DIONNA
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Escupo el jugo que salió de mi boca, directo a la cara del hombre que está enfrente de mí. Un canalla y mujeriego. Quiero golpearlo, pero no deseo dañarme los dedos en cosas inútiles. Ya hice el trabajo que dijo mi mejor amiga. Él recoge una servilleta y con elegancia se seca el rostro. Cabello oscuro con unos ojos tan tranquilos que hipnotizan a cualquiera.
Viste un suéter de cuello de tortuga oscuro
Se nota que le gusta ir al gym. ¿Es un universitario? Mabe tiene buenos gustos. Este imbécil, es todo un adonis. Ahora pensándolo bien, ¿de dónde he visto ese rostro?
—¿Puedo saber por qué recibo este trato de su parte? —cuestiona, terminando de secarse el rostro—. No la conozco.
Ni yo.
—¡Yo sí!
—¿Sí? —cuestiona con una ceja alzada. Diablos, es muy guapo—. ¿Se puede saber de dónde me conoce?
Golpeo la mesa con un puño.
—Ya deja de hablar insolencias, zoquete de primera —recalco con hastío—. Eres un mujeriego promiscuo. Has de tener herxx y gonoxx por tanto ir en mujeres. Igual que un mono.
Arquea una ceja.
—¿En serio? Yo que sepa, no he tenido a muchas mujeres —objeta tan tranquilo. Tiene un semblante serio—. No hay tiempo para distracciones en este momento de mi vida, señorita….
Otro golpe en la mesa y lo apunto con el dedo.
—¡¡No mientas, insolente!!
—Mentir no está en mi esencia de ser humano, señorita maleducada.
¿Qué dijo? Quiero que reaccione para grabarlo y pasarle a mi amiga. Así, la deja en paz.
—¿Seguirás con tu mentira? —cuestiono con ironía. Sonrío de lado y desabotono mi blusa, mostrando mis atributos—. Bien. No me importaría compartir cama contigo. Al menos, tienes el rostro apuesto.
Su mirada se va hacia mis pechos y luego en mí.
—¿Está proponiéndome tener sexo con usted?
—Sí.
Dobla el brazo sobre la mesa, apoyando su cara en una de sus manos.
—¿Acaso es bipolar?
—¿Qué dijiste?
—Primero me insulta y luego quiere una aventura conmigo —replica observándome de una manera extraña. Parece como si estuviera enfrente de un depredador—. No es que no haya tenido relaciones sexuales con una mujer. La tuve hace tiempo atrás.
Arrugo el ceño.
—No me interesa saber tu vida sexual, idiota.
—Oh, de nuevo me está insultando —recalca—. ¿Puedo preguntar cómo me llamo?
¿Por qué pregunta eso?
—¿Piensas que soy una tonta?
—De hecho, sus acciones concuerdan con esas palabras —responde moviendo sus dedos sobre la mesa—. ¿Y bien? Espero la respuesta, señorita maleducada.
Agarro lo que queda de agua y lo vierto en su cara.
—Richard. ¿Correcto?
Él me observa con detenimiento y luego dibuja una sonrisa que me toma desprevenida. Ahora entiendo el motivo del porqué Mabe no puedo irse de sus manos. Vine para agarrar pruebas y aún no obtengo lo que deseo.
—¡¡Dionna!! —exclama Mabe detrás de mí—. ¡¿Qué crees que haces?!
Mabe ha llegado corriendo y ha sostenido mi muñeca.
¿Por qué está aquí? Le dije que esperara en mi departamento. La miro sin entender lo que pregunta. Este no era el plan.
—Eso te debo preguntar a ti.
Ella aprieta mi mano.
—Estás loca, Dionna.
—¿Qué? ¡¡Solo estoy siguiendo con nuestro plan!! —digo ceñuda—. ¿Qué mismo dices, Mabe?
—Él es….
—No. Está bien así —dice el tipo, levantándose de la mesa. Seca su rostro y pasa una mano por su cabello mojado. Su mirada oscura recae en mí, estremeciéndome—. Parece que tu amiga, es muy cómica.
¿Qué cosa dice?
—Lo siento mucho, Drago.
Abro los ojos sorprendida.
—¿Drago? —cuestiono petrificada—. ¿No es Richard?
Mabe tapa mi boca y me empuja.
—“Eres un mujeriego promiscuo. Has de tener herxx y gonoxx por tanto ir en mujeres. Igual que un mono” —repite lo que dije a la perfección. Se acerca a mí y sonríe. Una sonrisa tan extraña y llamativa—. ¿Puedo saber su nombre?
Oh, no.
Cubro mi mano con la boca, mientras Mabe se pone en medio de los dos.
—Me disculpo también por ella. Nos retiramos por el momento.
Con esas palabras nos alejamos de ese hombre, llevándome la vergüenza por haber dicho insultos a una persona inocente y equivocada. ¿Cómo se llamaba ese tipo?
Ah, Drago.
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