Cómo Matar A Un Héroe

Capítulo 36

Gabriel había regresado al otro lado de la calle y se limpiaba el sudor de su frente, pero cuando intentó buscar a sus dos amigos, se dio cuenta de que ambos se hallaban sentados en el pasto de la jardinera. No era necesario esforzarse demasiado para entender a quienes estaban esperando.

—¿Se puede saber qué están haciendo?

Los dos le miraron, intentaron no reírse de él, y al final respondieron:

—Descansando.

—¿Les creeré? Aún faltan algunos minutos para que esas dos… lo que sean, pasen por aquí.

Kevin miró su reloj.

—De hecho, ya son las dos de la tarde, casi siempre salen a esta hora.

—Relájate Gabo —Pepito se sacudió el polvo de sus pantalones—. A este paso, te saldrán arrugas muy joven.

—¿Qué tienes, Gabo? Desde la mañana te he notado extraño.

—Traté de regresar a mi antiguo trabajo como mesero.

—¿Y qué pasó? ¿Te rechazaron?

—¡No! ¡Me aceptaron!

—¿¡Y eso te molesta!?

—¡Sííí! No quiero pasarme las noches enteras escuchando las historias amorosas de los sujetos que llegan con el corazón roto. Es espantoso.

—Algunos sí disfrutan de eso.

—Yo no soy algunos.

—Bueno, y ¿dónde te aceptaron?

—En Éxtasis.

—¿La discoteca de los ricos?

Pero entonces, como invocadas por magia divina, el auto gris de Olivia brilló en el horizonte para después detenerse muy cerca de ellos.

—¡Es Erika y Olivia! —Kevin gritó, y Hugo se fue detrás de él.

—¡Claro, a mí que me lleve la fregada! ¡Buenos amigos!

Kevin se recargó en el borde de la ventanilla.

—¿Cómo les ha ido con su proyecto?

—Estuvieron a punto de darnos una nota excelente. Nos dijeron que la información estaba perfecta, pero… —Erika miró a su amiga. Olivia tenía la vista clavada en el volante del auto— la presentación física del documento nos bajó calificación.

—¿Por qué?

Liv encaró a Kevin.

—James fue a buscarme, y al intentar quitarme el documento, las hojas se cayeron al suelo y se mancharon de tierra. Traté de explicarle al profesor lo que había sucedido, pero no me creyó.

—¿James volvió a buscarte?

—Nunca se fue. De hecho, sabe que estuvimos el viernes con ustedes realizando la investigación.

—¿Nos habrá visto?

—No creo. Estoy segura, que la que le dijo eso fue Adriana. James me repitió las mismas palabras que alguna vez ella me gritó.

—Al menos lo intentaron —Pepe les sonrió.

—Tranquila Liv —Erika le tomó la mano por encima del volante—, hoy nos sumergiremos en un largo baño de spa y nos haremos mascarillas hasta que todo este mal sabor de boca desaparezca.

—O… —Kevin sonrió—, podemos ir a Éxtasis.

Al escuchar aquellas palabras, Gabriel corrió hacia ellos.

—No, no, no, no, de ninguna manera. Ellas dos se van a reponer luego de ponerse tanta cosa que se ponen las mujeres en la cara, y tú vas a dejar que eso ocurra. Además, tienes trabajo en el hospital.

—Sí Kevin —Olivia lo miró—, recuerda que tienes a los niños.

—Los niños van a estar bien. Mi compañera Lupita me puede cubrir y yo mañana regresaré a la misma rutina de siempre. ¿Qué dicen?

—Por mí está perfecto, incluso si Pepito y Gabriel se animan a acompañarnos —confirmó Erika.

—Gabriel trabaja ahí.

—En ese caso, nos vemos en la noche.

—En la noche será.

—¡Aaaaaaaah! —“Globito” se hundía en su miseria




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