Cómo maté a mi madre

Cuarta Herida: segunda parte

Después de esa noche Coba y yo nos seguimos reuniendo cada noche. Nunca hacíamos nada sexual, solo nos besábamos de vez en cuando. Nuestra relación no se basaba en lo carnal, sino en lo espiritual y en la conexión que el sufrimiento que ambos experimentamos había formado entre nosotros. Durante nuestras citas nos dedicábamos a hablar de nuestras vidas, aunque su vida había sido dura por la pobreza de su familia su dolor no se comparaba con el mío. Ella sabía que debía consolarme y eso era lo que hacia la mayor parte del tiempo. Me dejaba recostar en su regazo mientras acariciaba mi abundante pelo afro, a veces hasta me cantaba. Cuando estaba con ella parecía un bebé indefenso, creo que por eso llegué a quererla tanto. Ella me daba el amor de madre que me fue negado.

Su preocupación por mi hizo que yo empezara a cambiar, me pasaba los días buscando un trabajo y hasta intenté regresar a la escuela. Las drogas las quise dejar, pero me fue imposible, aun así sabía que si ella seguía conmigo aunque me tomara tiempo dejaría de consumirlas. Parece mentira, pero hasta mi madre empezó a cambiar su forma de ser conmigo.

—Cuídala, quizás no sea bonita, pero es la que nos sacará de la miseria —me dijo la primera vez que la conoció. Al recordar sus palabras pienso que su mala actitud hacia mí era porque yo sufría mucho todo el tiempo y ella no soportaba verme así y tal vez, solo tal vez ella prefería callar.

Hicimos el amor por primera vez siete meses después de conocernos. Desde entonces repaso ese instante en mi memoria una y otra vez y no tengo duda de que fue el momento más sublime que he vivido. Quisiera explicarle para que entendiera la razón por la cual fue un período tan especial, pero me es imposible, no puedo. A veces creo que las sensaciones que viví ese día son un invento de mi memoria, es que han pasado casi quince años y nunca las he vuelto a experimentar.

Como era de esperarse las personas destinadas a la desgracia como yo no podemos tener cosas buenas en nuestras vidas, de alguna forma u otra el destino nos las arruina. Yo sé que he hecho muchas cosas horribles, pero todo fue culpa de mi destino no mía. Yo tenía todo para ser feliz y el destino se encargó de destruírmelo todo. Tres meses después Coba me dijo llorando y muy asustada que estaba embarazada. Yo también me asusté mucho, pero nada comparado con la reacción de Coba, después de todo la mujer es más atacada socialmente.

—Si no me ayudas a abortar te denunciaré a la policía por abuso a una menor. Yo tengo quince años y tú debes tener casi treinta —ese día vi una versión de Coba que no conocía, pero no la juzgué, estaba desesperada. Por lo que me había contado sobre su padre estoy seguro de que la mataría a golpes si se enteraba de su embrazo. No decidí ayudarla por su amenaza, ya que éramos de la misma edad, lo hice porque no quería verla sufrir. Ella siempre a pesar de todos sus problemas procuraba tener siempre una sonrisa en el rostro y yo no quería ser el causante de borrarla.

Después de investigar conseguí un supositorio que me aseguraron terminaría con su embarazo. La llevé a mi casa y nos encerramos en mi habitación.

— ¿Estás seguro de que funcionará? —me preguntó mientras se bajaba los pantalones. Yo no supe que decirle estaba muy nervioso y lo menos que deseaba en ese momento era hablar. Tomé el supositorio y lo introduje en su vagina, ella emitió un leve quejido. Luego de eso la agarré de la mano y me acosté a su lado a esperar. Ninguno de los dos dijo nada la sola compañía del uno al otro nos bastaba. Pasaron las horas y yo me quedé dormido, pero los gritos de coba me despertaron. Salte de la cama y vi que se estaba desangrando, la sangre le llegaba a las rodillas, lo supe porque vi su pantalón manchado.

—Eduardo, me duele mucho. Creo que me voy a morir —me dijo gritando y yo no supe que hacer estaba desesperado. Sentía que el corazón se iba a salir de mi pecho. Le quité los pantalones y la ropa interior para ponerle una sábana y tratar de controlar la hemorragia. Luego le dije que saldría a buscar ayuda para llevarla a un hospital.

— Ya no puedo ayudarte, siento lastima por ti, Eduardo. Estas destinado a la amargura —me dijo olvidándose por un minuto del dolor que sentía. En ese instante no le hice caso a lo que me dijo, pero hoy sé que tenía razón. Cuando baje las escaleras corrí al menos diez esquinas pidiendo ayuda, pero nadie me auxilió. Yo era negro y estaba en medio de la noche gritando ¿Quién se acercaría a socorrerme? Cuando regresaba a la casa deje de correr y comencé a caminar de forma lenta, tenía pánico de regresar. No soportaba ver aquella horrorosa escena que yo había causado. Si escuchaba una vez más los gritos de Coba iba a enloquecer. Me senté en la entrada del edificio a llorar y me arrepentí amargamente de haberle hecho caso a Coba. Debí ser más recto y decirle que no. Pude sacarla de su casa y ayudarla a salir adelante con nuestro hijo. Quizás lo hice porque sentía vergüenza de que mi hijo tuviera un asesino como padre, no entendí que ya lo tenía y que su propio padre lo había matado. Luego de descargar mis lágrimas me armé de valor, entre al departamento y fui a ver a Coba a la habitación. Ya no podía escucharla llorar, eso me provocó pavor, porque un hilo de su sangre estaba esparcido por parte de la sala. Cuando entré ella estaba muerta en la cama, su pelo rubio se había vuelto blanco como la leche y su piel era translucida. Estaba anonadado, no podía reaccionar, me acerqué a ella y su rostro, su rostro era divino, nunca he vuelto a ver algo así. Busqué una sábana y la envolví en ella, fue ahí cuando me di cuenta de que la cama estaba llena de plumas blancas que habían sido manchadas de sangre, no le puse atención a eso, estaba demasiado alterado.



#12626 en Thriller
#5166 en Suspenso
#12205 en Joven Adulto

En el texto hay: sufrimiento, madre, muerte

Editado: 18.08.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.