¿cómo huir de un marido tóxico?

¿Dónde estoy?

Daniela

Apenas abrí los ojos sentí un horrible dolor de cabeza, como si un puñal se enterrará en el costado derecho de mi cabeza, una y otra vez. Con mi vista aún borrosa y el dolor zumbando, intenté abrir los ojos solo para ver a aquel apuesto hombre, que sentado en una silla y cruzando los brazos, parece dormir con el ceño arrugado.

De cabellera negra, buena contextura y un traje que evidentemente es muy caro; estoy segura de que no es alguien que conozca. No olvidaría un rostro ni un cuerpo como ese.

Intento ponerme de pie moviéndome hacia la orilla de la cama, y me doy cuenta de que llevó encima una bata. Observando con detalle a mi alrededor, estoy en una habitación blanca, con una cama del mismo color, hay una bolsa de suero colgando a un costado, y un televisor apagado en frente. Por lo que veo, este es un hospital, y no sé si ese hombre es un médico o algo así, aunque no tiene una bata blanca que lo identifique como tal.

¿Por qué estoy en el hospital? No puedo recordarlo muy bien.

El hombre se quejó, pero siguió durmiendo, debe ser bastante incómodo dormir sobre esa silla. Confundida me quedé mirándolo, en verdad es primera vez que lo veo y si está acá podría ser que se equivocó de habitación o bien es quien me salvó de ese desquiciado...

Poco a poco comienzo a recordar, todo fue culpa de ese infame escritor sin talento que sacó un arma en medio de la calle y disparó contra mí, luego de rechazar su libro por considerarlo basura. Creí que había muerto.

Pero, sigo viva. Y con eso es suficiente. Apenas pueda encontrar mi teléfono, llamaré a Javier para decirle que me traiga el trabajo acá. No puedo dejar que este pequeño inconveniente retrase los proyectos que deben publicarse en este mes.

—Veo que has despertado —dijo el hombre sentado en la silla, despertando y colocándose de pie.

Opte por alzar una ceja sin entender quién es este tipo y por qué me habla con esa familiaridad. No niego que es de mi gusto, y verlo así, parado, imponente, con esa expresión intimidante, me hace querer meterlo a mi cama. Pero que le hablé así a una mujer que acaba de conocer le quita muchos puntos.

—¿Hasta dónde piensas llegar? ¿Estás loca? —me reprendió e hice una mueca aun sin entenderlo.

Vi como sacó un papel en el bolsillo y prácticamente me lo puso frente a la cara.
—No podemos seguir así, firma el divorcio de una vez —y colocó un lápiz en mi mano.

Pestañeé aún más confundida ¿Divorcio? Pero, ¡Si no estoy casada! ¡¿Qué pesadilla horrible es esta?! Cuando noté mis manos me di cuenta de que hay un anillo, y entrando en pánico aparte al loco apuesto de mi camino corriendo hacia el baño, necesito mojar mi cara y despertar de este suplicio. Jamás en mi vida cometería la estupidez de casarme, aún incluso con un hombre como ese.

Sin embargo, apenas vi mi reflejo en el espejo, me quedé enmudecida ¿Quién es esta mujer? Cabellos de castaño claro, ojos color azul, y tez blanca, delgada, por lo menos con un par de tallas menos de pecho que yo... ¿Qué... broma es esta?

¡Mierda! ¿Qué está pasando? ¿Estoy en coma y todo esto es solo una ilusión?

—Daniela ¿Quieres seguir burlándote de mí? ¿Qué significa este comportamiento? —dijo el hombre, quien me siguió hasta el baño, llevándose una mano a la cabeza y luego suspirando con paciencia—. Esto es lo que querías ¿Por qué ahora reaccionas así? Querías tu libertad, ser libre, acabar con todo esto... ¿Por qué sigues negándote a divorciarte cuando entre nosotros no hay nada?

¿Por qué parece que le duele decir esto? Pero, lo importante, ¡¿Quién mierda es Daniela?!

Le quité la hoja de divorcio para leer los nombres anotados en el documento "Daniela Flores" y "Eric Valverde"...

No puede ser.

¡No puede estar pasándome esto! Es una burla del destino, es como esas novelas donde a la protagonista la atropella un camión y se despierta en un videojuego, en un libro o un programa de televisión. Pero, lo mío es peor, sí, señor... ¡Estoy atrapada en el libro de ese escritor fracasado que acabó con mi vida!

—Tú —le dije señalando al hombre mientras retrocedo mirando la puerta para salir de la habitación—. Eres ese infame poco hombre de Eric Valverde...

Abrió los ojos como si le sorprendieran mis palabras.

—¿Infame? ¿Poco hombre? —preguntó para luego tensar su rostro—. ¿Desde cuándo hablas de esa forma? ¿Estás bien? Estás actuando extraño.

Como sea, debo alejarme de este protagonista tóxico. Finalizar este matrimonio es la solución.

—Eso, sí, es lo mejor —tomé el papel del divorcio leyéndolo con atención.

Daniela Flores es una de las protagonistas más tontas que he leído, se enamoró del hombre con el cual estaba comprometida de niña, luego que le salvara la vida. Y creyó que al casarse serían felices. Sin embargo, él la odia, se casó con ella sin amor. Busca a la niña que lo salvó, ella su verdadero amor y con quien este tipo quiere casarse. Sumando además una suegra maldita y cruel, y una cuñada desgraciada e infantil. La protagonista es una sumisa dueña de casa que ha dejado que todos abusen de ella, que su suegra la trate como una sirvienta, su cuñada como una esclava. Es como un trapero que por voluntad se lanzó al suelo y permite que todos la pisoteen. Y su marido, que incluso duerme en otra habitación, le tiene tanto asco que la única vez que tuvieron un contacto fue cuando la besó en su matrimonio.

En otras palabras, está la típica historia de siempre, de la mujer dócil y dulce que sufre en manos de una cruel familia y un marido que de seguro es infiel con una secretaria ambiciosa que le mete ideas y este tonto es manipulado sin darse cuenta. No cometí errores al llamarla novela fracasada.

Sí, que tiene una vida bastante dramática, abusiva y sufrida, esa tal Daniela Flores... seguí leyendo el documento antes de bufar de mala gana y me detuve en la indemnización que recibirá esa mujer al firmar el divorcio.




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