Como la primera vez

29. Una noche en un motel de mala muerte

Katherine

Las cosas no habían terminado de la forma que esperaba. La que creí sería una noche conmovedora por el reencuentro familiar, acabó siendo casi el principio de la tercera guerra mundial. Me ardía la cara de vergüenza por haber actuado tan altanera frente a Jonathan y obligarlo a ir a semejante reunión sin saber exactamente en lo que lo estaba metiendo. Toda la velada la pasé con los ojos fijos en el plato, la actitud tan fría de sus padres me desconcertó tanto que no supe cómo debía actuar. Así que con miedo de poner todavía más tensas las cosas, simplemente actúe como si fuera parte de la decoración y no abrí para nada la boca. Escuchar los comentarios despectivos que le lanzaban a Jonathan me dificultaba bastante mi tarea de aparentar sumisión,  ya que sentía las palabras en la punta de la lengua, dispuestas a salir en su defensa, pero luego me reprendía a mí misma diciendo que no podía ser tan compasiva con mi enemigo. Cada que tenía oportunidad, ojeaba a Beatrice y me partía el corazón ver su expresión dolida mientras se llevaba cada bocado. Estaba bastante claro lo duro que trabajó para que todos pudieran verse, y que simplemente se hayan dedicado a atacarse o reprocharse cosas debía entristecerla profundamente. Pensé nuevamente en mis padres y recaí en lo afortunada que fui al tenerlos. Puede que tuviera carencias monetarias, pero jamás las tuve de afecto ni de comprensión. No podía ni imaginarme lo difícil que debía ser intentar complacer a las personas que más admiras y que estos nunca piensen que eres suficiente.

Al final, terminé haciendo enojar a su madre por los errores que cometí por mi nerviosismo y Jonathan me sacó deprisa del lugar. Al principio pensé que me protegió simplemente por el hecho de que eso le daría la excusa perfecta para huir, pero al ver como terminó llevándome a cenar después de confesarle el hambre que tenía, supe que sin duda lo había hecho por mí. Terminamos comiendo más de lo que debimos y comenzábamos a sentir el cuerpo pesado. Puede que no hubiéramos hecho mucho esfuerzo físico, pero mentalmente estábamos agotados y nos urgía regresar a nuestra habitación a descansar. Decidí que por ese día no seguiría con el plan de seducirlo ya que no era el momento más oportuno para ello, así que no le hice demasiada plática para que pudiera quedarse sumido en sus pensamientos.

 Poco después de levantarnos de la mesa y pagar, comenzó a llover. Al principio cayeron solo unas gotas de agua, luego evoluciono a una pequeña llovizna, pero cuando nos adentramos más a la autopista empezó a caer tanta agua que me asustó pensar que el cielo se caería encima de nosotros. El viento rugió con fuerza y comenzó a traer hojas y tierra hacia nosotros. El clima estaba demasiado agresivo para seguir conduciendo, yo me aferraba con fuerza al cinturón de seguridad, rezando por no encontrarnos con otro automóvil o camión de carga que pudiera derrapar y ocasionarnos un accidente. Pero después de que casi nos choca un carro por culpa de la que parecía ser una tormenta le rogué a Jonathan que nos detuviéramos.

— ¡Detente! —espeté histérica—. ¡Vamos a morir si seguimos así! Paremos en una gasolinera.

Jonathan que notó mi pánico, por lo que necesitó tranquilizarme asegurándome que pararíamos en la primera estación con la que nos cruzáramos. Y gracias al cielo, luego de cinco minutos por fin estuvimos frente a un par de negocios. Entre la espesa lluvia, pude divisar que uno de los establecimientos era un auto-servicio pero el otro negocio no tenía un letrero visible que me indicara exactamente que era.

—Nos quedaremos aquí mientras todo se calma, y en cuanto sea seguro avanzar me dirigiré a los dormitorios.

Asentí y me acurruqué en mi asiento. Ninguno de los dos era bueno conversando en ese tipo de situaciones. En el pasado, solía ser yo quien buscaba sacarle conversación, ya que creía que si hablaba todo el tiempo haría que él se sintiera más confiado y hablara más de su persona. Sin embargo, yo ya no hacía ese tipo de cosas y me resultaría demasiado incómodo y forzado intentar ser así de nuevo. Así que me di media vuelta, dirigiendo mi cuerpo hacia la ventana y cerré los ojos, para ver si podía dormitar un poco.

De pronto un trueno me sacó de mi ensoñación y me erguí de golpe. Aún tenía el cinturón de seguridad amarrado en mí, así que su correo me lastimó por la forma tan brusca en la que me desperté.

— ¿Te encuentras bien? —dijo Jonathan medio empapado.

Lo escaneé un momento antes de responderle que sí y alcé una ceja.

— ¿Pero qué te ha pasado?

—Mientras descansabas bajé a preguntar sobre qué decían en las noticias sobre el pronóstico del tiempo ya que tenemos más de tres horas acá y no parece que esto vaya a terminar pronto.

— ¡¿Tres horas?! —abrí mucho los ojos.

Estábamos demasiado retrasados. El toque de queda había pasado hacía mucho y ahora si nos atrevíamos a poner un pie en el dormitorio nos matarían.

—Sé lo que estás pensando y no te preocupes, que pude realizar una llamada antes de quedarme sin señal y le conté a Beatrice de nuestra situación. Ella dijo que nos cubriría y le diría a la directora que nos quedamos en su compañía.

Suspiré de alivio.

— ¿Entonces qué te dijeron los trabajadores?

—Dicen que es una tormenta tropical. Se esperaba que llegara en dos días, pero se adelantó un poco más de lo esperado.



#33 en Joven Adulto
#402 en Otros
#162 en Humor

En el texto hay: drama, venganza, exnovio

Editado: 07.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.