Cómo Matar A Un Héroe

Capítulo 63

Un suave susurro llenó sus oídos, primero fue uno, después otro y otro más hasta que aquello le provocó un miedo irreversible. Por primera vez en mucho tiempo, se sitió aterrado. No podía respirar bien y sentía que en cualquier momento el corazón le saltaría del pecho y lo vería, ahí, frente a él tratando de bombear sangre para no morir.

—¡Kevin!

—¿Qué pasó? ¿La encontraron? —se levantó sobresaltado. Seguía en la cama de Olivia durmiendo cuatro días seguidos desde la noche posterior a la desaparición.

—Tranquilo, Kevin, trata de respirar. Tienes el rostro bañado en sudor —Verónica le acercó un vaso con agua.

—Disculpa, creo que he tenido una pesadilla. ¿Saben algo de ella?

—No, aun no hay noticias. Mi padre ha llamado otra vez a Alphonse, el padre de James, pero el hombre insiste en que no sabe nada.

—Eso es mentira.

—Lo sabemos, por eso papá está contratando personal capacitado para rastrearlo y saber en dónde están.

—Esta duda me está carcomiendo vivo.

—Kevin, hoy es sábado, tienes clases en la prepa.

—No me voy a ir, no hasta saber algo de ella.

—No puedes perder cursos justo ahora que están por terminarse. Además, recuerda que tienes una mamá que necesita de ti. Ya son varios días que no vas al hospital y… bueno, tus amigos Gabriel y Hugo están preocupados. Yo sé cuánto te importa mi hermana, y sé que si estuviera en tus manos, cambiarías las cosas, pero también tú debes entender que tienes una vida y una familia que necesita de ti. Y no solo me estoy refiriendo a tu madre.

—Verónica… me siento culpable.

—Pero no lo eres.

—No entiendes.

—Sí que lo entiendo. Erika me ha contado todo, y sé que piensas que Olivia se fue con James por despecho, pero no es así. Ella sabía el riesgo que corría en manos de James, y en cualquier momento esto iba a suceder.

—James la quería lejos de mí.

—James la quería lejos de todo mundo.

—No Verónica. James de verdad la quería lejos de mí. Hace un par de días se presentó en mi casa y me ofreció dinero a cambio de que me alejara de ella.

—¿Qué?

—Por supuesto que no lo acepté. Olivia pesa para mí más que cualquier jodido oro en el planeta. Lo rechacé, se marchó no sin antes amenazarme con hacerle daño a mi madre si yo seguía insistiendo con ella.

—Descuida —Verónica trató de verse calmada—. Yo se lo diré a mi padre. Si James no va preso por secuestro, lo hará por extorsión.

Muchos villanos de las grandes franquicias televisivas o cinematográficas, seguidamente se han de cuestionar: ¿Cómo es posible matar a un héroe? Y lo cierto es que, llegando hasta este punto, no hay una respuesta como tal. Un héroe muere de diferentes maneras y por muchas razones. Kevin por ejemplo, durante mucho tiempo, había sido el salvador de los que han perdido las esperanzas, el superhéroe sin capa de muchos niños hospitalizados y a punto de morir, el héroe de su propia familia y amigos, el de su madre, el de los niños y adultos que viajan molestos dentro de sus autos, pero que al verlo, sonríen sin imaginarlo. Sin embargo, tras ver y vivir en carne propia todo ese peso de responsabilidad, incluso tras vivir con la culpa de aborrecer a su padre por preferir a su hija que moría de cáncer, supo vivir con eso sin perder su sonrisa.

Ahora todo estaba cambiando. Cuando ella se fue de su vida, le quitó todas las fuerzas y ganas de vivir. Olivia había asesinado de la peor manera a un héroe; el joven y la persona que no hizo más que entregarle su día a día entre sonrisas, desvelos, dulces de piña y alientos para ayudarla a lanzarse a lo que realmente le daba miedo; a cantarle una canción que se sabía desde pequeña, a contarle sus inseguridades, y a comer un helado de chocolate sin temor a mirarse en el espejo y después culparse por ello.

Esa tarde, mientras acudía a la preparatoria abierta en la que estudiaba los sábados y domingos, se hallaba sentado en el pupitre en donde muchos de sus compañeros, algunos más grandes que otros, lo miraban llorar, romperse en un llanto inexplicable mientras se sujetaba la frente.

—Vuelve, Olivia.

Deseaba regresar, subir a la ventana y meterse en la cama con ella, sentir su cuerpo contra el suyo, sentir sus dedos sobre su pecho o su cintura, sentir su aliento, oler su cabello recién lavado, sentirla, envolverse en ella, besarla hasta que ambos se terminasen devorando en el amor febril de un par de jóvenes adultos que pedían a gritos explorar sus cuerpos.

¿Cómo matar a un héroe? Arrebátale lo que ama.




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