Relatan los antiguos griegos, que el frío corazón del Dios del Inframundo Hades había sido conquistado por una bella doncella llamada Perséfone. Ésta era hija de Deméter, diosa de la agricultura y Zeus, Dios del Olimpo. Como todo un caballero Hades pidió la mano de Perséfone en matrimonio, pero Deméter no permitiría que Hades desposará a su amada hija. Entonces, Deméter tomo a su hija y abandonó el Olimpo, se internaron en los bosques donde nadie pudiera hallarlas.
Sin embargo, Hades en su agonía de amor buscó en cada rincón de la tierra y del cielo para encontrar a su amor, relatan las historias que él cada amanecer solía posarse en la montaña más alta para observar la tierra y cada atardecer al no encontrar a su amor, rompía en llanto, su lamento era tan grande que sus lágrimas caían como grandes gotas de lluvia del cielo, el mar se estremecía, la vida guardaba silencio ante su llanto.
Entonces sucedió, una pequeña risa se hizo paso ante el lamento, secó sus lágrimas y la vio, allí tan delicada, tan hermosa, tan frágil, ahí estaba su amor, sin dudarlo descendió a la tierra, la tomó entre sus brazos y la llevó a lo más profundo del Inframundo. Deméter que no vio lo que había ocurrido rompió en llanto al no encontrar a su hija.
La tierra se secó, las plantas dejaron de florecer y comenzaron a morir, la Diosa de la agricultura no podía dar vida cuando le habían arrancado a ella la vida, descendió a los infiernos en busca de su hija, pero no la hallo.
Relatan los antiguos griegos que, ante la agonía de la tierra, Perséfone fue devuelta a su madre, que su descenso al Inframundo y el ascenso a la tierra marcan las estaciones del año, pero lo que relataron los antiguos griegos fue como una dulce doncella pudo conquistar el corazón del Dios del Inframundo