Capítulo 39
Elsa no lo podía creer. Después de tantos años… Anna estaba justo frente a ella. Quería abrazarla, estrujarla, hablarle de todo lo que había pasado desde que se había ido, pero, por alguna razón, no era capaz de decir nada. Anna estaba mirando atentamente a Catherine, sonriéndole con afecto y orgullo. Era casi como si ella hubiera esperado que la joven la trajera de vuelta algún día. Por su parte, la azabache seguía tratando de parecer serena, pero Elsa podría notar que estaba temblando. Anna trató de acercarse más a la joven, pero Catherine retrocedió e hizo una reverencia.
- Mi reina, Reina Anna. Lamento si… sé que no tenía el derecho de… lo siento, pero…. –Catherine permaneció inclinada, no se atrevía a mirar a Anna.
- Tranquila, mi niña, no tienes nada de qué disculparte. En verdad te agradezco que me trajeras de vuelta. Vamos, enderézate, ya no soy la reina, no te tienes que inclinar más ante mí. –Volvió a tratar de acercarse, pero Catherine volvió a retroceder.
- Siempre será mi reina.
- Je, je, está bien, pero enderézate. Ha pasado tiempo, por lo que veo. Estás más grande, déjame verte bien. –Lentamente, Catherine se enderezó para dejar que Anna la mirara, pero continuaba con los ojos en el suelo. El verla así, hizo que Elsa también tratara de acercarse, pero Catherine también retrocedió.
- ¿Estás bien? –El comportamiento de la joven ya empezaba a preocuparla.
- Sí, lo estoy. –Catherine levantó la vista para mirar a Elsa, pero después de responder volvió a agacharla. Anna miró a la chica y después a su hermana, soltó una pequeña risilla y se acercó a la platinada.
- Elsa, -la abrazó, Elsa correspondió el abrazo; aunque se esforzaron por no llorar, las lágrimas no dejaban de salir-, perdóname, no te saludé primero.
- No… no importa. Entiendo que te sorprendió… despertar aquí.
- No tienes idea de cuanto te extrañé.
- Créeme, yo te extrañé más.
Catherine observó en silencio a las dos hermanas, incluso pensó que sería mejor que saliera para darles más privacidad, pero antes de que se pudiera mover, Anna volvió a mirarla, soltó a Elsa y se apartó un poco para mirarlas a las dos.
- No tienes de qué preocuparte por Catherine, Elsa, me parece que ella sólo está tratando de calmarse. Son muchas emociones rondando dentro de ti, ¿Verdad, pequeña? -Catherine sólo pudo asentir con la cabeza-. Tú has estado cuidando de ella ¿No es cierto, Elsa?
- Sí, bueno no… bueno, algo así.
- La verdad, siempre supe que algún día se conocerían. Incluso pensé… que notarías su problema con las emociones.
- Ella, ha aprendido mucho Anna, ha progresado, pero aún le es un poco difícil en ocasiones.
- Lo sé, lo has hecho bien, Elsa, gracias por cuidar de ella cuando me fui. Y Catherine, creo que ya sé por qué estás tan abrumada ahora. Tú y Elsa tuvieron algo que ver ¿Verdad? Ustedes están o estuvieron juntas. –Al escuchar eso, Catherine levantó la mirada de golpe.
- Yo… no fue mí… lo siento mucho.
- Por favor, ya no te disculpes. Sé que sabías lo que yo sentía por ella, pero el que estén juntas no significa que me traicionaron de alguna manea. En serio, todo está bien. Catherine, yo mejor que nade sé lo irresistible que es Elsa; me alegra que ella haya sido tu primer amor. Y Elsa, no me sorprende que llegaras a tener sentimientos por Catherine. Ambas… tienen muchas similitudes.
- Sí, pensé lo mismo cuando Anton me contó sobre ella. Es por eso que me decidí a ayudarla, como tú lo estabas haciendo. –Anna sonrió, acarició la mejilla de la platinada y después trató de acercarse a Catherine otra vez. En esta ocasión, la joven no se apartó.
- No hace falta que te pregunte si has aprendido algo las lecciones de Elsa, el hecho de que ambas sean pareja me lo dice todo. Sin duda te fue muy difícil, pero sabía que lo lograrías.
- Gracias, mi Reina.
- Dime ¿Visitaste a tus padres?
- Sí, Elsa me llevó con ellos. –Por la expresión de Catherine al escuchar sobre sus padres, Anna se hizo una idea de cómo fue ese encuentro, por lo que no siguió preguntando por ellos.
- ¿Conociste a tu hermana?
- Sí, Elsa la llevó al bosque para que la conociera. Pasamos juntas un tiempo, mientras le enseñaba algunas cosas de medicina. –La azabache volvió a agachar la mirada al referirse a la medicina. Anna ya había muerto cuando hizo sus investigaciones sobre eso, sabía muy bien como la veían las personas gracias a todo lo que hizo y le asustó pensar que la reina la pudiera ver así si le decía la verdad.
- Catherine, puedo ver que me ocultas algo, es sobre la medicina ¿No es cierto? ¿Tus métodos para conseguir resultados? –Mientas hablaba, Catherine había empezado a temblar de nuevo. No quería ocultarle nada a su reina, pero le aterraba decirle. Era un sentimiento raro y muy incómodo, jamás le había preocupado contarle a Anna sobre sus investigaciones.
- Lo que hice… yo… sólo intentaba ayudar.
- Anna, tal vez podrían dejar esa conversación para después.
- No, no, está bien. Vamos Catherine, dímelo, sabes que me puedes decir lo que sea.
- Si lo digo… me odiarás igual que todos.
- Elsa lo sabe, pero no te odia. Vamos, dímelo. –Catherine no dejó de temblar, pero miró a Anna y tomó aire.
- Cuando usted murió, regresé a mis investigaciones con los animales, cuando terminé con ellos seguí con las personas.
- Entiendo, así lograste crear… bueno, todo lo necesario para traerme de vuelta.
- Sí.
- Mataste a muchos ¿Verdad?
- A muchos. –Volvió a bajar la mirada. Anna acaricio su cabeza con suavidad.
- Catherine, no te odies; sin duda, el resto del mundo ya te culpa y te odia lo suficiente por lo que pasó. No lo hagas tú también.
- Lo que hice….
- Fue necesario. Tú lo sabes y yo también. -Al escuchar eso, la joven volvió a levantar la mirada. Se encontró con la de la Reina, pero no vio odio ni temor, si no, afecto y comprensión, igual que siempre-. Los demás también lo saben, pero jamás lo admitirán en voz alta.