Como la primera vez

33. Decepción

Katherine

Miré a Jonathan salir de la habitación con aspecto sombrío y la duda comenzó a carcomerme. Desde que Isabela me regresó mi cámara, pude sentir un gran alivio debido a que no tendría que conseguir otra, y lo más importante de eso es que no gastaría ni un solo centavo. Fue entonces que pasé esos días sumergida en trabajo e intentando ponerme al día con todos los proyectos de la universidad que tuve que aplazar por la falta de equipo de trabajo. Así que estuve tan ocupada, que no me detuve a pensar en lo mucho que la personalidad de Jonathan estaba cambiando, ni tampoco noté lo frío que se estaba volviendo conmigo. Suspiré, al recordar como mencionó tener una cita y me dejé caer en la cama. Observé el techo color blanco y me quedé rememorando la escena en el motel. Sin duda alguna, me había devuelto el beso con algo de sinceridad y anhelo, entonces no tenía demasiado sentido que pronto buscara encontrarse con otras chicas para salir con ellas. Pensé nuevamente en mi plan de venganza, y en algún punto comencé a dudar de este. Empezaba a creer que era algo descabellado y que me dejé llevar demasiado por la rabia. Entendía que Jonathan se lo merecía por haber desconfiado de mí y ponerse de lado de Isabela y Juliana, pero realmente solo había herido mi orgullo en ese momento, más no me había afectado de ninguna manera distinta. Me senté con las piernas dobladas y escatimé en todos los problemas que me traería si él descubría lo que estaba planeando, seguramente me correría del dormitorio o jamás volvería a intentar entablar conversación conmigo. Sin embargo, eso no debía inquietarme tanto, ya que desde hacía mucho tiempo no éramos nada, pero entonces, ¿por qué sentía esa opresión en el pecho cada que imaginaba a Jonathan dándome la espalda? Lancé la almohada a través de la habitación y me quedé rígida en mi lugar un tiempo, mientras buscaba aclarar un poco mi desastrosa mente.

—Es por eso que te dije que no llevaras las cosas tan lejos—me reprimió Edward, mientras estaba sentado en una silla frente a mi cama.

Poco después de mi crisis, alguien tocó la puerta y resultó ser mi para nada deseado amigo, cargando con él una caja de pizza y dos enormes malteadas.

—Para que no se pierda la costumbre—murmuró mientras lo dejaba pasar y rezaba porque Jonathan no escogiera regresar en ese mismo momento—. Vaya, pensé que no me dejarías pasar por miedo a que aquel idiota llegue e intente arrancarme la cabeza.

Me reí por compromiso, para que no se notara que había dado en el blanco y le ofrecí la silla de mi escritorio, mientras acomodaba la deliciosa comida.

—De igual manera no pienso que llegue temprano, ha salido a una cita así que ni te preocupes.

—¡¿Cómo?! —Edward abrió mucho los ojos, realmente conmocionado por la noticia.

Sabía que reaccionaría así, por lo que por un momento dudé de si sería realmente correcto contarle, sin embargo, tarde que temprano se enteraría, ya que todo movimiento de Jonathan Parker nunca pasaba desapercibido y consideré que sería peor después intentar explicarle todo el enredo sin que terminara por agotarme por completo.

—Lo que escuchaste—sentencié mientras tomaba una rebanada—. Eso mismo me dijo hoy en la mañana que salió de la habitación.

Pensé que Edward haría una broma respecto al tema, pero contrario a mis expectativas, su rostro se ensombreció y sus facciones endurecieron.

—Ese tipo sí que no tiene nada de vergüenza. Primero actúa como si fuera un perro celoso porque soy tu amigo y luego anda detrás de otra y hasta van a citas. Es un idiota.

Quise fingir que yo no tenía el mismo pensamiento, pero no podía. Yo también había llegado a esa misma conclusión.

 —Solo mándalo a la basura, Kate. No merece siquiera que le dediques tanto tiempo de tu vida.

Recosté la cabeza en la fría y dura pared, mientras le daba otra mordida a mi pizza. Esperaba poder encontrar la mejor solución a todo eso sin volverme loca en el camino.

—No es como que me deba algo—susurré y llamé la atención de Edward, quien estaba sorbiendo su bebida—. Tampoco es que pueda molestarme por eso, ya que nunca hemos dicho que tenemos algo. En realidad, no hay nada entre nosotros.

—Ay, Kate, a veces me pregunto si eres muy lista o una completa ilusa.

—¿Entonces qué me recomiendas? ¿Debería buscarlo y encararlo?

—Pues es lo mínimo que se merece.

—No, no pienso darle ese gusto. No es como que deseo que piense que estoy interesada en él.

—¿Y no lo estás?

Se produjo un breve e intenso silencio entre nosotros, y no me sentí capaz de decirle nuevamente que no. Él sonrío como si hubiera ganado y quise golpearlo muy fuerte.

—Odio cuando eres así.

—Oh vamos, solo estás molesta porque él se está viendo con otra mientras que yo estoy acá recordándote tus verdades.

—Mejor guarda silencio, antes de que te pida que te retires.

Edward se encogió de hombros y terminó de comer su parte en silencio. Al final del día, terminamos haciendo trabajos juntos, y cuando noté que anocheció, me invadió un raro presentimiento. Me mordí el labio pensando en qué tan divertida debía ser la cita de Jonathan que todavía no regresaba, y luego sacudí la cabeza.



#28 en Joven Adulto
#331 en Otros
#155 en Humor

En el texto hay: drama, venganza, exnovio

Editado: 07.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.