¿ Cómo me llamo, señorita Martinez?

CAPÍTULO 2

DIONNA

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¿Por qué ser adulta es difícil?

Buscar trabajo es un fiasco. He gastado mucho dinero en hojas de vidas y nada que sale algo decente para mantener mi vida llena de pobreza. Estoy en mi último año de carrera universitaria y mi cuenta bancaria, ya mismo está a cero.

La deuda que tengo, no ayuda en nada.

Alquilé un departamento y estoy pagándolo junto a las materias. Dentro de poco, estaré haciendo mis pasantías pagadas. Eso es lo único que me llena de alivio puro.

—¡Odio ser una adulta!

Mabe ríe, mientras come una barrita de chocolate. Tiene una mirada en el celular. Ella está haciendo sus pasantías en una empresa familiar. Aparte, posee dinero suficiente para no preocuparse de cosas pequeñas.

—Bienvenido al mundo real, Dionna.

Gimo de fastidio y recuesto mi cabeza sobre el respaldar del asiento del parque donde estamos. Hay varios niños pasar de un lado al otro, entretenidos en su mundo rosa.

Los envidio.

—He metido carpetas en diferentes empresas y no me sale ni una —replico desganada—. Quiero tener dos trabajos de medio tiempo. Es decir, con mis pasantías pagadas y aparte otro.

—Dudo que puedas con dos a la vez.

—¿Lo olvidas? He tenido como cuatro trabajos en día —indico bebiendo el agua mineral helada que compré—. Más dinero, mejor para mí.

—Si te ayuda de algo, metí unas de tus carpetas en las empresas que son amiga de mi familia —dice tecleando en el celular—. Fueron como tres, pero no recuerdo el nombre.

Empresas amigas de su familia.

¡Es una Diosa! Le agarro de la mano, llamando su atención.

—Te agradezco, reina.

Ella ríe.

—Exagerada.

—Haré lo que deseas —pronuncio sonriendo—. ¡Eres mi mejor amiga, Mabe!

Ella ríe y soba mi cabello, igual que una hermana mayor a la menor.

—Siempre has cuidado de mí cuando estaba enferma, debo recompensarte, saltamontes —pronuncia riendo—. En todo caso, si te ofreces en ayudarme…. ¿Significa que puedo pedirte un favor?

Esa pregunta estremece por completo todo mi ser.

Una ventisca helada sube por toda mi espalda y unas campanas fúnebres, se escuchan detrás de mí. Sí. Es una mala noticia. Debo negar a su petición por completo.

—Pues… Eso…

—Te puedo pagar extra.

—Acepto —respondo enseguida. Ella ríe—. Eres una buena amiga, Mabe.

—Repetiste dos veces eso y tus ojos brillan en forma de dinero.

¿En serio? ¿Debe ser por lo pobre que soy?

Siempre me alegro de los pequeños trabajos que me salen. Rezo por terminar rápido mi universidad para trabajar en algo fijo y bien renumerado.

El trabajo de mis sueños.

Imagino estar en una playa descalza y disfrutando de los placeres de tener dinero y poder viajar en diferentes países. ¿Podría comprarme una casa enfrente de una playa? Sonrío tan emocionada. Hasta puedo sentir la brisa marina pasar por…

Una mano pasa enfrente de mi rostro, haciendo que aterrice en la realidad.

—¿Cuánto tiempo me fui?

—Un minuto.

—Oh, bueno. Esta vez, no son cinco minutos —Río. Ella sonríe—. Ahora sí, dime. ¿Qué trabajo es el que me quieres dar, amiga del alma? Espero que no sea de tu exnovio.

Ella sonríe con misterio.

—Ese hijo de la piiiii, lo mandé a la piiii después que le arruiné su piiii de carro. En este momento me vale piiiii su piiii vida de promiscuo piiii loco —pronuncia sin quitar esa sonrisa—. En todo caso, olvidemos a ese piiiii piiiii piiiii piiiii piiiii

Sí. Mabe siempre ha sido boca suelta sin importar nada.

—Tienes razón —concuerdo sonriendo—. No vale nada ese piiii de la piiiii.

Ella ríe.

—En todo caso, el trabajo es fácil.

—¿Sí?

—Debes ir a una reunión y pasarte por mí —declara, mirando la pantalla de su celular. Enseguida me enseña una foto de un hombre de traje de empresario. Es atractivo y parece que tiene mucho dinero. No pasa de sus cuarenta años—. Actúa como si fueras una mujer que ha estado con muchos hombres.

¿Qué cosa?

—¿De nuevo debo actuar?

—Sí. Esta vez, no te meterás en problemas —prosigue sonriendo—. A este tipo, no le gustan las mujeres que tienen un pasado muy divertido.

¿Actuar de nuevo? Quizás, no debí aceptar. De seguro, me meteré en problemas y…

—Mabe, creo que…

—Lo tarifa que te daré, la triplicaré.

—¡Acepto! —contesto enseguida, cayendo de nuevo en sus redes. No, mejor hagamos esto y ya—. ¿Dónde es el lugar? ¿Debería llevar peluca?




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