Como la primera vez

30. ¿Por qué lo hice?

Katherine

Lo besé, lo besé y lo volví a besar. Aquella noche me sumergí en sus labios una y otra vez, deleitándome por sentir su proximidad. El sentimiento que me invadía estaba lejos de ser lujuria, sino más bien era un anhelo más allá de cualquier tonta explicación. Jonathan sabía a nostalgia, era como transportarme muchos años al pasado, cuando mariposas brotaban de mi estómago y me hacían sentir la chica más enamorada y afortunada del planeta. Pasé mis manos por su rostro y lo acerqué más a mí. Entendía que estaba mal, que no debía comprometerme tanto cuando solamente quería vengarme de él, pero con la excusa de que todo lo que estaba haciendo era por el bien de mi plan, continúe sumergiéndome en él por un buen rato hasta que el calor de la situación nos detuvo. Jonathan colocó una de sus manos en mi muslo y cuando fui consciente de que las cosas estaban a punto de escalar, lo aparté gentilmente. Si algo bueno tenía que decir de él, es que siempre fue respetuoso y jamás intentó propasarse. Cada vez que deseaba parar o no me sentía lista, él simplemente se apartaba y me daba el espacio que necesitaba. Justo como lo hizo en ese momento. Ambos estábamos demasiado confundidos y avergonzados por lo que acababa de suceder, así que sin ánimos de confrontarnos—por miedo a lo que sea que pudiéramos decir—nos dimos media vuelta y nos acostamos. Cerré los ojos, intentado conciliar el sueño pero me fue imposible hacerlo. Estaba demasiado lúcida y un sudor frío me recorrió. Sin duda sería una larga noche.

A la mañana siguiente, sintiendo lo mucho que me dolía la cabeza por haber sido incapaz de dormir, partimos hacia nuestro dormitorio después de comprar una deliciosa taza de café. Seguíamos sin conversar y yo no tenía ganas de ser quién rompiera el hielo. Preferí sumergirme en mis pensamientos y mirar por la ventana, revisé mi bandeja de mensajes y reparé en la cantidad enorme de textos que me habían llegado de Edward. Al leerlos no pude evitar reírme.

“¿Qué tal va todo en la cena? ¿Te recibieron bien sus padre?” “Creo que tendrán que regresar pronto, el pronóstico del clima no pinta bien, tengan cuidado.”  “¿Por qué no me respondes? ¿Pasó algo?”

Pensé en lo extraño que debía ser para él no tener noticias de mí, pero la realidad era que tuve la cabeza demasiado metida en otras cuestiones y no me acordé de contactarlo. Cuando estuve a punto de responderle y decirle que no era necesario que fuera hasta mi habitación, Jonathan me llamó.

— ¿Quién te ha hablado? Estás sonriendo.

— ¿Disculpa? No tengo por qué contestarte eso y además no estaba sonriendo.

—Si lo estabas—dijo muy serio—. Yo te miré.

—Pues mejor concéntrate en manejar y deja de estarme observando.

Me cruce de brazos algo incómoda y preferí guardar el móvil. Ya tendría otro momento para ponerme al día con mi amigo.

— ¿Entonces no vas a decirme?

— ¿Es que no piensas dejar el tema por la paz? Estás siendo muy irracional.

No estaba segura de que mosca le picó a Jonathan, porque actuaba demasiado extraño. Era casi como si estuviera celoso de que hablara con otro chico, pero descarté la idea casi de inmediato. De seguro simplemente tenía curiosidad porque estaba aburrido y quería distraerse con algo. Desafortunadamente para él, no tenía ni la más mínima intención de ser su entretenimiento. Decidí no prestarle más atención y abrí la ventana. Disfrutaría del rico viento que golpeara mi rostro y descansaría hasta llegar a nuestro destino. Cuando entramos al estacionamiento de la universidad, volví  a revisar mi bandeja de entrada y como creí, Edward me había dejado otro mensaje.

“Iré inmediatamente a tu dormitorio mañana, me tienes preocupado”.

Intenté decirle que no era necesario, pero parecía que no le llegó a tiempo, pues cuando caminamos por el pasillo principal del dormitorio, él nos estaba esperando afuera.

—Katy.

Se apresuró hacia mí y me envolvió en sus brazos. Sentí su cuerpo tenso y fue ahí cuando por fin pude entender lo mucho que le desconcertó mi desaparición.

—Estoy bien—confirmé—. Solamente por algunas circunstancias no pude contactarte.

El me miró con severidad, diciéndome con sus ojos que necesitaba contarle todo pero cuando reparó en Jonathan y como este lo asesinaba con la vista, simplemente suspiró. Ambos sabíamos que dejaríamos el tema pendiente para más tarde.

— ¿Qué haces acá? —espetó Jonathan con hostilidad.

—Nada que te importe—dijo Edward imitando su mismo tono.

Ya iban de nuevo con aquella ridícula pelea. Me interpuse entre ambos antes de que alguno soltara algún golpe.

—Adelántate, Jonathan. Hablaré un rato con Edward y luego regreso.

— ¿Es en serio? —el parecía dolido por mis palabras—. ¿De verdad piensas irte con él así nada más después de lo de anoche?

Con la mención de aquel suceso mi cara enrojeció. Edward volteó y me escaneó, sin duda ahora aún más ansioso de sacarme de ahí cuanto antes para hacerme escupir la verdad.

—Te juro que no pasó nada, no es lo que piensas—me justifiqué para que no me bombardeara con miles de preguntas.

Pero al parecer Jonathan había malinterpretado mis palabras y esbozó una mueca de dolor.



#28 en Joven Adulto
#347 en Otros
#146 en Humor

En el texto hay: drama, venganza, exnovio

Editado: 07.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.