Como la primera vez

37. Libertad

Jonathan

Después de que salí ese día de la habitación, no me atreví a regresar. Estaba demasiado confundido con mis propias aflicciones como para encarar a Katherine. Entendía sus planes, pues la conocía mejor que nadie, pero ni siquiera sentía que tuviera a derecho a resentirla por tomar esa decisión tan drástica. Desde el principio, nunca pude ser sincero con ella. Dejé que los problemas se fueran acumulando desde que éramos novios, pues siempre creí que yo podría arreglar solo las cosas, y después de estropearlo todo tantas veces, fue que comprendí que una relación no se basaba en tomar decisiones sin consultarle al otro. Al parecer, ni siquiera sabía ser un amigo decente, pues Zac también estuvo sufriendo por culpa de mis malos actos. Suspiré, mientras encendía el auto y me encaminaba a casa de mi hermana, pues en esos momentos, no tenía en nadie más que confiar.

—¿Piensas quedarte más días acá? —preguntó Beatrice cuando yacía en su sofá—. Ya te has perdido algunas clases, y aunque te van a justificar las faltas, no creo que estés eligiendo correctamente. Así no se enfrentan los problemas.

Aquella noche que llegué destrozado, mi hermana me abrió la puerta y me invitó a pasar con amabilidad. Después de que su esposo comprobara que me encontraba completo y no parecía tener un problema de vida o muerte, subió a su habitación y nos dio un tiempo a solas, cosa que realmente agradecí. Nos sentamos en la sala, mientras me ofrecía algo caliente de beber y le conté absolutamente todo lo que pasaba con Katherine. Ella se limitó a asentir, mientras miraba hacia la chimenea y no me juzgó. Sin embargo, tres días transcurrieron desde eso, y yo seguía estancando en una tipo depresión que no sabía ni como describir.

—Lo sé —murmuré—. Sé que debo ir y hablar con ella de una vez por todas. Ya no quiero vivir en este ciclo de amor-odio que no nos deja avanzar, solo necesito un poco de tiempo para obtener las fuerzas.

—Créeme, Johnny, que uno nunca está preparado para eso. Así que no importa cuánto desees esperar, jamás se hará más sencillo de afrontar. Además, corres el riesgo de que los sentimientos no dichos se sigan acumulando.

—Es más fácil decirlo que hacerlo.

Beatrice se llevó las manos a la cara y sabía que le dolía verme así. Realmente mi hermana dio todo lo que tuvo para poder brindarme la libertad de la que gozaba en la actualidad y eso continuaba lastimándome.

—Hay algo que debes tener claro. Si yo tomé las elecciones que tomé, no fue porque sintiera la necesidad de sacrificarme por ti, ni siquiera deberías sentirte responsable por ello. Lo único que buscaba es que todos alcanzáramos la felicidad, y yo lo logré, Johnny. Es verdad que amé muchísimo a aquel novio que tuve, pero eso fue en el pasado, y también sé que él fue capaz de seguir con su vida. Porque aunque nos queríamos con locura, teníamos otros sueños y metas que deseábamos alcanzar, que nos hicieron sentir plenos y satisfechos. Y ahora, amo demasiado a mi esposo, quien me apoya y me respeta, no nos casamos de la manera que idealicé ni de la que hubiera deseado, pero las cosas no siempre salen como uno planea. Y si después de que te arregles con Katherine, ambos deciden ir por caminos distintos, también está bien, pero por lo menos aquello ya no estará en tu consciencia y podrán avanzar. Recuerda que hay muchos tipos de amor diferentes al romántico, lo más importante es que seas siempre fiel a ti mismo, para que vivas sin arrepentimientos.

Pensé en las palabras de Beatrice hasta el final del día, mientras intentaba poner en orden todos mis sentimientos. Era hora de madurar y seguir adelante, no podía seguir actuando como el chico atrapado que vivía en casa de mis padres, tratando de llenar el espacio de heredero perfecto que deseaban. Así que con esa mentalidad, decidí tomarme unos días más para terminar de sanar viejas heridas y poder dar el siguiente paso.

La primera persona con la que me disculpé, no fue Katherine, sino Zac. Él jamás me abandonó, ni siquiera cuando le conté que mis padres me quitaron todo, y nunca intentó alejarse de mí, aun cuando no aprobaba mis métodos para arreglar las cosas. Era esa persona que estuvo impulsándome para salir adelante, que me sacó de mis rachas oscuras y que siempre me tendió una mano cuando lo necesité. Existían tantas cosas por las que debía agradecerle, que sentía la necesidad y la responsabilidad de brindarle la primera disculpa sincera de mi vida. Luego de que él lo aceptara y nos arregláramos, me quedé en su habitación por otros días y le di el espacio necesario a Katherine para que volviera a hacer su vida igual a antes. Pero a pesar de que me decía mil veces a mí mismo que no debía verla ni buscarla con la mirada, cada que una chica rubia pasaba a mi lado, me era imposible no echar una ojeada. Realmente anhelaba pasar otra tarde con ella, aunque fuera solo para charlar de manera amena. Así que cuando sentí que llegó el momento indicado, no esperé más y aguardé dentro de nuestra habitación.

—Jonathan —soltó sorprendida.

—Hola.

—Tenías bastante sin volver.

Asentí un poco incómodo de tener que explicar todo el proceso de reflexión que experimenté, y simplemente me quedé en silencio.

—Yo…—comenzó a decir, tenía el rostro bastante rojo y supe de inmediato que le acongojaba.

—Lo siento —solté antes de darle la oportunidad de seguir hablando. Era yo quien deseaba arreglar primero las cosas, necesitaba demostrarle mi sinceridad, antes de que quedara en segundo plano.



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En el texto hay: drama, venganza, exnovio

Editado: 07.12.2020

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