Como Lenguas De Fuego

EL AROMA DE UN MANSON

Después de cazar una hiena, todo era para más cuestionamientos en palacio, como en la cámara de los lores, osos de Branderverg, y hienas ahora, Jausen hacía que esa duda creciera al ver el terrible madúrente de Feithir en la sangre de las hienas, el médico era un junio y lo expuso frente al rey y cámara de los lores, abriendo debates que si los osos eran de Branderverg de donde eran las hienas, ya que tenían el mismo trato y formación como para un ejército, eran días de caos y desazones para Drommeland, pero eso no opacaba que habría dos bodas reales, Jael era felizmente enamorado y por parte de Gabriel era algo preocupante, ya que no intentaba en lo absoluto visitar a la princesa, lo que Jael cuando noto llamo la atención del varón.  
Gabriel debía hacer un esfuerzo por conocer más de la joven, que unos días pisaría el suelo de palacio, el Vernugem envió una carta con Dante quien al ver a la muchacha mostró respeto como si nunca le hubiera insinuado nada, la carta estaba escrita a puño y letra de Gabriel, esa tarde iría y dejo muy claro que lo anunciaba para no incomodarla, Odoacro junto con las siervas preparo postres café con leche y un rico té el gigantón solía ser el cocinero de su antiguo amo, sabía servir la mesa con cada detalle dejando a las siervas impresionadas de su meticulosa labor. Gabriel cuando iba rumbo a esa casa tuvo recuerdos de Kristin cuando la beso por primera vez, eran dos jóvenes de quince años, tontos e ingenuos, pero el amor era sincero, lo que para Gabriel ya no era así, había tenido muchas mujeres con las que compartió momentos, unos más largos y otros pasajeros, pero nunca volvió a pensar como lo hacía con Kristin, la amaba hasta sufrir todo lo que paso por su repentina rechazo, y este rencor no le dejaba ver como tenía un hijo y una nieta. Belius por su parte, solo estaba en su habitación pidiendo a Dios que Gabriel ese día no fuera el mismo. Cuando escucho esos cascos de su corcel sobre la nieve, Odoacro fue el primero que salió y su actitud fue la de un servidor amable.  
—Mi señor permita que guarde su corcel. —No suelo pedirlo a mis siervos que lo hagan, ya que los corceles de un Vernugem tienen un vínculo con su amo.  
—No perderá ese vínculo si lo hago esta vez, yo le serviré igual que lo hago con mi princesa de Dios. —Odoacro hablo de ella con amor, él recordaba como ella había estado toda la mayoría de la tarde de plegarias a Dios, por un Gabriel diferente 
El Vernugem cuando subió los escalones y entro a la increíble cabaña de techos tan altos como un castillo, miro el orden de la mesa y luego observo a las siervas que si algo disfrutaban era ver al varón. 
—¿Quién de las dos organizo la mesa? 
—Yo mi señor. —mintió la mayor por recibir un halago. 
—Haces bien tu trabajo. 
Gabriel tomó una silla y se sentó, mirando hacia arriba en tres oportunidades. 
—Mi señor subiré a llamar a la princesa —Odoacro se dispuso a trepar los escalones, cuando ella se presentó ante su prometido luciendo el vestido color escarlata —Mi princesa creo que lo hace esperar, yo me retiro 
—Quédate con nosotros —Gabriel sugirió, ya que era de curiosidad interrogar a su escolta —Coloquen más losa. 
Pidió a las dos siervas, que no lograban hacerlo del mismo modo. 
—Descuiden, yo me puedo servir —Odoacro lleno la taza de color marrón y de una porcelana que daba gusto ver su brillo, el sí dejaba todo del mismo orden, lo que saco una mirada de enojo del Vernugem hacia las siervas. 
Que viendo su acusadora mirada, dejaron el salón del comedor. 
—Escuche que la princesa de Jarons Derg, suele preparar dulce de leche y nueces —Gabriel entablo conversación con Belius, una que no se fuera por sus diferencias o distintas maneras de pensar. 
—Si aún lo preparo, si gusta mi señor para la próxima visita lo haré. —la respuesta de sus labios era tan dulce, como el postre que llevaba a su boca. 
—Porque no —lo reitero, posando sobre ella esos ojos que eran como un océano, lleno de misterios y secretos. —¿Acaso este exquisito postre no lo preparo tus manos, que si algo se ven son suaves? 
—Lo hizo mi fiel Odoacro. 
—Vaya, aparte de ser escolta y golpear, también sabes de culinaria. 
—Mi señor no he golpeado, como tampoco matado. 
—Jajajaja —Gabriel lanzo una carcajada y lo miro con ese ego de ser un líder de guerra— ¿Cómo pretendes defender a tu princesa, si no lo haces? 
—Dios me guiará en ese momento. 
Gabriel se mostró corchado de su respuesta, y tomo el té para bajar un poco los sumos. 
—Te desaprovechas, en el ejército de Azmon tu altura y brazos formarían un guerrero temido, tu nombre ya suena a ese líder. 
—Con todo respeto mi señor, no quiero que se ofenda, pero no soy hombre de guerra, esos campos no son los que busco. 
—Entiendo, ¡Que se puede esperar del escolta de la princesa de Jarons Derg, ambos deben encajar! —volvió sus ojos hacia Belius, y tomo la jarra con el te para servir otro poco. 
Pero sus manos delicadas como un pétalo lo detuvieron. 
—Permítame mi señor —Belius se levantó y tomo la jarra. 
Gabriel miraba desde su silla la perfección de su rostro, y aspiraba el olor de su cabello y ropaje, de seguro había lavado su cabello con extracto de rosas, y perfumado su piel con sándalo. 
—Hay una respuesta que quedo sin algo claro, y concreto. ¿Cómo defenderías Jarons Derg sin ejército entrenado para esto? 
Gabriel volvió al tema del palacio, y la tenía justo a su lado, mientras sus manos se atrevieron a tocar su cabello y olerlo. 
—Yo ese día respondí con toda claridad. 
—Yo sí lo haré, ahora tienes al ejército de Azmon a tus pies, yo mismo lo haría 
Gabriel soltó el largo y abundante mechón de su cabello de su mano, volviendo la princesa a su silla con el corazón ansioso y palpitante de sus ambiciones de guerra. 
La tarde avanzó dejando Odoacro la mesa y dando paso a la privacidad del guerrero y la princesa. Que lo invito a pasar al salón donde estaba esa chimenea y el fuego abrazador, Gabriel tomo varios leños y los arrojo al fuego, tomando un puesto distante de la muchacha. 
—Jarons Derg es un reino que lleva poco en el mapa, creo que cuando fue forjado, eras una niña. 
—Tenía cinco años. 
—¿Por qué la casa Derg no lo dirigió, escuche de su hijo? 
—La casa Derg no estaba interesada, ellos se fueron a las montañas a pasar su gran pena por Derg. 
—Esa extraña costumbre, vivir rodeados de miles de ovejas. —Gabriel, hizo un comentario de como esa clase de vida no era de su gusto. —No me imagino en esa posición. 
—Mi padre y madre, antes de ser elegidos, eran humildes pastores, aún lo hago cuando extraño esa vida de niña. 
Gabriel arqueó una ceja y la miro en silencio. 
—Tal vez si mi señor dejara tanta rigidez y protocolo, sería más libre. 
—¿Y de qué sería libre? —Gabriel la cuestiono, al acercarse a ella y dejar poca distancia entre sus bocas —¿Qué es lo que Gabriel Vernugem debe cambiar? 
—No voy a juzgarte, y decir que debes cambiar, solo lo puedes saber tú mismo, cuáles son tus errores. 
Gabriel se fijó en su boca y decidió alejarse, su respuesta lo había sublevado, era rencoroso y esto lo volvía desamoroso. 
—Tal vez la princesa de Dios solo ve eso, pero los motivos están lejos de su pensamiento. 
—¿Tal vez si él quisiera compartirlos conmigo, yo lo escucharía con dedicación?  
—No lo creo posible, nuestra confianza es poca como para tanto. —Gabriel dejo claro y se marchó, dejando a la muchacha con la curiosidad de que podía ser. 
Belius cuando se recostó en su fría cama,  y imagino un Gabriel distinto. 
—¿Hijo de Dios, como puedo ganar el corazón de un varón tan gélido y rígido?  
La princesa se refugió en Dios y lloro por en su presencia por estar lejos de su hogar, ella podía sentir las caricias del hijo de Dios eran como una sensación y pensamiento alentador, Belius lo podía ver con los ojos de la fe, la muchacha desde la noche anterior planeo que a la mañana siguiente iría a conocer los bosques que rodeaban la gran mansión de enormes troncos, un vestido muy abrigado y capota fue adecuado para el invierno, Odoacro servía a su princesa, al varón le pareció imprudente por los sucesos de los osos de Branderverg, pero Belius tenía sus momentos de testaruda, por eso los dos subieron a sus corceles llevando Odoacro una espada con él por precaución. 
Eran bellos bosques que en verano podían hechizar al contemplarlos. 
—Los lagos azules —se emocionó Belius de verlos porque era verdad lo que decían, su color era fuerte que ni el cielo nublado los opacaba. 

—Hablan que son así, por su vegetación bajo el agua 
Odoacro hablo fascinado de verlos pasando tiempo allí con la princesa, Gabriel esa mañana regresaba al dejar una de sus mejores dagas en el sillón, el Vernugen cuando entro vio la carta con la letra de la princesa que decía a sus siervas, de que no estarían allí, irían a los lagos azules cerca de allí, Gabriel recordó que a poca distancia de esos lagos había sido el ataque de oso de Branderverg, el Vernugem tuvo temor de que algo pasara, por eso se fue camino hacia esos lagos, Odoacro veía como el frío ya empezaba a congelar el agua y crear poco a poco una capa de hielo hasta dejar un espejo. 
—Cuando sea un espejo azul, solo imagínalo. 
—Odoacro. 
—¿Qué mi señora? —el hombre dio la vuelta cuando se encontró con la presencia del enorme oso. —Mi señora es un rey de Baramog. 
—Baramog está lejos de esta parte. 
Belius y Odoacro estaban firmes ante el que solo se veía olfatear y mirarlos, ellos eran entrenados por Nexau para una sola misión y era un Manson, tenían la inteligencia de sentirlos, la princesa y el guerrero no lo comprendían aún hasta que el olfateo un olor más cercano, aún Manson, Gabriel estaba sobre la peña mientras el oso se fijo en el, el temible guerrero lo analizaba y olfateaba mientras el Vernugem saco su espada de su espalda, Gabriel lo supo era un oso de Branderverg, y no iba por ninguno de ellos porque solo tenía una misión, y era un Manson. 
—Vengan hacia acá —ordeno el Vernugem un poco molesto. 
Caminando la princesa y el guerrero directo a sus corceles, el oso se veía perdido, pero solo uno le era familiar, Belius lo veía solo observar al Vernugem que apenas bajo la guardia el oso se fue contra él. 
—¡Gabriel! —Belius expreso un fuerte grito alertando al guerrero que lo tomo por desprevenido. 
El Vernugem retrocedía cayendo al orificio de roca donde golpeaba su cabeza, el guerrero estaba inconsciente mientras el soldado de Branderverg iba por él, Odoacro tomo su espada gano la atención del oso que al ver como él se interponía entre él y su presa, lo ataco como una osa por sus cacharros, Belius no sabía qué hacer si ayudar a Odoacro o bajar a ver el estado de Gabriel. 
—Ve por él —grito Odoacro. 
El varón esquivaba sus temibles garras que el rozarlo lo podían desgarrar, no comprendía por qué la espada no hacía nada contra él, gracias a su armadura. Odoacro solo después de tanta lucha hizo lo que de verdad lo libraría del peligro. 
—‭‭No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Más a ti no llegará. ¡Alto ahora! —Odoacro hablo con una voz, que era la autoridad del hijo de Dios, atreves de él.‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬ 
El oso se detuvo y guardo respeto a lo que vio en sus ojos, el soldado de Branderverg huyo de allí, hiendo el gigantón a socorrer a Belius. 
—¿Qué ha ocurrido? 
—Se golpeó su cabeza. 
—Es mucha la sangre. 
—Gracias a Dios fue un golpe leve. 
Odoacro toco su pulso y se dio cuenta de que había sido la forma en que lo golpeo, lo que lo había privado, el escolta lo cargo sobre sus hombros, y regresaron enseguida a la cabaña. Belius ordeno quedándose con una carta que fuera a palacio para pasar al rey el mensaje, mientras ella se quedaba al lado del Vernugem que limpiaba con paños de agua tibia su cabeza, fueron cuatro horas privadas que al regresar, se asustó de que había pasado, estaba en la cama de Belius y ella en un sillón esperando verlo reaccionar. 
—¡Qué paso! —se veía desorientado. 
—Fuiste atacado por el oso de Branderverg. 
—¿Qué hacían en ese lago, se les ordenó no salir de aquí hasta ir a palacio? 
—No soy la esclava de Drommeland —Belius se enfureció de la arrogancia de ese reino. 
—Se te ocurre algo tendríamos problemas. 
—¿Y a que le temes, si tu ejército haría con el mío lo que hace con todos los otros? 
Gabriel se quedó en silencio y la miro molesto. 
—¿Qué fue de esa bestia? 
—Huyo. 
—¿Acaso tu escolta no fue capaz de detenerlo? 
—Si no este muerto es gracias a él, ya que para la era un Manson. 
Gabriel se mostró confundido, y se cuestionó en su pensamiento 
<< ¿Por qué a mí, acaso Liang Bel y Liansed no son lo mismo para Jael? >> 
—Aceleraré tu estadía en palacio, así no nos causarás problemas. 
—Problemas, lo única que tiene esa terrible situación soy yo, con tu desagradable ego. 
Belius cerro la puerta de la habitación y lo dejo allí solo, Gabriel debía cambiar un poco su temperamento y no tratar a la joven como si fuera Kristin, eran dos cosas muy diferentes. 
—Tal vez te debo una disculpa, tal vez es la situación de que eres joven y yo un varón que ha recorrido mucho mundo. No quiero ganar los espinas de esta rosa, quiero sus pétalos. 
Gabriel se acercó y volvió a dejar esta vez en la piel de su mejilla, ese beso de sus labios. 
































 




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