Cómo Matar A Un Héroe

Capítulo 27

Era jueves. Olivia y Erika cerraron la puerta luego de llegar a la habitación, lanzaron los libros a la mesa, y tras llevar varias bolsas de palomitas y refrescos, se perdieron entre la laboriosa investigación de dos materias que exigían coincidir en los resultados para un trabajo documental-informativo.

—¡Liv! —gritó Erika arrojando las hojas fuera del escritorio—. Si sigo escribiendo, no aguantaré el dolor de la mano durante los siguientes dos meses. Ojalá y Adriana estuviera aquí para ayudarnos.

—A mí también comienza a dolerme un poco. Pero recuerda lo que dijo el profesor: el trabajo es en parejas.

Pareció ser que Erika eludiría el sentimiento de pérdida y falta, pero la pregunta que le comía la razón era todavía peor.

—¿Te puedo preguntar algo, Olivia? —dijo.

—Seguro.

—Al principio pensé que de las dos, te sentías más cómoda con Adriana que conmigo. ¿Por qué me elegiste a mí para este proyecto?

—Con Adriana las cosas estaban llegando a su límite. Todo el tiempo estaba sobre mí cuestionando mi ruptura con James, y eso es algo que no pienso soportar.

—No entiendo por qué no te apoya. Ella dijo que lo que estuviera bien para ti estaría bien para ella. Y ahora no lo está cumpliendo.

—Lo sé, pero no pienso seguir discutiendo con ella. Es mi amiga, y a pesar de que no esté de acuerdo conmigo, yo la quiero. Erika, no te molestes por esto, pero hasta aquí ha llegado ese tema, y James ya es parte del pasado.

—Lo entiendo, Liv, disculpa.

—Al contrario —le sonrió extendiendo sus brazos que pedían tenerla cerca—. Gracias a ti por estar siempre conmigo, y perdón por todas esas veces que dejé que Adriana te callara o tratara mal.

—¿Te parece si descansamos un rato?

—Lo necesitamos.

—¿Y si mientras lo hacemos vemos alguna película? Tenemos comida como para vivir aquí encerradas todo un año.

—Me parece bien.

Erika se levantó, y allanando en el interior de un baúl repleto de películas, se encontró con una gran variedad que iban desde lo romántico hasta el terror.

—¿Cuál te gustaría ver, Liv?

—No lo sé, ¿cuáles hay?

—¿Titánic?

—¿Bromeas? Me la sé de memoria.

—¿Crepúsculo?

—Años de secundaria.

Erika sonrió y siguió buscando.

—¿Qué tal, Yo antes de ti?

—Aún sigo llorando por Will.

—Tienes mucha razón, sería un suicidio de lágrimas. ¿Alguna de Barbie?

Y entonces el recuerdo de la vez que le cantó a Kevin, regresó como lo más bonito y dulce que ella había hecho por alguien.

—¿Por qué sonríes?

—¿Yo? Ah, no es nada, solo recordé un par de cosas que…

Tock, tock, tock. Tock, tock, tock. Alguien estaba tocando el vidrio.

Olivia se puso de pie, se arregló el cabello y corrió hasta la ventana mientras su amiga la observaba aterrada y sorprendida.

—¡Espera! ¿A dónde vas?

—Tranquila. No hay ningún peligro —y cuando Olivia abrió las cortinas, la sonrisa de Kevin hizo brillar toda la habitación, ganándose también un grito de Erika que corrió hasta él apenas lo vio.

—Hola, Erika, no sabía que estabas aquí —las mejillas del muchacho se pusieron increíblemente rojas.

—Estamos haciendo un trabajo de investigación, y Erika es mi compañera en dicho trabajo —Olivia se apoyó en el alféizar de la ventana.

—¿Eso quiere decir que están muy ocupadas?

—¿Por qué la pregunta?

—Tenía toda la intención de invitarlas al carnaval, claro, aprovechando que Erika también está aquí.

—¿¡El carnaval!? Liv, nosotras llevamos tiempo esperando a que el carnaval por fin llegase. ¡Vamos!

Olivia la miró, entornó la sonrisa hacia Kevin, que también lo pedía con súplica, y aceptó.

—Yo te sugiero que lleves deportivos —el muchacho le guiñó un ojo.

—Los llevaré. Vamos, espera abajo mientras nos arreglamos.

La mañana se había convertido en una tarde en la que el sol tostaba cuerpos humanos y las banquetas parecían freír un huevo sin la necesidad de utilizar aceite de cocina, sin embargo, los árboles y casas de los alrededores supieron esconderlo bien para que, en medio de risas, juegos y bromas, tres chicos pudiesen llegar al lugar que era custodiado por las enormes carpas de taquilla.

—¿Esto es el carnaval? —cuestionó Erika con impaciencia.

—No. Esta es la feria. El carnaval comienza durante la noche —contestó Kevin.

—Entonces ¿por qué llegamos tan temprano?

—Porque… —Kevin se puso en medio de las dos, les sonrió, y pasando ambos brazos en el cuello de cada una, se burló con sagacidad—, ustedes y yo nos vamos a subir a cada una de esas atracciones.




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