¿ Cómo me llamo, señorita Martinez?

INTRODUCCIÓN

■■■♥«♥■■■

 

Después de cinco años de irme del país sin avisarle a nadie, vengo a pisar la ciudad donde dejé a un viejo recuerdo. Tuve que esconderme por un tiempo. Sonrío y observo a mi pequeño hijo que mira asombrado el aeropuerto. Soy madre soltera. A pesar de ello, pude sustentarlo con mi trabajo.

Sé que ya no podré seguir ocultando la verdad.

Por ello, debo conseguir cuanto antes un abogado. Harsen andará por ahí. Él es la miniatura de su padre.

Cualquiera puede sacar es el hijo de ese hombre.

—Mamá.

—Dime, cielo. 

—Desde ahora viviremos en esta ciudad, ¿verdad? —pregunta con curiosidad—. Debo hacer muchos amigos en mi nueva escuela. También espero que venga Apolo rápido.

Sí. Apolo vendrá mañana. Estaremos viviendo juntos en un departamento grande. Quería negarle, pero dijo que no le importaba y era más fácil cuidar de Harsen.

—Estaremos viviendo un tiempo con Apolo en el mismo departamento.

—¿En serio? —pregunta con sus ojitos brillando, pero deja de hacerlo. Tiene la frente arrugada—. Debo conseguirle novia cuanto antes.

Este niño.

Río y saco unos billetes de la cartera.

—Anda compra golosinas, cariño.

—¡¡Sí!! ¡¡Compraré cinco gelatinas de sabor fresa!!

—No. Que sean solo dos —objeto—. Mamá te espera aquí.

—Está bien.

Mi pequeño hijo se va a comprar al puesto del frente, mientras saco mi celular de la cartera. He enseñado a Harsen como desenvolverse. Es un niño muy inteligente. Aprende rápido y es obediente.

No obstante, puede que, con esta venida, aparezca su padre.

Sin dudar a dudas, peleará por la custodia de mi hijo.

No se lo daré por nada de mundo. ¿Podré mantenerlo oculto?

—¿Señorita Dionna Martinez?

Sobresalto al escuchar mi nombre.

Busco al artífice encontrándome con un hombre de traje igual que un guardaespaldas. Me tenso por completo.

—No. Se ha equivocado.

Debo agarrar a mi hijo y….

—Usted es la señorita Dionna Martinez —escupe el nombre de nuevo. Saca una foto y me la muestra, quedándome con los ojos bien abierto. En efecto, esa soy yo—. Debe venir conmigo.

Si tiene una foto mía…..

Mi mente trabaja rápido. Me he preparado para esto. Busco con la mirada a mi pequeño hijo, encontrándolo de pie y con los ojos en mí. Mando una señal con la mirada y él asiente.

—Espere un momento. Voy a mandar un mensaje a alguien y estoy con usted —informo, sacando el celular. Mando un mensaje a mi madre, diciendo que venga rápido al aeropuerto—. ¿Puedo al menos saber quién me busca?

El hombre me observa sin expresión.

—Usted sabe muy bien quién la quiere ver.

¡Maldita sea! ¿Cómo se enteró que aterricé hoy?

Un recuerdo viene a mí. Uno de esos que siempre he querido borrar de mi cabeza.

“Si elegiste escapar, más te vale que sepas esconderte bien porque te encontraré dónde estés”.

¿Acaso sabía dónde estaba este tiempo?

El terror se apodera de mi ser. Eso es imposible. Cambié mi nombre. Hice todo lo posible para que no me encontrara. Aparte, dejé en claro que renuncié a trabajar con él.

Él debe haberse casado con esa mujer.

Muerdo mi mejilla interna. ¿Qué es esto? ¿Sabe que tiene un hijo conmigo? No. Eso es imposible. Echo un vistazo donde está mi pequeño, el cual, se ha puesto su gorrito de dinosaurio y una mascarilla.

Dios. Amo a este pequeño inteligente.

Mi hijo hace una señal con un pulgar, afirmando que todo está bien.

—Bien. Vamos —pronuncio, yendo con él. Mi hijo sabe muy bien que no debe moverse de ahí hasta que venga su abuela a verlo. Confío en él. Muchas veces, hemos ensayado este evento con Apolo.

Tomo un respiro y camino con la maleta en mano.

Persigo al hombre hasta llegar a una pequeña habitación del mismo aeropuerto. Mi corazón quiere salirse del pecho. ¿Qué debo decir? No lo he visto por varios años. Abre la puerta e indica que entrara. Tomo un respiro y lo hago.

Es una pequeña oficina.

Arrastro mi maleta de mano y…

—Oh, vaya. Estás muy hermosa como siempre, Dionna.

Esa voz suave y elegante.

En ese tiempo, siempre que lo escuchaba hablar, estremecía todo mi ser. Fijo mis ojos al hombre que está de pie con su traje de empresario, pero sin saco. Su rostro se ha puesto más adulto y, su cuerpo sigue lleno de musculatura.

—Hola de nuevo, Drago Langton.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.