Como Lenguas De Fuego

EL CAMPAMENTO DE JAK

Mark abandonaba Noson goc y cumplía su misión, siendo enviado por Norgavan a los campos de Jak, acompañado de Garend, era un refugio de enanos, unos eran guerreros y otros humildes campesinos que habían huido del dominio de Nexau el malvado, cuando ellos vieron al hombre de barba oscura ojos marrones acompañado del joven rubio, sintieron alivio que Dios los había escuchado. Ellos sabían que Drommeland servía al hijo de Dios y pensaron que allí hallarían paz en los brazos de Dios. 
Ese día no quedaron diseccionados, ellos eran dos enviados de Dios. Garend y Mark eran como dos ángeles para ellos, en la noche se turnaban con los guerreros enanos para defender el campamento, solían cubrirse muy bien para soportar el frío del invierno que poco a poco se acercaba, los nuevos integrantes eran especiales e interesantes Garend había sido un guerrero de Mandalg y Mark era un joven muy diferente a los otros su madurez era como la de Garend en un rostro joven, era un buen padre con su hija que no dejaba sola por ningún momento. Mark Meyers tenía muchas cualidades, pero era innegable no poder notar que había algo más en el muchacho de mirada dominante, su estatura no le quitaba autoridad y esto lo logro descubrir uno de los guerreros enanos una de esas noches frías. 
Los lobos más grandes de esos bosques habían sentido el olor y calor humano, el frío escaseaba su comida, por eso rondaban los alrededores como sombras, Mark salía en la oscuridad de la noche a dar una ronda seguida discretamente por el enano, el muchacho llegaba hasta el gran río Dalta que los dividía de los bosques de otros reinos, él escuchaba en silencio sus furibundas aguas cuando sintió la mirada persistente de algo más, Meyers miro hacia el derecho y no vio nada luego lo hizo al izquierdo notando a los tres enormes lobos, el enano tuvo temor por él y preparo su arco, pero él solo los miraba fijo como ellos a él, luego se inclinó lentamente mientras veía sus dientes al crujir tomando la gruesa piedra que convertía en polvo por su descomunal fuerza, los lobos solo les basto ver su acto y valor para saber que este hombre no era como los demás, no eran tontos podían pensar en lo que vieron y esto no había sido natural por eso dieron la vuelta, pero no solo ellos tenían asombro, un guerrero enano también. 
Los días fueron pasando hasta que llego el mejor de todo para el pueblo de baja estatura, un carruaje y dos jinetes se acercaban, uno tenía el porte de un lord por su peinado y atuendo, el otro era inevitable no saber de quién se trataba era el vernugem que veían en las pinturas. Cuando vieron la monja azul descender del corcel, Garend supo que esa plegaria del pueblo había sido escuchada, ella era una mujer llena de luz y esto trajo alivio a todos. 
—Mi señora permítame presentarme, soy Garend y estoy feliz de ver su presencia aquí —dijo el guerrero de Mandalg 
—Soy Damelise hermana de Alper. 
—He escuchado de la monja noble, aun desde tierra lejana. 
—Traemos una gran sorpresa para el pueblo. 

—Los guiaré a la tienda donde hacemos nuestras reuniones, pero debemos esperar la llegada de los otros líderes.  
—Su anhelo hoy se hace realidad. — comentó Gabriel, luego se amontonaron todos los niños qué quería conocer al guerrero, al Vernugem le causó mucha dulzura los niños de brazos cortos y rostros risueños, era cómo estar en un cuento de hadas.  
El Lord al ver lo ocupado qué estaba no dudó en seguir con Damelise a la tienda, Garend les ofreció una buena taza de chocolate muy caliente, lo qué el Lord recibió con amabilidad hacía mucho frío y era dignó dé calmar esa sensación.  
—Gabriel Vernugem, vino a causa de lo sucedido con los refugiados.  
—Si es así Milord, no sabe cuánto lo agradezco. Pero créame que estoy muy sorprendido de que fuera el dueño de tan agradable noticia.  
—También causo impresión en mí —confeso Damelise. 
—Mi nombre es Arond Tronh ,lord de la cámara alta. 
—Es un gusto lord Arond. 
Los tres charlaban cuando entro Gabriel, luego fue anunciado que habían llegado los líderes entrando los guerreros acompañados del muchacho, Mark sintio un fuerte frío recorrer su cuerpo cuando sus miradas se encontraron fue algo mutuo que los llevo a estar en una incómoda situación, Garend era consiente de que era el padre del muchacho. Meyers hubiera querido evitar este momento pero había sido imposible, solo fingió que no era nada en su vida. 
—Hola otra vez. — le expresó Gabriel al muchacho.  
—¡Se conocían! — exclamó el Lord.  
—Si fue en una situación bástate difícil, de borrar de mi memoria.  
—Mi señor su visita no la esperábamos, deberíamos hacer una buena carne de puerco a las brasas. — dijo el líder enano.  
—No hay qué complicar el momento, ustedes son los qué necesitan esa carne.  
—Mi señor nos ofenderá si no acepta — uno de ellos frunció el ceño.  
—Sí, Gabriel Vernugem tiene qué probar de nuestras costumbres al comer, contaremos historias y cantaremos. — Gabriel hizo señas de que todo iba a tardar más de lo previsto, y respondió con un sí.  
Todos corrieron a encender dos grandes fogatas, una para azar la carne y otra para sentarse a recibir su calor, Mark por su parte dejo la tienda y entro a la suya para estar con su pequeña Eira. 
—¡Llevas casi veinte días escuchando historias, y el sonido de ese banjo!  

—Si ha sido especial —replico Garend mientras veía esa actitud incómoda del Vernugem, a causa de Mark.  
El muchacho después salió con su pequeña en brazos y avanzó hasta ese enorme árbol dónde las luciérnagas se cuidaban, bajó él, del frío, eran demasiadas cómo para alumbrar esa parte, Eira disfrutaba verlas brillar y lo dejaba brotar por las hermosas y puras expresiones de su rostro, el pensaba que su hija era tan mágica como esas luces era un padre enamorado de su hija no había mejor regalo de Dios para él, qué su pedazo de cielo en la tierra, este momento había sido propicio para recordar a su esposa y todo lo que había hecho mal. 
Él estaba concentrado en su hija, cuando gano la mirada de Gabriel, quien lo hacía discretamente desde la tienda. 
—¿La pequeña que tiene en brazos, quién es? —pregunto sin dudarlo. 
—Es su hija —replico Garend dejando a Gabriel frío esta noticia, esa dulce bebe era su nieta, aunque se negara a la realidad.  
—Perdón por mi poca discreción —primero se disculpó Damelise —¿Su madre? 
—Mark es viudo, la madre murió en el parto. 
—Dios, se ve un varón fuerte y amable a pesar de lo que ha vivido.  
—Mi señora Damelise cuando conoces bien a este varón te sorprendes demasiado. —Garend hablaba de él, mientras veía esa pasmosa actitud en el Vernugem. 
Luego la noche se transformó en un festín, había vino música y risas, cada guerrero enano quería compartir sus vivencias con el Vernugem, Gabriel en el trascurso del festín siempre miraba a Eira que quería ser parte de la celebración y lamentaba qué no fuera amigable con él, el Vernugem esa noche había algo que no quería exceder y era el vino se lo había prometido no lloraría más a su padre falso, y mucho menos quería beber a causa de la situación que pasaba. Mark, por su parte, actuó como él, quería lo trato como si nunca lo hubiera visto cuando hablaba con él, era como si fuera un completo desconocido. Gabriel conocía su madurez ese día y como era capaz de afrontar situaciones adversas. 
Después llegó la hora de la cena, los hombres servían grandes porciones en las tablas, qué eran una tradición en sus tierras. Lord Trong no pudo contener las risas cuando los hombrecillos le sirvieron al guerrero. Gabriel lanzó una mirada hacia el de no poder con todo eso era como medio cerdo solo para él, Mark lo estaba notando y no pudo contener las expresiones de risa 
—¡El Vernugem va a perder su balance! — lo interrogó en un tono de voz discreto, y satírico. 
—¿Por qué Mark Meyers piensa qué mido mi manera de comer? 
—El Vernugem es un hombre qué se cuida de todo. Su imagen es lo que importa. 
—No es así, pero creo qué estos hombrecitos se pasan el límite. 
—Mi señor Gabriel, espero le guste. — dijo el líder. 

Fingiendo Gabriel una sonrisa, qué a leguas se notaba, qué era por no hacer un desplante. 
—Mi señor escuché que ganó un nuevo título, dicen qué su piel es la más hermosa de todos los varones del reino — una de las mujeres lanzó un comentario, qué la causaba un fuerte calor y vergüenza frente a Mark. 
—Si Milord denos el secreto a nosotros, así también lo lograremos — dijo uno de los guerreros. 
Gabriel lo primero qué hizo fue mirar a Meyers qué lo observó muy fijo y con un grado de sarcasmo, sabía qué burlaba las vanidades de un Vernugem; y mucho más sabiendo que era su sangre. 
—Es…..e..s— Gabriel balbuceó, no sabía qué decir —Me gusta mucho la leche de almendras, y el dulce dé leche de vaca entera, ¡Que dije! 
—¿Es un acertijo? — lo cuestionó Mark en medio de las burlas. —Amo esta clase de cosas. 
—Quería decir dulce leche de vaca, y nueces —cuando hablo de esta receta, fue inevitable recordar cuando niño, Brant solía hacer para todos en el monasterio. 
—¡Aaaaa, es el secreto! — se le creyó el enano mientras Mark lo vislumbró, era un mentiroso. 
Luego varios de ellos se retiraron de allí y dejaron a Meyers a solas con el Vernugem, mientras el muchacho solo lanzaba miradas hacia su hija, estaba junto a los demás niños, mientras Damelise la cargaba. 
—¿Es la primera vez que vez una Bla? —Gabriel se atrevía a hablarle —Nos prometimos no volver a cruzarnos en nuestros caminos. 
—No tengo la culpa — replico con ese tono de voz que sublevaba al Vernugem —Puedes evitar hablarme, pero lo haces. 
—Tienes la personalidad de tu abuelo. 
—Eso me alegra, me molesta haber tenido otra 
—Mark, podrías guardar el resto, si sigo saldrá por mis oídos. —cambio Gabriel la conversación 
—Pasa — el muchacho tomo la tabla y la coloco dentro de la tienda donde estaba el resto de la comida. 
Después de comer Gabriel sé tuvo que ver obligado a escuchar cada historia del pueblo de los enanos, y eran como cinco, y eso sin contar las treinta canciones qué las prepararon especialmente para él, Gabriel solo era paciente, aunque en el fondo quisiera ir a dormir, llegando al fin la última canción que era una danza gitana. 
—El gran momento — dijo el líder. 
—¿Y por qué es grande? — preguntó Gabriel mientras notó esa malicia en el rostro de Mark, que aunque lo negara esa noche, él y Eira eran lo importante en ese campamento. 

Gabriel era demasiado arrogante y egocéntrico para pasar por esta situación, y muchos menos ser burlado por Meyers. 
—La danza del visitante. 
—¡A, van a danzar! — exclamó Gabriel y miró al lord. 
—Y usted con nosotros — a Arond solo le bastó escuchar esto para reír discretamente, pero aun así se alcanzó a escuchar. 
—¡Porque no me advertiste de sus costumbres! — interrogó a Garend con un enojo y una fuerte timidez. 
—Lo superarás — Mark replicó en medio de una risa maliciosa. — Solo son graciosos. 
Gabriel lo miro fijo y vio ese brillo en sus ojos que recordaba a su madre. Luego se escuchó los tambores y las flautas dulces, los hombres hacían una danza como si se tratara de un grito de guerra, Gabriel estaba obligado mientras no paro de mirar al lord que si algo mostraba era señas de que esto lo disfrutaba, el Vernugem nunca atinó a la coreografía mientras dio gracias al cielo de qué esto no había sido en presencia de los otros Vernugem, imaginar a Liansed viendo con los otros dos Vernugem era abrumador. Fueron siete minutos amargos dónde piso a varios de ellos y después cuando terminó se escuchó el grito de una de las solteronas decir. 
—Eres sin duda alguna lo más bello qué hay, cásate conmigo, bello varón, tus labios son una frambuesa y tu piel más deliciosa qué la leche. 
Damelise no pudo contener la risa de ver la euforia en la mujer. 
—Creo qué ya es suficiente —dijo Gabriel en medio de una fuerte palidez. 
—No, mi señor hay más. — lo detuvo el líder del campamento. 
—¡Así! —Gabriel se mostraba molesto. 
Luego hubo un momento más conmovedor y diferente, lo qué le dio un respiro a Gabriel. Mark hizo una hermosa plegaría, qué el pueblo de baja estatura ya lo consideraban cómo algo nuevo en sus vidas, pero qué nunca lo iban a dejar de hacer, después uno de los guerreros le propuso a los dos visitantes qué confesaran algo que los hiciera ver muy diferentes y todos desconocieran de ellos, el Lord solo sonrió y trato al pensar, si había algo, pero no lo logro. 
Luego le llegó el momento a Gabriel, quien sentía qué era suficiente para él, no podía negar que estaba molesto, pero sería inmaduro de su parte si lo dejaba fluir. 
—Solo ríe y reconoce qué fue algo que no olvidarás — se atrevió Damelise a decirlo. 
—No me quiero reír. 
—Si quieres — insistió. 
El Vernugem no pudo contener la risa al recordar su danza, Gabriel jamás había sido tan feliz en su vida, era como un niño otra vez, el sentía como reír lo hacía vivir un buen momento, era tanto tiempo sin hacerlo qué le había devuelto recuerdos, luego discreto miro hacia Mark que estaba a distancia de el y reía con su hija. 
—Solo el le basta para que esa hermosa niña reía—el lord dejo claro como disfrutaba de la pequeña. 
—Sí —replico Gabriel y se marchó a su tienda. 
Sentía ansiedad y malestar de estómago, quería vomitar, a la mañana siguiente uno de los guerreros enanos trajo su desayuno, era un rico pan con una bebida caliente, cuando el Vernugem lo tomo supo qué era leche de almendras y canela. El Vernugem quería disfrutar de la bebida cuando el hombrecito lo interrumpió. 
—Hay algo mi señor que le quiero decir 
—¿Dime? 
—Gracias por dejarnos una parte de sus tierras, huimos por miedo a Nexau. 
—¡Porque le temen tanto! 
—Nexau colocaba nuestra gente en la arena de las apuestas, a pelear con las fieras, muchos no sobrevivían. 
—Ahora pueden disfrutar de la paz que Drommeland les ofrece. 
—Hay algo más que quiero decirle mi señor. Mark Meyers es algo extrañó — cuando él dijo esto, fue suficiente para causarle curiosidad — Tiene una fuerza qué no la comprendo. 
—¡Queeee dices! — exclamó Gabriel 
—El convirtió una roca en polvo en sus manos, y ahuyento a los lobos más altos de Drommeland. 
Gabriel escupió la leche y se atragantó con sus palabras. 
—¿Estás seguro de que esas delicadas manos, hicieron eso? 
—Si Milord. 
Gabriel después de qué salió el enano levantó la tela de una de las entradas y desde allí espió a Mark, qué ayudaba a recoger todo para partir de allí, Gabriel solo le causaba curiosidad de quién era el podía sentir ‘’algo especial, y difícil de comprender, pero lo primero qué pensó fue, es un niño de Dios cómo Radagma. 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.