Cómo Matar A Un Héroe

Capítulo 50

El tiempo devoró la tarde. Cuando Liv despegó los ojos de su cuaderno, el timbre sonaba incesante anunciando casi las tres de la tarde y el final de algunas clases.

Mientras ella caminaba por el estacionamiento del campus en busca de su auto y se acomodaba la mochila en la espalda, él apareció.

Ciao principessa —le dijo mostrándole el enorme ramo de girasoles.

—¿James?

—¿Cómo estás, Olivia?

—¿Qué haces aquí?

—He venido a disculparme.

—No hace falta que…

—Por favor, Olivia, permíteme expresar lo que siento. Sé que nuestro último encuentro no fue nada agradable, y no sabes cuánto me he arrepentido por mi actitud. Hoy quiero hacer las cosas bien. Entiendo que todo lo pasado fue mi culpa. Poco antes lo hubiera negado, hubiera refutado esa acusación, y jamás me verías arrepintiéndome, pero tu partida me dejó con muchas dudas y autoacusaciones —sorpresivamente, y sin miedo a ensuciar su adorado pantalón Versace, James se arrodilló frente a ella luchando por llorar y porque todo pareciera convincente—. Olivia, de verdad, me estoy muriendo sin ti. Yo te prometo, amore mio, que no voy a ser el mismo de antes.

—James, basta, no sigas.

—Olivia, ¿qué hay de todos nuestros sueños juntos? ¿No te gustaría, en un futuro, ver a nuestros hijos y contarles esta absurda, pero bonita historia? ¿Decirles que tú fuiste capaz de perdonarme, porque estás tan enamorada como yo lo estoy de ti?

—James, no hagas esto. En este momento no.

—Liv, mi preciosa Jorundia.

Olivia sonrió.

—Tenía mucho tiempo que no me llamabas así.

—El tiempo en el que he sido un idiota.

Ella volvió a sonreír.

—Entonces, ¿eso significa que me perdonas?

—Me tienes que volver a ganar, James.

Amore mío, por ti haría lo que fuese. Me volvería rey de Roma si tu me lo pidieras.

—¿Y a mí también me perdonas? —Adriana se acercó a ella.

—Tú lo llamaste, ¿no es así?

—Yo lo llamé, pero era tu decisión perdonarlo o no.

Olivia estiró sus dos manos, a cada uno lo sujetó y pegó a su cuerpo en un remolino de sentimientos que temblaban de miedo. Inocentemente, pensaba que aquel amor y aquella amistad eliminarían todo lo que había sentido y seguía sintiendo por Kevin.

Questa volta, insieme per sempre. Costruiremo quel castello che abbiamo tanto sognato.

—¿Qué dijo? —Adriana se burló de él.

—Algo de un castillo y sus sueños.

Pero de pronto…

—¿Olivia? —Erika no pudo contener la impresión que ese abrazo le estaba dando, y aunque no fue su intensión, su presencia le hizo revivir la confesión de anoche.

—¿Qué se te ofrece, Erika?

—Yo… creí, creí que tú y ellos... ¿Por qué estás con ellos dos?

—Yo también me lo pregunté al principio, pero la verdad es que, no puedo dejar de querer a James. Tú misma lo viste la noche de Éxtasis.

—¿Y qué va a pasar con Kevin?

A Olivia se le revolvió el estómago solo de escuchar el nombre.

—¿Qué quieres que pase? Kevin, ahora es feliz contigo, y sé que esa relación lo mantendrá fuerte cuando yo desaparezca definitivamente de su vida.

—¿Piensas botar a la basura todo lo que han pasado juntos?

—No voy a botar nada. Será cosa de él si logra entender lo que siento, y si no, ya no será mi problema.

Erika se quedó ahí, en medio de la soledad y el frío del estacionamiento, mientras Adriana iba por su coche y Olivia subía al de James. En el mismo asiento que meses atrás había ocupado.




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