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Las siniestras figuras se movían lentamente a través del vaho gélido del cementerio. Sus cráneos descarnados y sus dientes descubiertos y ensangrentados atemorizaron un momento a los muchachos, pero inmediatamente recordaron 3 cosas: que todo era una simulación, que ellos eran súper poderosos en ese mundo, y que si algo llegaba a salir mal, siempre podían pedir al profesor que los sacara de la simulación.
Pero Ángel aún sentía el escozor del piquete de la araña. Su brazo aún palpitaba y no se sentía en absoluto poderoso.
–¡Ten cuidado, amigo!– dijo a Mario –Todo es simulado, pero por alguna razón, el dolor es muy real.
–Eso lo sé– respondió, levantando una lápida gigantesca como si estuviera hecha de hule –Así que vamos a causarles dolor.
Mario no perdió tiempo en comenzar a pelear con los monstruos, que rugieron violentamente apenas se acercó a ellos. Con sus ojos blancos, piel podrida y bocas ensangrentadas, sintió un repentino escalofrío, pero lo ignoró y lanzó la lápida contra el primer muerto viviente que se le acercó.
Escuchó el crujir de sus huesos contra la piedra. Él apenas había sentido las piedras en sus dedos, pero al estrellarlo contra la criatura, le deshizo la cabeza completamente.
El monstruo continuó caminando un momento sin cabeza, estirando los brazos tratando de distinguir algo, pero cayó al suelo y dejó de moverse. Mario estaba complacido.
Se agachó y puso los puños contra el suelo. Se preguntaba qué tan poderoso era en ese mundo virtual. ¿Funcionaría lo que pensaba hacer?
Dio un golpe contra el suelo y apenas sintió rozar el suelo con su puño. La tierra se abrió de par en par ante la tremenda fuerza del súper niño y al menos quince zombis cayeron directo al precipicio. Mario estaba sorprendido.
Ángel sintió una nueva punzada en el brazo. Trató de levantar una lápida como había hecho su compañero, pero ésta no se movió de su lugar. Intentó de nuevo, pujando al usar todas sus fuerzas para intentar desprender la roca del suelo, pero nada pasó.
–Profesor Gil– gritó malhumorado –¿Por qué aún no puedo usar mis poderes?
Pero no hubo respuesta.
Volvió a llamar al profesor, pero nuevamente nadie contestó. Volvió su vista a Mario, que se la estaba pasando en grande elevándose en el aire y soplando para hacer retroceder a los espantos.
Estiró sus manos e intentó lanzar una telaraña, pero nada sucedió. ¿Acaso había fallado la programación del doctor, y tendría que pasarse todo el juego con su fuerza de siempre? ¡Eso no era justo! Mario se estaba divirtiendo mucho.
Ante la sorpresa de todos los presentes, vivos y muertos, Mario se elevó más en el cielo, levantó las manos y varios relámpagos cayeron partiendo más zombis en pedacitos. Incluso los monstruos se asustaron cuando oyeron estremecer el oscuro cielo.
–¡Tiene demasiados poderes!– murmuró Ángel con amargura, cubriéndose la cabeza y volviendo a intentar levantar la tumba.
Escuchó entonces un jadeo seco cerca de su oído y las piernas se le paralizaron del susto. Uno de los muertos se había escabullido hasta él y se lanzó con fuerza para morderlo.
Ángel gritó mientras sostenía la podrida cabeza a centímetros de su nariz, y el zombi le enseñaba sus amarillos y afilados dientes, forcejeando para que este no le arrancara la cara de una mordida. Estaba aterrado, pero no tanto como molesto por la injusticia del juego.
–Con o sin poderes– balbuceó –¡Te voy a matar!
Y tras exprimirla con fuerza, logró desprender la cabeza del cuello putrefacto del monstruo. Empujando el cuerpo con los pies, logró quitárselo de encima y se levantó triunfal, aunque con las piernas temblando.
Miró alrededor, esperando que no se le acercaran más zombis. Aún estaba aturdido por la sorpresa de encontrarse al primero. Sentía las manos rojas por el esfuerzo de quitarse aquel muerto de encima. Se sentía cansado, y la roncha del brazo aún le dolía. Finalmente volvió a caer hincado al suelo y trató de tranquilizarse, pero sin lograrlo. ¿Qué les estaba pasando? Sentía aún el doloroso veneno recorriendo su sangre, como si le estuviera matando lentamente. ¿Por qué el profesor no le explicaba qué estaba sucediendo? ¿Y si realmente le había picado una araña y ahora estaba muriendo en la vida real?
–Mario– intentó decir, pero la voz no le salió –¡Ayúdame!
Pero su amigo no lo escuchaba. Estaba demasiado emocionado con el juego. Y no era para menos. Acababa de descubrir que también podía lanzar rayos por sus ojos. Más zombis salían en hordas hacia él con la intención de escapar hacia el pueblo, pero no estaba dispuesto a dejar escapar a ninguno.
–Nivel 1A completado– se escuchó una estruendosa voz robótica –Nivel 1B: zombis animales.
El escenario cambió repentinamente en un haz de luces de colores. Mario miró alrededor. Esta vez se encontraban en un pantano putrefacto. ¡Aquello era tan real! Incluso apestaba a pantano. Había niebla por todas partes y apenas se distinguían los árboles al fondo, lo que le daba un aire siniestro, y por un momento se estremeció, pero el muchacho recordó que tenía súper poderes.
Entonces una garra salió de la tierra, y el súper chico se puso en guardia. Una cabeza cadavérica con colmillos siguió al cuerpo de un tigre en descomposición y el animal se lanzó violentamente a Mario, pero una ráfaga de fuego de sus ojos pulverizó a la bestia.