Como la primera vez

21. Paso número dos

Capítulo 21

Katherine

Intenté con todas mis fuerzas retenerme, no tenía que tomar aquel cuchillo y estrangular a Jonathan, claro que no. Necesitaba autocontrol. Aquella palabra estuvo rondando por mi mente todo el día. Desde en la mañana en cuanto abrí mis ojos hasta que llegó el momento de reencontrarme con Jonathan. Había logrado convencer a Edward de que se quedara esa noche conmigo, ya que el estar en plena soledad me haría estancarme en pensamientos que no me llevarían a nada. Pasamos todo el rato conversando sobre esas cosas sin sentido que tanto nos encantaban; hasta me habló de cómo le interesó aquella camarera y que tal vez pronto la invitara a salir. Estábamos acostados uno al lado del otro, sin tensión sexual, ni nada raro amenazando con destrozar nuestra bonita amistad. Simplemente estaba siendo el camarada que tanto necesitaba en mi vida.

—Todo esto es una locura—suspiró Edward soñoliento.

— ¿Qué cosa?

—Más bien qué no lo es—se dio media vuelta, quedándonos frente a frente. En el apartamento que había conseguido había una cama realmente grande y ningún sofá, así fue que decidimos compartirla—. Sabes que eso que tienes planeado con Jonathan solo te traerá más problemas. Vamos Katy, tu situación no es tan favorable como para que estés jugando con fuego. Bueno, en tu caso estás removiendo las cenizas aun calientes.

Me esforcé por achicarme en la cama, casi en posición fetal y apartando la vista de Edward.

—Lo único caliente entre nosotros es el resentimiento—dije después de meditar un rato mi respuesta.

— ¿Y si te terminas enamorando de nuevo? ¿Qué harás entonces?

Sentí como mi cuerpo se tensaba, el solo imaginarme aquello me ponía la piel de gallina. 

—Pues por supuesto que terminaría con una bala atravesando mi cráneo—contesté bastante segura—. Sé que en estos momentos parezco que vivo en el tonto cliché que hay en las novelas juveniles, pero no quiero terminar como uno de ellos, he leído bastantes novelas de romance en mi vida como para mezclarme simplemente entre otra de estas. Cada vez que le doy mi corazón a Jonathan el termina por destrozarme, siempre que confío en ese chico me defrauda.

Pasamos unos minutos en silencio, mientras Edward procesaba mis palabras.

—No quiero que te lastimen—sentenció con voz seria y sentí un calor emanar de mis mejillas—. Eres una persona sincera que como te he dicho, no espera nada de mí. ¿Sabes cuánto una persona como yo aprecia eso? Más que las tonterías que los de mi tonta clase siempre estamos diciendo acerca de que somos guapos, inteligentes o simplemente manejamos poder; nosotros nunca dejamos que nadie vea nuestras debilidades. Aquí es cazar o ser cazado. Estoy harto de vivir así, de vivir pretendiendo.

Aun en la penumbra en que nos encontrábamos me encogí de hombros.

—Claro que no tengo idea. Recuerda que yo desde que tengo memoria he batallado para conseguir dinero, y no es que tampoco esté reprochando a mis padres por vivir de esa manera o lo que sea. Pero lo que tengo claro es que mi orgullo se encuentra tan herido y devastado, que no podré solo hacer como un cachorro y lamerme las heridas. Creo que tú también comprendes que ahora no solo se metieron con mis sentimientos si no que juzgaron de una manera cruel lo único que tengo, mi integridad.  

Edward acarició levemente mi cabeza, moviendo su mano hacia los lados y palmeándome con toques suaves y constantes. Miré con aire distraído por la gran ventana que estaba en la pared izquierda de la habitación y contemplé con afán el cielo estrellado, esforzándome por encerrar mis recuerdos.

***

Había conseguido salir de mi habitación sin ensuciar mis manos con sangre. Pude mirar a Jonathan sin echármele encima y asesinarlo. El plan de hacerme su amiga ya estaba en marcha. Necesitaba primero pasar la fase dos, antes de proseguir con mi idea de seducirlo.   Una sonrisa surcó por mi rostro cuando recordaba la cara incrédula de Jonathan en el momento en que le dije que no estaba enojada con él y que admitía que yo había sido la culpable. Aunque si tenía que confesar, me quemó como ácido en el esófago pronunciar aquellas oraciones en donde afirmaba algo que no cometí.

Es por una buena causa, Kate. Me aseguró mi inconsciente. 

Alcé la cabeza con aire de victoria y sabía que tenía aun unos asuntos pendientes que resolver. Así que me puse en marcha. Caminé de prisa hasta la planta alta del dormitorio, pasando por alto las miradas curiosas y los cuchicheos que me asaltaban a cada segundo en mi recorrido. Al parecer lo que sucedió no fue algo que se quedó entre nosotros cuatro, si no que ese par de arpías no se detuvieron por nada del mundo. El imaginarme la cara fingida de Juliana me producía asco, nunca conocí a una persona tan hipócrita. Me resultaba algo impresionante de ver. Como esas cosas que uno encuentra con descuento en alguna tienda departamental y cuando ves su apariencia, crees que te estás ganando la lotería por poder fácilmente conseguir algo como eso; pero cuando llegas a casa e intentas probarlo, te das cuenta que no sirve, que se rompe al tacto o que no surte efecto. Eso era Juliana. Una persona defectuosa.

Miré salir con la cabeza gacha a Daphne, quien siempre se escondía detrás de esas enormes gafas. 



#25 en Joven Adulto
#300 en Otros
#135 en Humor

En el texto hay: drama, venganza, exnovio

Editado: 07.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.