Como Lenguas De Fuego

TRANANG Y SU JINETE

El señor de los corceles, hacía presencia ante el rey en la mañana, buscaba ese jinete para su corcel en las carreras de Tranang, en Drommeland, sería un derroche de oro y extravagancia, como también el momento perfecto de conocer un amor, y esto lo vivía Jeguin, sentía una fuerte atracción por Nicolas, pero era orgullosa al ignorar al amo de corceles, esa mañana Jeguin lucia más hermosa que nunca dejaba caer toda su cabellera rizada por su espalda, lamentando Nicolas que el invierno no le dejaría ver un escote.  
-Qué mal no tener otras estaciones, primavera o verano -musito muy cerca de ella, mientras caminaban hasta los campos donde montarían al corcel. 
-¡Así porque lo lamentas tanto!  
-No veré un escote, dejando tu piel a la vista. 
Jeguin sonrió y miro a los ojos del hombre del norte, eran oscuros y seductores, algo nuevo para ella. Alper acompañaba al rey ese día y su hermana a Samara que terminaba de darle una buena clase de lectura, todos querían estar en esa parte del castillo llegando lores y hombres de gran oro con la ambición de montar el corcel, Gabriel poco le importaba esa reunión prefería estar en la gran biblioteca averiguando todo sobre Noson Goc, allí había registros de esta lúgubre calle, el Vernugem estaba concentrado en esto cuando entro Sian buscando su compañía. 
-¿El Vernugem tiene un tiempo para la heredera de Drommeland?  
-La princesa no debería hablar con un Vernugem, y no tengo tiempo, me ocupo de las cuestiones del reino, además estoy comprometido. 
-Me sentiré insultada si él no me presta atención, siempre me ignora como si no estuviera aquí, todas las noches rezo por ti cuando vas a esas guerras.  
-Princesa lamento su grado de melancolía, y le doy gracias por sus plegarias, pero no puedo darle lo que pretender 
-¡Porque! -exclamo bastante enfadada. 
-Somos dos personas diferentes, es una Manson y yo un huérfano y bastardo, debe obedecer a su padre no creo que un hombre que duerma con las mujeres de bajo mundo, sea digno de usted. 
-¿Entonces la princesa de Jarons soportara esto?  
-Es claro que si es mi esposa, ya no buscare esa necesidad en otros brazos. 
Sian se sonrojó y lagrimeo, luego retrocedió y salió de allí llorando sin percatar que su tío la había visto, Jael entro a la biblioteca y hayo al Vernugem tomando varios libros en sus manos, Gabriel sintió desazón porque no era mucho lo que había pasado desde que ella salió. 
-Mi hermano te da privilegios, pero todo te es permitido. 
-Si se refiere a su sobrina debe estar tranquilo, tengo claro que soy el bastardo Gabriel Vernugem, además estoy comprometido como un príncipe quinceañero. 
-No he olvidado tu mal comportamiento, en casa de los Triberman. -Gabriel guardo silencio y siguió mirando el libro en su mano, que no dudo en rapar Jael y arrojarlo contra el suelo -¿Dime hijo mío, acaso ya no soy digno de tu respeto? 
-Nunca dije eso -replico sumiso, pero de un corazón reacio 
-Olvida un rato esta misión y únete a la actividad de hoy, el señor de los corceles buscara ese jinete que inaugurara las carreras de Tranang, las calles se vestirán de gloria, vendrán de todos los renios y traerán todos los señores de corceles sus ejemplares. 
-Yo no pretendo ser ese jinete. 
-¿Y por qué mi gran orgullo, no lo intentará? 
-No quiero terminar sobre el estiércol de un oso. 
La sinceridad y respuesta saco una sonrisa de Jael. 
-Gabriel vuelve a brillar. 
El Vermugem ya no veía del mismo modo hablar con él, era como un extraño, pero aun así esa mañana Gabriel descendió acompañado de Jael notando el rey, que para Jael era imposible dejar de ver a Gabriel como un hijo, aunque lo intentara, su mirada para el era la de un padre y estaba lejos de un rechazo. 
-No hay que buscar un jinete, todos saben que es Gabriel Vernugem -ataco Alper al Vernugem al saber de su poca devoción al credo 
-Se equivoca, no pienso intentarlo, tal vez deba hacerlo usted sería una novedad, un religioso montando a Tranang. 
-¡Es verdad que Gabriel no lo intentará, yo estoy aquí por esto!– Yates estaba ansioso por este momento.  
-Gabriel es sabio, sabe a lo que se atiene. 
-¿Lord Aron, su indirecta es para mí? 
-¿Por qué Liansed es tan inseguro? -reía Yates – Veo más seguridad en Bel Liang que en él. Bel siempre está haciendo su trabajo y Liang ríe de los demás. 
Era la primera molestia del día para Liansed, todos estaban listos para el momento, viendo a Tranang correr hacia su amo. 
-Tranang debes elegir aún jinete como siempre lo hacemos -todos estaban maravillados de como le hablaba, y él respondía con un movimiento de su cabeza. 
El corcel pasó la mirada por cada uno de ellos eran muchos, y esto lo abrumo y causo tensión, su majestuosidad hacía que el mismo rey pensara en doblegarlo, pero Tranang solo tenía un amo y ese era Nicolas. 
-Huo huo quieto, solo relájate, y mira con tranquilidad. 
Decía al acariciar su lomo. Tranang se quedó concentrado en Samara, pero Anielka fue quien gano su atención, el corcel pensó que era la indicada y empezó a caminar en dirección hacia ella, todos estaban atomitos y Anielka sentía temor de algo así. 
-Esto es una equivocación -su rostro era bastante preocupado, la princesa no lo aceptaría. 
-¡Anielka!-Samara exclamo por el peligro de estas carreras. 
-Tu corcel está equivocado -reitero el rey. 
-Milord es su decisión, y no lo hará otra vez. 
-Anielka, no será capaz de representar esta casa -el rey fue demasiado lejos dejando en evidencia su relación de padre con Anielka. 
Gabriel estaba orgulloso de la decisión del corcel, por eso detuvo a Anielka al querer huir. 
-No huyas. 
-Gabriel no seré capaz de esto -lloro amargamente. 
-Si puedes, te ayudaré en lo que quieras. Estoy feliz de la decisión de Tranang nunca había sido tan correcta.  
Anielka no pudo mirar otra opción, era la mejor al montar un corcel al igual que su tía Jeguin.  
-Mi corcel no mirará atrás, y créeme que nunca me había sorprendido tanto -el señor de los corceles lo disfruto -Veo una triunfadora de Tranang.  
Anielka estaba entre los brazos de Gabriel, mientras los sentía como amor de hermanos, el le daba fuerzas para asumir este reto. 
-Yo estaré al tanto de esto.  
Ese día el rey mostraba bastante su descontento, por eso a la hora de la cena era de un comportamiento satírico, la mesa del rey era fría esa noche como un témpano de hielo, Gabriel había sido obligado a cenar con ellos y podía ver que la casa Manson no solo era así con un hijo adoptivo, también lo era con los de su sangre. 
-Hubiera preferido a Candel Clan de jinete, que a mi insufrible hija.  
Anielka trato de contener sus lágrimas, solo se mostró de un rostro rígido para aguantar, Samara no tenía el valor para hablar o interferir, Gabriel sentía su sangre hervir, pero sería hombre muerto por el rey.  
-¿Quién sería digno de tal honor? -Anielka se atrevió a preguntar con el rostro firme, sin llorar.  
-Siempre serás la hija de una concubina, espero no me dejes en ridículo. 
Gabriel suspiro profundo para tomar aire, actitud que sintió Jael, pero no dijo ni una palabra de esto, Jeguin y Krasava sentían el dolor de la muchacha, aunque permaneciera en silencio, siendo la primera en dejar la mesa seguida de Samara, y el Vernugem que lo detuvo el rey. 
-¡Te enfada mi pensamiento!  
-No debo intervenir en la casa Manson, no soy su sangre. 
-¿Te alegra que ella fuera elegida? 
-Si, Tranang es especial y sabe que le conviene. 
Lo dijo con gusto mientras su actitud era arrogante. Anielka por su parte, huyo lejos para desahogarse esa noche, quería sentir la soledad del bosque frío y húmedo, la joven lloro y grito sin control, estando su mente lejos del peligro de esa noche. Mark había ido con Garend a cazar un depredador de rebaños, decían que en el paso de Donkenna estaba la loba más grande de Drommeland, Mark prometió que no lo mataría, solo la ayudaría y tal vez la dormiría para llevarla a tierras más aisladas de allí. 
Los dos esperaban ansiosos ver la aparición de la loba, el muchacho pedía en oración al hijo de Dios sabiduría en esta situación, y esa primera respuesta vino con una sensación que no era la causante de esto, la loba hizo su aparición y tras ella los dos cachorros que ponían a Mark y Garend en una encrucijada. 
-¿Lo harás? -inquirió Garend. 
Pero solo basto esto para decir no. 
-Siento que no es la causante -la loba lo miro a los ojos, y supo que era un hombre noble -Hay algo más en este lugar. 
-Sí -replico Garend y miro hacia ese pantano rodeado de bosque. 
-Creo que más temprano nos iremos a casa -dijo Mark a su corcel, empezando a sentir esa actitud que él mostraba cuando había peligro -¿Ocurre algo amigo? 
El corcel empezó a golpear el suelo de fango cuando se escuchó el grito de una mujer y el chillido de dolor de un corcel, Garend y Mark tomaron las espadas y dagas y corrieron hasta el lugar donde provenían, hallando a la joven privada en el suelo y rodeada del olor funesto de la sangre fresca, su aroma era fuerte como también se sentía el mascar y desgarre de la carne del corcel. Mark se detuvo un momento cuando sus ojos brillaron como los de un lobo, era un animal robusto, pero no se trataba de un oso o algo parecido, su voz era como si se riera, lo que dejo claro a Meyers que tipo de animal era. 
-¡Una hiena! -exclamo Garend. 
Cuando ella se vino contra ellos llamando a las otros dos, Mark noto que eran más grandes de lo normal como también se cuestionaba ¡Que hacían estos animales salvajes por estas tierras! eran tres monstruosas hienas contra los dos y su presa deseada era la princesa, Mark no temía a ellas, pero sí que ella lo viera destruir a las fieras. 
-Garend llévatela de aquí ahora. 
-No te dejaré solo. 
-Debes hacerlo. 
-No 
Gatend insistió cuando una de ellas se lanzó sobre Meyers arrojándolo sobre el fango, sus fauces querían tomar su cuello y desgarrar, pero el calor ya se apoderaba de su cuerpo, sus delicadas manos abrieron en dos la boca de la bestia hasta desgarrar y esparcir la sangre sobre él quien la esquivo no logrando evitar ese color rojo y olor funesto en su ropa. Garend tomo una de las dagas que lanzo con una puntería precisa hasta atravesar la cabeza de la otra hiena, que se disponía a atacar, el muchacho camino hasta la última que decidió huir del lugar dejando a Meyers con la intranquilidad del peligro que esto representaba, hubiera querido terminar con ella sabia que para ganarle calor al frio buscaría mucha comida, y por esos bosques habían muchos campesinos 
-Era su corcel-dijo Mark con tristeza de ver los restos. 
-Es una princesa. 
-¿Por qué estás seguro? 
-El anillo en su dedo es de la casa Manson. 
-Esto es lo de menos, me preocupa una hiena suelta, no son animales de este clima, se alimentará demás para sobrevivir, muchas vidas corren peligro. 
-¿Quién podrá ser el causante de esto? -se cuestionó Garend. 
-Sé a quién sea, es un idiota -se expresó de mal carácter.-Es mejor llevarla a casa, ella no solo necesita reaccionar, también su ropa está mojada al caer a ese pantano. 
Al llegar, Anielka dejo a la luz su rostro con el fuego de la chimenea para todos, siendo para Meyers un rostro conocido. 
-La hija del rey, que no es su favorita. 
-¿Por qué lo dices? -a Mark le causo curiosidad. 
-Es la hija del rey y una de sus concubinas. 
Mark miró y detallo su rostro otra vez, cuando entro Demara para cambiar su ropa, todos dejaron el pequeño salón mientras era vestida con ropa seca, después Norgavan limpio y curo el pequeño golpe en su cabeza, pero aun así no reacciono esperando que la luz del día lo hiciera, Mark había utilizado su fuerza esa noche llevaba un mes sin ver los rayos del sol, pero sabía que Dios era su sol cuando él estaba ausente de él, el muchacho se paró frente a su ventana y oro al hijo de Dios sucediendo algo que Noson Goc lo vería como una señal que Dios no se olvidaba de los que aún lo respetaban, los rayos de luz como si fuera el sol cruzaron la niebla fría, era algo nunca antes visto era tiempo de frío y el sol era solo un recuerdo o una quimera, los fuertes rayos alumbraron sobre el castillo de los monjes. Mark disfrutó sentir el sol sobre su cuerpo como también su fuerza ser más potente, Meyers estaba seguro de su discreción, pero Mical lo observaba, ella se llenaba de asombro y se preguntaba ¿Quién era él? 
-Dios es mi sol cuando solo hay bruma y frío. -Mark dijo por último y se marchó, al igual que los increíbles rayos de luz que dejaron a Mical aún más sorprendida. 
Después Meyers bajo a dar una ronda a la princesa que lo primero que vio fue al misterioso varón que tenía fija su mirada en ella, la muchacha salto del sillón cuando vio que vestía otras ropas y esto la atemorizo. 
-Descuida, no se aún que hay bajo esa ropa, pero de que es hermoso no hay duda -la tranquilizo Mark, mientras tenía esa malicia en su rostro. 
-¡Mi corcel! -exclamo asustada al recodar. 
-Da gracias a Dios que él dio la vida por ti, o serias la cena de las hienas. 
-¡Noooooooooooo! – Anielka lloro en medio de un grito abrumador -Nunca debí salir, porque. Quiero ir a casa. 
-Espera, yo te llevaré en persona, debo hablar con Gabriel. -Anielka cada que le hablaba sentía timidez. 
Su mirada parecía estar interrogando todo el tiempo y cada expresión en el, le era intimidante, no era un Vernugem, pero algo más había que fue difícil de describir, temía la fortaleza de un león. 
-Y por lo que veo a todas las princesas Manson. Les gusta cruzarse en mi camino. 
-No, en esta ocasión solo soy la hija rechazada de una concubina y el rey. 
Mark guardó silencio y camino hasta el sillón donde estaba su abrigo. 
-Ven, vamos a comer algo antes de dejar este lugar. 
Anielka esa mañana se sentó a la mesa de muchos niños y niñas que eran huérfanos, conociendo los dos guerreros de Mandalg frente a frente, los monjes le trasmitían calma y lo mismo ocurría con Derama, pero ella era discreta si se trataba de mirar a Mark quien daba de comer a su bebe, que trataba con mucho amor. 
-Es su hija -le dijo Norgavan sin que ella le preguntara. 
-¡Y su madre! 
-Murió no solo dejando una hija, también a aún padre desolado, ver tanto carácter y madurez en un joven de veintitrés es algo extraño. 
-Le ponía años de más, no es porque su rostro me lo haga pensar, lo digo por la razón que me siento como si tratara, aun varón como Gabriel Vernugem. 
-Gabriel Vernugem -dijo Norgavan su nombre con cierta decepción 
Anielka después de comer subió sobre Miustan detrás del varón, su corcel era impresionante y el olor de su fragancia irresistible. Anielka no podía evitar mirar, su cabello rubio cenizo era suave y agradable, él era bastante serio y tener que sujetarse de él, era abrumador, había pensamientos que la hacían cuestionarse, pero Mark era aún un hombre enamorado de su esposa, le era difícil dejarla atrás.  
Cuando el niño de Dios o aprendiz de Mandalg llego en su corcel. Anielka lo hizo pasar hasta el estudio del Vernugem. 
-¡Anielka que haces con él, y que te paso! -la cuestiono Gabriel -Tu hermana lloro toda la noche, tus tías igual. 
-Fue una imprudencia necesaria. -Mark afirmo. 
-¡Así! -volvió a actuar del mismo modo -Mark Meyers tenía entendido que ya termino tu misión conmigo, yo seré quien me encargue de Mestalg. 
-No estoy aquí por eso, solo quiero que vaya al pantano de Donkemna y recoja los dos cadáveres de hienas, y por cierto debe cazar una que está suelta. 
Mark dejó la habitación dejando a Gabriel con la palabra en la boca. 
-¡Hienas!  
-Sí Gabriel, ellas mataron mi corcel.  
Anielka no pudo evitar llorar, lo que dio credibilidad. 
-Ven conmigo. 
Gabriel ordenó a cuatro soldados seguirlo y entre ellos estaba Dante, cuando llegaron a Donkenna todo lo oído era una realidad, Dante miro las dagas en el cráneo de la otra, pero al Vernugem otra cosa más llamo su atención, la otra había sido desgarrada sus fauces lo que le hizo recordar a Gabriel lo dicho por el enano, el Vernugem llevo los dos cadáveres al palacio y ordeno a Reyco ir por Mark quien no llego solo ante el rey. 
Alper el santo, estaba en la gran sala del trono cuando trajeron las bestias y después vio llegar a Garend, el monje guerrero acompañado de Mark, Damelise estaba al mando de Samara, ese día la niña había llorado toda la noche sin reconciliar el sueño, pero ver a Anielka le trajo vida  
-Mark Meyers -pronuncio la niña su nombre, conociendo Alper y Damelise de frente al muchacho. 
-Así que este es Mark Meyers -Alper lo reparo en un tono satírico de voz. 
-Esto no es lo que importa, ahora yo quiero saber que hace estas bestias en mi reino. -dijo el rey muy preocupado. 
-La otra está libre, es lo peor -Jael sentía malestar -Y quién sabe cuantas más ronden nuestras tierras. 
Gabriel guardaba silencio, hasta que su hora llego de cuestionar lo que le causaba curiosidad. 
-También me pregunto, ¿Quién clavo las dagas y desgarro las fauces de la otra como si nada? -todos miraron a Gabriel cayendo en cuenta. 
-Yo arrojé las dagas. 
-Y yo desgarré la otra-Garend intercambio trabajo con Mark. 
-¿Como lo hizo? – igual Gabriel cuestiono al monje. 
-Trucos de guerrero.  
Respondió, pero para Gabriel era mentira, no entendiendo Mark esa mirada satírica de Gabriel sobre él, como si pudiera oler su mentira, Mark solo pensó que lo imaginaba. 
-Mark Meyers escuché que sabes atraer a los animales hasta colocarlos en una jaula, ¿Es un oficio de Mandalg o no está en tu trabajo? -Gabriel llevo la conversación al grano -También debo visitar la calle de los contrabandistas, aquí debe estar la solución del problema. 
-Gabriel quiero ir contigo a cazar esa bestia, suficiente tenía con los osos de Branderverg como espías, para tener también la visita de hienas. -el rey no cabía de su asombro. 
-Tengo entendido que Dalta tiene lobos y Nexau osos. Pero hienas, ¿Quién podría ser? -dejo Jael la duda en cada uno de ellos. 
-Garend me haría el honor de estar en esta casería-invito Gabriel al monje que acepto. 

 




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