Como la primera vez

32. Eres algo diferente

Jonathan

Bebí de la copa de vino, y pronto deseé que no se terminara nunca. Salir con Juliana resultó realmente agotador. Era de esas personas demasiado habladoras y demandantes, que no escuchaban a nada más que a ellas mismas. No estaba interesada en oír ninguna sola opinión, así que simplemente mandé mi mente muy lejos de ahí y me imaginé sentado en una isla desierta, con solo el ruido del oleaje acompañándome, mientras pintaba en un gigantesco caballete la puesta de sol.

—¡Jonathan! —exclamó—. ¿Me estás escuchando?

Juliana parecía verdaderamente molesta, pero simplemente sonreí para apaciguarla.

—Lo lamento, tenía la cabeza en otro lado. Tengo demasiados pendientes que arreglar.

—Pues déjalos para otro momento.

Su manera altanera de ser casi me hizo reír. Pensé que su plan era mostrarme su lado dulce y falso para que así yo me convenciera de que en verdad era una buena chica, pero ese día estaba actuando completamente diferente a lo que creí que haría. Un poco intrigado por su inesperado carácter, decidí preguntarle.

—¿Es que en serio piensas que siendo así de odiosa me vas a conquistar?

Juliana bajó la copa que sostenía y sonrió confiada.

—Por supuesto. Tú ya conoces el tipo de chica que soy, ya no tiene sentido que finja ser algo distinto o en verdad terminaré por alejarte. Te dije que mi interés por ti era sincero y estoy dispuesta a permitirte que conozcas a mi yo real, si es que eso hace que te abras conmigo.

La firmeza con la que lo dijo, me tomó por sorpresa. Al parecer tenía más de una faceta, y  realmente parecía más genial cuando era sincera y no intentaba actuar como alguien que no era. Pensé que era una lástima que tuvimos que llegar a tal extremo para que por fin decidiera ser auténtica, y comencé a creer que si Juliana nunca hubiera pretendido ser otra, a lo mejor podríamos haber cultivado una buena amistad.  Entendía perfectamente que ella no era una buena persona, y que era manipuladora, pero crecer en un entorno como el nuestro sin volverte retorcido era algo casi imposible. Y si alguna persona lo lograba, este era despedazado por los rotos como yo, quienes no soportaban ver ese tipo de personalidades tan puras y repletas de felicidad. La envidia no era grata, ni deseaba que más personas tuvieran la capacidad de entenderla tanto como yo, sin embargo, en ocasiones era inevitable no sentirla, más aun si tus padres te molían a golpes constantemente y luego te forzaban a fingir que todo estaba bien en casa.

—Por lo menos eres un poco consciente—pronuncié y volví a sumergirme en mis pensamientos.

Aquella mañana vino a mi memoria. Me desperté de tan mal humor, que hasta los rayos del sol que llegaban a mi rostro, me molestaban. Miré entonces a Katherine, quien a pesar de estar en día de descanso, ya se encontraba despierta y metida en su ordenador. Bufé ante su diligencia, y me di media vuelta para continuar maldiciendo mi existencia. El día de la cita había llegado y tenía que cumplir mi promesa con Juliana. Al principio, simplemente pensé que todo lo que tendría que hacer era llevarla a cenar a un restaurante lujoso donde pudiera vestirse de acuerdo a la ocasión y presumir un poco con sus falsas amistades de esa noche. No obstante, ella dejó bastante claro antes de marcharse de mi habitación que deseaba pasar conmigo el día completo y no pude objetar contra eso.

—Te ves terrible—comentó Katherine en tono burlesco pero no respondí.

Estaba molesto con ella desde la tarde en que se marchó con Edward. Y aunque intentaba no hacerlo demasiado obvio, si intentaba mantener mí distancia y salir de la habitación cada vez que se encontraba ahí.

—¿En serio vas a seguir actuando como un niño?

—No estoy actuando como nada—murmuré—. Tengo que salir pronto, Katherine.

Me levanté de la cama, sin ánimos de darle explicaciones de nada y busqué entre mis cosas, la ropa que vestiría ese día. Me negaba a tener que recurrir a un traje, sentía que era demasiado pretencioso para salir con alguien con quien de verdad no tenía ganas de encontrarme. Pero a pesar de mi negativa, tampoco podía permitirme humillarla, así que elegí algo lo bastante elegante como para que Juliana quedara conforme.

—Vaya, así que será importante—siguió diciendo Katherine, sin duda alguna esa chica no sabía cómo rendirse—. ¿Una cita?

Quise decirle que no, hasta que recordé nuevamente como pasaba aferrada a Edward y la ira me nubló el sentido.

—Sí, estás en lo correcto.

Katherine enmudeció y me di vuelta, más que complacido por su reacción. En otros momentos, hubiera hecho hasta lo imposible por negárselo o simplemente evadiría el tema para que ella no se enterara, pero en el fondo, si deseaba aunque sea generarle un poco de molestia. Tenía que decir que era lo justo.

—¿Y quién es ella?

Me pareció bastante extraño que deseara seguir indagando en eso, ya que ella no era del tipo de persona que hacia eso. Estuve a punto de recordárselo, hasta que pensé que no tenía caso.

—No creo que sea mucho de tu incumbencia.

—Ay vamos, ni que fuera a investigarla o algo similar.

—Yo no creo ni en mi propia sombra—solté, claramente en broma pero ella frunció el ceño. Claramente sentida por lo que acababa de decir.



#28 en Joven Adulto
#331 en Otros
#155 en Humor

En el texto hay: drama, venganza, exnovio

Editado: 07.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.