Capítulo 40
Cuando llegaron a la entrada del Bosque Encantado, Anna le pidió a Elsa que bajaran de Nokk ya que quería caminar desde ahí. Había pasado mucho tiempo de que estuvo en ese Bosque. La platinada aceptó, le pidió al caballo que se detuviera y ambas bajaron; lo primero que hizo Anna al bajar, fue estirarse un poco, cerrar los ojos e inhalar profundamente. Entendía que su nuevo cuerpo era artificial, pero lo sentía tan real, que le costaba trabajo creerlo. Catherine había hecho un gran trabajo.
- Se nota que lo disfrutas. Dime ¿Cómo se siente? ¿Es extraño, pesado, o algo así?
- No, este cuerpo se siente tal y como recuerdo que se sentía mi cuerpo normal. En verdad, no noto ninguna diferencia.
- Me alegra oírlo, -se acercó para tomarla de la mano-. Sí noté que la piel es la misma, incluso tu cuerpo es cálido.
- Je, je, así es. Vamos, muéstrame en dónde se aloja Catherine mientras está aquí. –Ambas empezaron a caminar tomadas de la mano, pero no permanecieron en silencio.
- Anna, la verdad, me sorprendió tu reacción cuando Catherine te contó lo que hizo durante sus investigaciones. No estoy diciendo que estuviera mal, sólo qué….
- Esperabas algún cambio en mi expresión, lo entiendo, pero no podía hacerlo, si lo hacía… sólo le habría dado la razón al dudar sobre contarme las cosas. Las dos sabemos que ella necesita alguien en quién confiar incondicionalmente. Yo seré eso. No voy a dejar de quererla sin importar lo que haga. Catherine es alguien muy especial para mí.
- Porque… ¿Te recuerda a mí?
- En parte.
- ¿Y entonces, lo que te dijo si te asustó, pero te controlaste? –Anna permaneció en silencio unos segundos.
- Para serte sincera… No, no me asustó, ni me sorprendió. Siempre supe que ella haría eso tarde o temprano. Recuerda que ya estaba experimentando con animales cuando yo seguía viva.
- Cierto, y la detuviste.
- Así es, pero sabía que seguiría adelante cuando yo ya no estuviera, después de todo, no seguiría aquí para impedírselo. Pero, tienes que entenderlo, Elsa, lo que hizo… lo que hace, no lo hace con malicia; así es ella, es lo que sabe hacer y no es cómo si lo pudiera evitar.
- Lo entiendo. A pesar de la atrocidad que hizo, siempre agradeceré que eso haya sido lo que te trajo de vuelta. –Anna se detuvo y miró a Elsa con una gran sonrisa llena de felicidad.
- Estoy muy feliz de volver, y ahora, finalmente, podremos estar juntas.
- Sí, juntas, juntas por siempre. –Ambas sonrieron felices, se abrazaron e hicieron algo con lo que siempre soñaron hacer: Se besaron por primera vez.
Por otra parte, en la prisión, Anton no entendía lo que aquel hombre le acababa de decir. ¿Un plan? ¿Un plan de Anna, su abuela? ¿De qué estaba hablando? Ni siquiera estaba del todo seguro de que pudiera creer en lo que ese tipo le decía. Era un criminal después de todo. Aun así, tenía que escuchar lo que le fuera a decir, ya después juzgaría si era verdad o no.
- Habla, ¿A qué plan te refieres?
- Buenos, supongo que no importa que te lo diga estando ya a estas alturas. Además, lo mencioné, no puedo sólo negarlo. Es mejor que te pongas cómodo, porque esto podría ser largo. -Anton hizo caso, se acomodó mejor en la silla listo para escuchar-. Veamos, creo que empezaré con esto: El nacimiento de Catherine o, mejor dicho, el que Catherine naciera con ese intelecto, no fue un accidente, no fue casualidad, Anna y yo nos encargamos de que eso fuera posible.
Anton tenía los ojos como platos al escuchar eso, pero no dijo nada, no iba a interrumpir y, de alguna forma desviar el tema. El científico siguió hablando. Le contó que había nacido con una mente más avanzada que la de los demás, pero eso hizo que muchos se apartaran de él, por lo que pasó su infancia y parte de su adultez solo, hasta el día en que conoció a la reina Anna.
Él había ido al castillo a solicitar un permiso para construir algo en una parte del bosque a las afueras de Arendelle. Anna le preguntó ¿Por qué construir tan apartado de la ciudad? ¿Qué pensaba hacer? El hombre dijo que nunca había encajado bien en la sociedad y, cómo siempre estuvo solo, quería crear un lugar donde estaría cómodo, solo y feliz. La reina mostró interés en saber por qué decía estar solo, así que lo invitó a tomar un té para que le contara su historia. Al terminar, ella lo miró con comprensión.
- Eres diferente, y los demás te evitan por eso.
- Sí. En la escuela, en casa, siempre fue como si mi ritmo fuera 3 pasos por delante de los demás. Mis calificaciones siempre fueron perfectas, mis padres estaban orgullosos, aunque les habría gustado que llevara amigos a casa, pero jamás pude hacer alguno.
- Seguramente estaban celosos.
- Sí, también lo creí.
- ¿Entonces eres un genio?
- Ja, ja, bueno, no sé si llegaría al extremo de llamarme así, pero… supongo. Aunque todo lo que intento crear falla o simplemente soy incapaz de terminarlo. Todos los que saben de eso siempre se burlan, dicen que seré inteligente, pero soy un inútil. La verdad, creo que tienen razón.
- No, yo no lo creo. No eres el primero que se siente sólo o fuera de lugar en este mundo, y dudo que llegues a ser el último. Sin duda sabes de mi hermana mayor, ella también estuvo sola muchos años por haber nacido diferente. Eso jamás me pareció justo.
- No, no lo fue.
- Y aún sigo viendo ese tipo de cosas cada vez que salgo a pasear a la ciudad; niños solos, aislados de los demás; noto la soledad en los ojos de algunos adultos, y no puedo hacer nada al respecto. Ni siquiera yo escapo de los malos pensamientos de las personas.
- ¿De qué habla?
- Bueno… no es raro para muchos que yo no era… no era quién pensaba que gobernaría en Arendelle. Todos, siempre vieron a Elsa como la reina ideal: centrada, seria, firme, fuerte e inteligente. El único defecto que hizo que la vieran mal, fue su magia. Yo, por otro lado, siempre fui vista como la débil, ingenua y demasiado blanda. La verdad, no mucho creían que yo pudiera reinar debidamente.
- Pero les demostró que se equivocaban, ha reinado por años y lo ha hecho bien.
- Pues parece que no es suficiente. Si te dijera cuantas conspiraciones en mi contra he detenido, no lo creerías. La última fue hace apenas unos meses y sé que habrá más muy pronto.
- Vaya, siento mucho escuchar eso. Es increíble que incluso usted tenga que pasar por eso, nadie ha tenido un gobernante más amable.
- Gracias. Las personas pueden llegar a ser muy crueles.
- Es por su primitiva forma de pensar, o bueno, nuestra primitiva forma de pensar. Todavía nos hace falta evolucionar. –Ese comentario despertó una idea en la reina Anna.
- ¿Y tú… eres capaz de hacer evolucionar a los humanos?
- Ja, ja, ja, ja, eso quisiera mi reina. Jamás podría hacer algo así.
- ¿Y podrías… crear a alguien que sí pueda?
- ¿Disculpe?
- Entiendo que cambiar a toda la raza humana es imposible para ti y para mí, pero con tu intelecto, con los recursos que yo puedo darte, ¿Podrías crear, aunque sea, sólo una persona, que pueda hacer ese cambio?
- ¿Crear una persona así? Admito que esperar a que sólo nazca alguien así es como esperar a que bajen los dioses del cielo, pero que yo pueda crearlo….
- ¿No puedes? Está bien, descuida. Debí saber que eso no es más que una fantasía.
- Sería sumamente difícil, y debe saber que, si lo consigo, seguramente tardaré años.
- ¡Entonces sí lo puedes hacer!
- Puedo intentarlo, pero no le puedo prometer nada. Ya le comenté que yo…
- Nunca terminas nada, lo entiendo y está bien, prefiero esa pequeña esperanza a no tener nada. Te daré lo que necesites, todo lo que pidas, sólo inténtalo.
- Sí, sin duda lo haré, pero… aunque lograra hacerlo, hacer que alguien dé a luz a alguien así ¿Qué pasará con ese niño después? Su sola inteligencia no será suficiente, en este mundo hay muchas cosas que lo podrían hacer tomar otros caminos. Nada garantiza que vaya a tratar de mejorar a la humanidad.
- Es cierto, y supongo que ahí tendremos que intervenir nosotros.
- ¿Cómo?
- Ambos sabemos que las personas no aceptan lo que es diferente a ellos, si nace un bebé con ese nivel de inteligencia, seguramente sus padres se espantaran. Aunque suene mal, tratarán de deshacerse de él. Ahí entrarás tú, harás una búsqueda de bebés inteligentes, digamos un… programa para fomentar la educación en esos niños. No tardarán en aparecer los padres el bebé que buscamos y, cuando lo hagan, no creo que se opongan si te ofreces a quedarte con él.
- Entiendo y, suponiendo que me regalen a su hijo ¿Qué deberé hacer después?
- Querías un lugar subterráneo ¿No? Lo tendrás y llevarás al bebé ahí. Contrata ayuda, uno o dos hombres que no parezcan expresar emociones, que ellos encarguen de criarlo. No le hablarán, no tendrán más contacto que alimentar y procurar que no se lastime. Tú también permanecerás al margen. Sólo le darás lo necesario para que crezca formándose del modo que necesitamos.
- Imagino que eso sería información científica, datos, números, herramientas y cosas así.
- Sí. Seguramente esto es cruel, pero necesario. Necesitamos que crezca libre de las ataduras de las personas. Si no conoce los sentimientos y las emociones llegará muy lejos. Cuando lo consideres listo, déjalo salir del subterráneo, es más, déjalo solo, solo en ese laboratorio para que pueda crear a su antojo.
- Pero si sale al mundo se topará con esas emociones y demás. También con las personas que lo mirarán y tratará diferente. Seguramente no le importará y ni siquiera lo entenderá, pero ¿Eso no sería contra producente para lo que queremos lograr?
- Ahí entraré yo.
- ¿Ahora usted?
- Sí. Tu trabajo ya habrá terminado cuando ese niño salga al mundo y, si lo hiciste bien, él empezará a crear un sin fin de cosas nuevas y necesarias para el mundo; sin embargo, para hacerlo necesitará permisos, recursos. No tendrá más opción que solicitarlos a la reina, a mí. Yo comenzaré a acercarme a él, a darle todo el contacto humano del que careció durante su crecimiento; sobre todo, le daré el permiso especial que necesita y los recursos para que pueda crear.
- ¿Pero para qué acercarse a él? ¿No dijo que tenía que estar libre de esas ataduras?
- Tú mismo lo dijiste, aquí afuera se topará con las emociones, i las enfoca todas las que le queden en mí y después muero…. Bueno, sabemos que ese tipo de despedidas no son fáciles, y menos para alguien que recién empieza a sentir.
- ¿Morir? ¿Usted se piensa suicidar?
- Si es necesario, pero quizá no lo sea, yo ya soy mayor, y si en serio tardas años en crear a ese niño, más los años que tarde en venir a verme…. Cielos, más bien me debería preocupar no tener vida suficiente para conocer a ese niño.
- Comprendo.
- Con algo así, definitivamente evitará las emociones después y, si lo hago bien, seguramente buscará un modo de traerme de vuelta, esta vez para siempre. Es lo que quiero. Vivir para siempre y estar a lado de mi hermana. Juntas, como siempre debió ser.
- Entonces de eso se trata todo, sólo quiere que la haga inmortal.
- No, también quiero que haga algo por la humanidad. Como lo dije al principio, quisiera que ese niño los ayude a evolucionar. Y si me trae de vuelta, imagino que ya estará a un par de pasos de lograrlo.
- ¿Y por qué haría algo así, si, en teoría, las personas no le importarían en realidad?
- Confió en que, cuanto termine de investigar todo en este mundo, le faltará una cosa más, la magia. Irá al Bosque Encantado para eso. Se encontrará con Elsa, y sé que ella no lo dejará ir por ahí siendo como es. Va a tratar de cambiarlo, de hacerle sentir. Si lo logra, comprenderá que la humanidad está mal y tratará de buscar cómo cambiar eso. Seguramente, cuando comience a sentir, volverá a buscarte, ya que eres lo más cercano a un padre; cuando lo haga, tendrás que encargarte de que termine de odiar a las personas, de alguna forma forzarlo a hacer humanos mejores.
- Supongo que no me costará trabajo hacerlo, pero esto es algo ambiguo. Dejamos muchas cosas a la surte. Casi no interferiremos en la vida de ese niño.
- Pero en los momentos que lo hagamos tenemos que asegurarnos de hacer las cosas bien, si lo hacemos, todo resultara. Al menos eso espero.
- Y si lo logramos ¿Hacerlo será lo correcto?
- Ya te lo dije que sé que es cruel, pero es necesario. Algo que nos enseñan tratándose de estrategias de guerra es que: el fin justifica los medios, y que todo se vale. En fin, ¿Lo harás?
- Con gusto haré lo que sea que me pida, mi reina. Gracias por ser la primera persona en necesitarme para algo.