Capítulo 42
Catherine se quedó un poco más en su laboratorio supervisando el trabajo de sus robots; cuando tuvo suficiente salió y fue a la ciudad de Arendelle, al principio sólo caminaba por ahí, pero sin darse cuenta llegó a la universidad de Freydis. Entró en el campus sin problemas ya que, en realidad, la entrada no estaba prohibida a ningún visitante. Siguió caminando por ahí casi sin ver a los estudiantes que pasaban por ahí, hasta que se topó con la persona que estaba buscando.
- ¿Catherine? ¡Catherine! Que gusto verte. -Aunque estaba caminando junto a su amiga, en cuanto Freydis vio a su hermana no dudo en correr hacia ella y abrazarla-. No es común que tú vengas a visitarme, y no es que no me guste verte aquí, pero… ¿A qué debo tu visita?
- Hola Freydis, lamento si interrumpí algo con tu amiga. La verdad no estoy muy segura de por qué vine, quizá… quizá sólo quería verte.
- Je, je, no sabes lo feliz que me hace escuchar eso. Tú tenías ganas de verme. –Eyra, la amiga de Freydis, se interesó en la conversación que estaban teniendo las hermanas, así que se acercó más.
- Así que tú eres Catherine, creo que todavía no tenía el placer de conocerte. Vaya que eres idéntica a Freydis, o bueno, ella es muy parecida a ti.
- Tú debes ser Eyra, Freydis ya me ha hablado de ti.
- ¿En serie? Bueno, me da gusto. Oye, no es por ofenderte ni nada de eso, pero tengo entendido que tú prefieres estar sola en tu laboratorio subterráneo o en el bosque encantado, sin embargo ahora dices que querías ver a Freydis por alguna razón. Dime la verdad ¿Por qué la querías ver? Sé que hay una mejor respuesta que la anterior.
- Bueno, quería verla porque… ¿Cómo explicarlo? Creo que necesitaba estar con ella.
- ¿Por qué?
- Eyra, no la interrogues. Es la primera vez que viene a verme a la escuela, tal vez sería bueno ir las tres por un café.
- Porque Freydis es mi sangre, es de las pocas personas que me acepta como soy y… a pesar de ser una adulta, siempre fue sincera conmigo desde el día que nos conocimos. –Esa respuesta dejó callada a Eyra y pensativa a Freydis.
- Eh… bueno… me alagas hermana y estoy muy feliz de que estés aquí. Vamos, vayamos las tres por un café. Te sorprendería lo buenos que son los cafés del campus.
- Quisiera acompañarlas, pero sabes que tengo mucho trabajo qué hacer, además, sé que les gustaría más estar sólo ustedes dos, sobre todo si quieren hablar, así que nos vemos, dejaré de ser el mal trio.
Eyra se despidió cortésmente de Catherine y le dio un pequeño beso en la mejilla a Freydis como despedida. Cuando se fue, las hermanas fueron a la cafetería que había en el campus. La azabache buscó una mesa, mientras que su hermana fue a pedir un par de capuchinos fríos y, ya que le entregaron su orden, fue a la mesa en dónde esperaba Catherine.
- Aquí está. No sé si has probado los capuchinos, pero créeme que te gustarán. -ambas les dieron unos sorbos a sus bebidas- ¿Hay algo de lo que quieras hablar? –Catherine la miró, después volvió a mirar su vaso y dio otro sorbo.
- Terminé con Elsa.
- ¡¿Qué?! ¿Por qué?
- No te sorprendas, todos sabían que lo nuestro no iba a durar. Yo la amo y siempre lo haré, pero no podía darle lo que ella quería.
- Hablas de….
- El apareamiento, o como algunos humanos le llaman, relaciones íntimas. Siempre supe que no le podría dar eso, aunque traté de prepararme para que se lo pudiera dar si en algún momento Elsa me lo pedía, pero no pude hacerlo. Tal parece que hasta yo tengo límites.
- Hay perdonas a las que no les gusta hacerlo, son llamados asexuales. Quizá tú eres así, por eso no pudiste hacer que te interesara estar con Elsa, tú naciste de esa forma y no lo puedes cambiar. No te sientas mal por eso, nadie puede evitar ser como es.
- Yo no pedí nacer así. –Catherine miró otra vez su capuchino y le dio algunos sorbos, mientras recordaba otra ocasión en la que usó esa misma frase.
- Je, je, ya sé que no, nadie puede decidir eso, quizá no está bien que lo diga ya que soy doctora, pero… podría decirse que es cuestión de suerte.
- Quizá en parte sí. –Freydis miró a su hermana un momento, tomó un sorbo de su capuchino y volvió a hablar.
- Sé que no te conozco tanto como me gustaría, pero… creo que hay algo más que quieres decir. Adelante, dilo, sabes que no debes temer conmigo. –Catherine titubeó un segundo.
- He decidido irme.
- ¿Irte? ¿Harás otro viaje por el mundo? Creí que ya habías averiguado todo lo que querías de este planeta.
- Así es, no voy a volver a recorrer este mundo. Freydis… me iré a otro planeta.
- ¿Qué dijiste? ¿De qué estás hablando?
- He estado investigando, hay un planeta que podría albergar vida, pienso ir ahí y, si no está habitado, lo poblaré con clones que hice de todos los seres humanos de este planeta, pero mejorados. –Freydis hizo a un lado su bebida, se puso de pie y dio un golpe en la mesa.
- ¡Ya basta! No entiendo de qué estás hablando ¿Qué demonios estás diciendo? ¿Irte? ¿Otro planeta? ¿Clones? No entiendo nada.
- Logré evolucionar a la humanidad, lo hice con los clones.
- Sigo sin entender ¿Por qué te vas? Por favor explícame.
- Quizá lo entiendas mejor si vienes a mi laboratorio.