Cómo Matar A Un Héroe

Capítulo 12

Había pasado un largo silencio en el que ninguna de las tres se atrevió a comentarse nada. Erika seguía manejando con la vista pegada a la carretera. Olivia sumergida en su silencio mientras contemplaba el atardecer por la ventana. Pero Adriana fue la única que no soportó seguir en aquella inquietud.

—Espero y esto te sirva para que no lo vuelvas a ver, Olivia.

—Adriana, no empieces…

—No empieces tú, Erika. No intentes defender lo indefendible. Lo que le acabo de decir es la verdad. Desde que Liv se encontró con ese mugroso no ha tenido más que problemas. Por su culpa la llevaron a prisión, por su culpa su mamá la castigó, por su culpa Olivia tuvo que humillarse para llevarle una maldita canasta de fruta, y ahora, ahora por su culpa esos hombres casi la…

—Ya no sigan, por favor —Olivia estaba destrozada.

—Entiende querida, él no es como nosotras. Imagina qué va a decir James cuando se entere de esto y de tu interacción con ese, ese sujeto. Si es que se le puede llamar sujeto. Esto es lo único que buscaba, tener tu atención, y tú se la has dado.

—Kevin no es malo —Erika susurró.

—¿No es malo? Claro que no lo es, Kevin es un aprovechado.

La poca distancia que alejaba a Olivia de sus amigas y su casa, pronto iba a terminarse. Ella se reacomodó en el asiento, pegó su mejilla sobre el cristal y cerró los ojos, los cerró para olvidarse de la voz de Adriana y Erika que comenzaban a discutir, para olvidarse de lo que había sucedido, y para olvidarse de lo que Kevin, con lágrimas de frustración en los ojos, le había gritado.

Aquello fue lo que realmente le dolió.

—¡Me tienes harto, Olivia! ¡Ya no te soporto!

Rememoró una parte de sus palabras.

Adriana aparcó frente a la casa de Erika, y cuando esta bajó, le susurró un silencioso: te quiero, y después se alejó.

—Comienzo a pensar que su amistad es dañina para nosotras.

Pero Olivia ignoró aquellas palabras, permaneció en silencio y esperó hasta que Adriana bajase de su auto y se perdiera entre el vago silencio de su puerta. Fue hasta entonces que Liv pudo llorar.

Triste y pensando en las palabras de Adriana, Olivia se metió a la regadera. El agua le escurrió por su espalda y le acarició las piernas en un cálido tacto de tranquilidad. Habría tardado alrededor de media hora, extensos minutos en los que trató de hacerse la pragmática idea de ser la fuerte de la historia, de no ser el problema y de que Kevin no había sido la primer persona en alejarla de su vida.

Por un momento creyó sentir lástima por él, sentir culpa de lo que James le había hecho el otro día con el cupón, pero la verdad era distinta y Olivia no se daba cuenta. Terminó, y tras ponerse solamente la ropa interior, salió hasta su ventana con la tristeza ya consumida.

Al fondo, summertime de My Chemical Romance la acompañaba en su pena y dolor. Le dolían los pies, los brazos y el corazón, pero ella sabía que todo aquello sería pasajero, o al menos trataba de convencerse, de lo contrario, no dejaría de ahogarse en su miseria de aquellas, últimas y crueles palabras.

—Kevin… —susurró cuando Gerard Way dijo: si te quedas, podría esperar incluso toda la noche o hasta que mi corazón explote.




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