Como la lluvia

III

Es sábado y el reloj marca las diez de la mañana, no quiero levantarme, pero se me hace demasiado extraño que mi Tía Lara no este rompiendo las pelotas para que me levanté, antes situaciones como esta hay que pedir un deseo y sin pensarlo mucho deseo recordar el rostro del hombre de mis sueños, deseo saber porque está sufriendo y como puedo encontrarlo. Al entrar a la cocina por un vaso de agua veo la nota:

Celeste

Fui a trabajar

Mi tía tan explicativa como siempre, aunque creo que anoche estuvo hablando de un tal Enrique, el hermano mayor de la familia para la que trabaja, la verdad no le presta mucha atención, admito que no soy una flor de educción y que algunos cuantos chancletazos no me vendrían mal, pero gracias a Dios y a la rosa de Guadalupe a mi tía no se le ha pasado por la cabeza la brillante idea.

Plan del día:

  1. Pasar el día vestida de indigente
  2. Comer pororó (palomitas de maíz)
  3. Volver a dormir
  4. Tener una botella con agua sobre la mesa de luz por si me da sed para no tener que levantarme de la cama
  5. Si alguien llama a la puerta, la misión es ignorar al mundo

Al volver a abrir los ojos ya eran las 18:43 de la tarde, veo por la ventana como las nubes negras van amasando una fuerte tormenta, las primeras gotas de lluvia aterrizan sobre mi ventana, el ruido del impacto me da ganas de ir al baño. Al salir del baño, veo la cartera de mano de mi Tía con sus pastillas para el corazón.

Gracias Universo por conspirar en mi contra y hacerme salir de la comodidad de mi cama, ahora tendré que ir hasta donde trabaja mi Tía para llevar sus medicamentos. En verdad, muchas gracias, te mereces un premio nivel de la paz.

 




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