Jonathan
Exhalé derrotado desde la cama. Esa chica una vez más complicaba mi mundo. Hacía tan solo unos minutos que Katherine dejo la habitación y ya me sentía ansioso por su llegada en un par de horas. Esto no podía suceder, nuestro destino había sido dictaminado aquel día de nuestra ruptura. Al pensar en la manera tan triste que reaccionó a ello en el pasado, sentí mi respiración cortarse y un sentimiento de culpa me invadió. Odié pensar que fue debido a lo que hice su cambio de personalidad; todo eso me sabía amargo. Deseaba pensar que era simplemente porque deseaba llevar una vida diferente, pero con ella nunca se podía saber nada con certeza.
Anoche sin duda me hizo estremecer. Fue peligroso tenerla tan cerca y lo peor es que Katherine parecía recordar lo que pasó. Anhelaba que nunca pensara en eso y era preferible que siguiera odiándome como siempre. Eso era más sencillo de afrontar.
Cuando comencé a pensar en lo que sucedió solo podía ver la imagen mental de nuestra respiración chocando salvajemente junto a nuestros rostros, saboreaba en mi mente sus labios sobre los míos; lo deseaba más que a nada en ese momento, pero unos segundos antes de que algo en verdad pasara entre nosotros y terminara por arruinarlo todo, ella se desplomó y vomitó encima de mío. Fue claramente más humillante para mí que para ella, ya que yo era el que estaba desesperado por tenerla sobre mis brazos. Al mirarla detenidamente me preguntaba si siempre había sido tan hermosa.
Cuando volvió en sus sentidos una hora después, estaba demacrada y no tenía un buen olor. Suspiré. No podía dejarla así.
—Ven, nos vamos— la tome en brazos, posicionando su frágil cabeza en mi pecho.
— ¡¿Pero qué haces?!—Gritó enojada—. ¡No me toques!
Me empujó hacia atrás logrando que perdiera el equilibrio. Pero para su mala suerte, ella también trastabilló y sólo alcancé a intercambiarme de lugar con ella para recibir el golpe y amortiguarle la caída.
—Eres una inconsciente— le espeté—. ¿Acaso no ves lo que ocasionas?
Katherine bajo la cabeza y volví al pasado. Cada vez que hacía ese lindo gesto no podía evitar perdonarla. Se veía totalmente linda. Reprimí las ganas de acariciar su cabello y la ayudé a incorporarse de manera indiferente. Caminamos a mi automóvil con paso lento.
—Está bien, puedo subir sola—dijo mientras me movía a un lado para poder abrirle la puerta.
Desde que volví a verla en el dormitorio, emitía un aura completamente diferente. Reflejaba cierta frialdad, desprecio y sobre todo decepción. Lo mío nunca han sido las demostraciones de afecto, así fui educado; para mantener la imagen de chico sereno y calculador, por lo que no empezaría a esta edad. Pero lamentablemente aun no aprendía a que las cosas dejaran de dolerme. Aunque no lo demostrara en verdad me afectaba.
Al llegar nos escabullimos lejos del guardia en turno, ellos siempre me veían a estas horas ingresar a mi dormitorio; pero sé que con ella se comportarían de manera diferente y por eso necesitaba encubrirla. Cuando estábamos a unos metros de nuestra habitación, escuché unos pasos acercarse a toda velocidad. Apenas logré hacernos a un lado y la recosté conmigo atrás de un gran mueble que lo decoraba. Me agaché rápidamente.
— ¡Déjame ir! ¡Ayuda!— comenzó a gritar.
Entré en pánico. No pensé en nada más, así que me acerqué y le di un beso largo para lograr silenciarla. Un choque eléctrico nos unió un poco, su mano empujó mi cara hacia ella hasta estar de una manera cómoda; la adrenalina de estar en una situación así me recorría, me hizo olvidar el hecho del guardia buscando a la chica de los gritos. Su ternura me estaba devastando, me estremecí como cuando empezábamos a salir, pero esto era aprovecharme de ella, me tenía mucho resentimiento y estaba borracha. La aparté y miré unas lágrimas correr de sus mejillas... mierda, esto era parecido a lo de antes, solo es una cría.
—Te odio—susurró a base de sorbos de nariz y lloriqueos—. Te odio demasiado.
—Lo se Kate, lo sé.
Suspiré, había olvidado la razón por la que me alejé de ella. Fui a recostarla a su cama y la contemplé con los ojos hinchados. La ayudé a quitarse la ropa vomitada y la arropé.
Volví buscando mi caballo para pintar, con tantos recuerdos invadiendo mi mente necesitaba dejarlos ir junto con líneas y bosquejos de colores. Bajé hacia mi verdadera habitación y respiré con calma, era la más grande y privada del dormitorio de todos y estaba ocupada por mis cosas. Pero decidí sacrificar la privacidad y convertirlo en un mini estudio donde poder expresarme con la soledad y la calma que necesitaba. Y eso era justamente lo que buscaba esa noche.
Juliana
No podía dejar de caminar inquieta por la recámara. Si Katherine se enteraba de algo ya no seríamos más amigas. Las únicas dos cosas que ella no sabía sobre mí, necesitaba esconderlas. Me gustaba Jonathan, desde hace mucho tiempo he deseado que saliera conmigo y puede que esto sea un castigo. El verlos juntos me resultó insoportable, pero Katherine se había vuelto una compañera genial y era una chica honesta. Sin embargo, no dejaré que arruine lo que tanto me había costado.
Salí hacia la estancia buscando un abrigo, quedé de pasar por ella e irnos al club. Se veía tan bonita que sentí la envidia recorriéndome, me sorprendieron mis propios pensamientos. Nunca me había considerado del tipo celosa. Me saludó con una resplandeciente sonrisa y yo hice mi mayor esfuerzo por corresponderle. Nos encaminamos hacia mi chofer esperando que quedara deslumbrada por mi auto. Pero fue todo lo contrario, se limitó a saludar cortésmente y subió. Pensé que mi mentón caería lejos de mi rostro, jamás me había pasado algo similar y sin darme cuenta estaba riendo. Cuando bajamos a nuestro destino tenía todo planeado, ingresamos y le presenté algunas personas.
Editado: 07.12.2020