como ella quisiera. Tuvo un resultado similar con la sangre de Elsa, pues con la electricidad podía hacer que se congelara o que sólo se escarchara ligeramente dependiendo de qué tan fuerte fuera la frecuencia eléctrica. Sin embargo, tuvo más problemas en lograr que reaccionaran de alguna manera las muestras de Gale y Nokk; pero al final lo consiguió también.