Jonathan
Han pasado dos semanas desde la última vez que Katherine se mudó. Miré en dirección donde solía estar su cama y sentí nuevamente mi habitación demasiado espaciosa. Era tan extraño volver a estar a solas, pues aunque pensaba que lo que más deseaba era la paz y tranquilidad que ser libre de compañero de cuarto me brindaría, la realidad era que ahora ni siquiera tenía alguien con quien hablar.
Suspiré, pensando en lo mucho que terminé acostumbrado a estar con ella y pasar el rato juntos, que ahora que se marchó, era como si fuera tan solo una cáscara vacía. No me dejé vencer pese a que todo lo que quería en ese lapso de tiempo era estar acostado, continué con todas mis actividades, entre más cosas tuviera que hacer, menos la extrañaría.
Afortunadamente para aliviar ese malestar, tenía mis proyectos en puerta, los cuales me motivaban a seguir esforzándome. Luego de unas horas enfocado en mi última pintura, llegó Zac, quien se instaló en el sofá que acondicioné donde Katherine posaba sus fotografías.
—Creo que te hace demasiada falta —soltó después de una hora de verme trabajar sin parpadear en el retrato de ella.
Había intentado mantenerlo oculto de él, pero entendía mejor que nadie que eso era imposible. Tarde o temprano los expondría en la universidad como parte de una exhibición que planeaba hacer en conjunto con un artista famoso que conocía, por lo que entre más rápido se enterara de ello, menos dolores de cabeza me provocaría.
—No sé por qué dices eso —mentí.
—Oh, por favor, claro que lo sabes —dijo convencido—. Mírame aquí, soy la prueba viviente de ello.
Usualmente le pedía que se fuera en cuanto tocaba a la puerta, pero el increíble silencio que me acompañaba día a día comenzaba a fastidiarme hasta el grado de preferir su compañía a tener que estar solo conmigo mismo.
—Es porque eres tan insufrible que termino mandándote a otro lado.
—Entonces podrías quedarte aquí encerrado pintando a la mujer que amas, mientras te lamentas el haberla perdido por segunda vez.
—No estoy haciendo eso —me defendí.
—¿No? Pues a mí me parece que justamente eso haces. Tienes todo el camino libre ahora para pedirle otra oportunidad, pero optas por conformarte con verla de lejos cuando camina con sus amigos. Te has vuelto bastante cobarde.
Esbocé una mueca de disgusto y pensé en golpearle.
—Ya la lastimé mucho, Zac. No tiene caso que la siga reteniendo y volvamos a aquel círculo vicioso que solíamos tener.
—Pero no tendrían por qué terminar de aquella manera. Ambos somos conscientes que si tus padres no hubieran estado en el camino, su noviazgo hubiera sido increíblemente dulce.
Aquella verdad seguía siendo un trago amargo de aceptar. Realmente nunca quise dañarla ni negarla, pero todas las precauciones que tuve que tomar fueron para protegerla de mi propia familia. Era demasiado joven e inexperto como para cuidarla con mi propia fuerza, no tenía nada seguro en mi vida ni tampoco era lo suficientemente poderoso como para enfrentarme a mis padres y arriesgarme a que ella lo perdiera todo.
—No lo sé —confesé—. Creo que ella jamás me aceptaría de igual forma.
Zac suspiró, mientras se pasaba las manos por el rostro.
—Estás comenzando a exasperarme. Creí que habías aprendido tu lección acerca de pasar la vida suponiendo qué piensa ella. ¿Qué perderías al preguntarle directamente sobre sus sentimientos? porque déjame decirte que dignidad ya no tienes, ni millones tampoco, así que tu inténtalo y deja de vivir como una víctima, que temo que si no te quedas con Katherine, nunca amarás a otra persona en tu existencia.
Después de que Zac se marchara y me quedara nuevamente a solas, continué mirando la serie de pinturas completas y exhalé con fuerza. ¿Qué derecho tenía de confesarme? los dos finalmente conseguimos lo que deseábamos más que nada, no quería simplemente llegar y arruinar todo lo que ella ya consiguió.
Pero si tal vez… existía la mínima posibilidad de que aún sintiera algo por mí y por culpa de mi indecisión estaba tirando a la borda esa oportunidad, jamás me lo perdonaría. Recordé aquella conversación que tuvimos una vez en su casa cuando éramos jóvenes y supe inmediatamente que es lo que haría.
Esa sería mi última oportunidad.
***
Una semana después.
Katherine
Desde que había leído la carta de la hermana de Jonathan, no podía dejar de pensar en ella. Todavía poseía grabada en mi piel aquella confesión que contenía y mis ojos se llenaban de lágrimas al pensar en ello. Esas tres semanas en mi nuevo dormitorio las pasé decaída y sintiéndome afligida.
¿Por qué Beatrice había esperado hasta el momento en que me marché para revelarme todo? ¿Por qué no quiso hacerlo cuando todavía tenía oportunidad de conversar con Jonathan? de solo imaginarme volviendo por mi propio pie con el chico con el que ya había decidido cortar todos los lazos, me hacía sentir que moriría de vergüenza.
Entonces recordé esa tarde luego de esperar a que Edward me recogiera. Me senté en una de las mesas del dormitorio y desdoblé la carta que Jonathan me entregó. Estaba demasiado intrigada por el contenido como para esperar más tiempo, y con sorpresa, leí todo lo que estaba plasmado en esta.
Editado: 07.12.2020