Al día siguiente Elsa despertó temprano y esperó más temprano de lo que acostumbraba, para poder ir a Arendelle y hablar con Anton, ya que quería que él también asistiera a las sesiones de baile para que Catherine se acostumbrara a bailar con más personas cerca; además de que necesitaba que llevara más discos y, así, enseñarla a bailar en ritmos diferentes. Aunque no estaba segura si él podría asistir a cada práctica, ya que entendía que un príncipe de su edad tenía muchas otras responsabilidades en el reino.
Al llegar al castillo, la quinto espíritu se asomó por la ventana del cuarto de su sobrio y lo encontró aun durmiendo tranquilamente. La posición en la que lo encontró le recordó mucho a su hermana Anna. No tuvo más opción que entrar con cuidado, abriendo la venta con su magia, y despertarlo.
Ambos sonrieron, se dieron un pequeño abrazo de despedida y, con cuidado de no ser vista, Elsa salió por la ventana y regresó al bosque encantado. Aún era temprano y Catherine no despertaba tan rápido sino se trataba de realizar algún experimento, así que tenía toda la confianza de que ella seguiría dormida, pero al llegar a la paya se dio cuenta de su error. Catherine y Freydis estaban sentadas en la arena esperando a que ella apareciera. Cuando la escucharon llegar, se voltearon a verla, se pusieron de pie y sacudieron la arena de sus ropas.
Mientras tanto, en la aldea de los Northuldra, los niños no dejaban de contarles a sus padres lo que habían aprendido con Catherine; claro que a los que no les había gustado, lo contaban miedo y desprecio, mientras que los que lo disfrutaron, lo contaban con una gran alegría, así como lo hizo Guri la primera vez que pasó un día con la joven científica.
Sin importar cual versión escuchara, la reacción de los padres era la misma: Desaprobación. Muchos años atrás, cuando Elsa y Anna recién habían logrado que los Northuldra y los ciudadanos de Arendelle se conocieran, mucha gente de la tribu decidió dejar el bosque encantado; tal fue la cantidad que se corrió el rumor de que ya no había nadie viviendo allá y la tribu había desaparecido. Ahora, a los padres les preocupaba que eso volviera a pasar con sus hijos, temían que, como ya habían probado un poco de la vida fuera del bosque gracias a los extraños inventos de Catherine, decidieran ir a Arendelle, vivir allá y olvidarse del bosque como había sucedido.
Molestos y asustados, fueron a hablar con Honeymaren para pedirle que, sin importar cuanto suplicaran los niños, no los volvería a llevar con esa mujer, y Honey no tuvo más opción que ceder, pues ella tampoco quería que el número de su tribu volviera a descender tan drásticamente como aquella vez. Sin embargo, Guri estaba lo suficientemente cerca para escuchar la conversación; pues había seguido a los adultos al notarlos molestos. Obviamente no le gustó lo que escuchó, pero no iba a actuar de inmediato, primero debía hablarlo con sus “compañeros”, los otros niños que, como ella, habían disfrutado mucho de todos los inventos de Catherine y lo que habían aprendido y visto con ella.