Cómo puedo amarte

Capítulo 1: Un recuerdo amargo

Todo comenzó hace 5 años. La linda etapa de primaria, aquella línea del tiempo que todo mundo quisiera revivir una y otra vez. La vida era demasiado fácil para todos, solo debías preocuparte de lo académico y de las personas que te rodeaban, pero en mi caso fue bastante diferente a la primaria deseada de muchos.

Desde primaria tenía dificultades académicas que me afectan de cierta manera, sumando también mis propios problemas de autoestima, los cuales llegaban a convertirme en alguien bastante solitario ante los otros niños.

Mi intención no era pasar todo el tiempo solo, el problema era mi poca experiencia haciendo amigos, aunque eso no justificaba mi indiferencia ante los demás. 

El inicio de mi historia en la primaria se resume en pocas palabras: superioridad por parte de los demás hacia mí, inclusive me sorprende que lograra concluir mis estudios viviendo eso. Fui alguien bastante fascinante, tantas cosas pasaron y solo las puedo recordar en partes. 

En fin, solo era un niño.

Otro factor que hizo que mi primaria fuera un recuerdo amargo en mi vida fue originado por un rumor, el cual se distribuyó por toda la escuela, creando un gran repudio hacia mí.

Antes de contar en qué consistía el chisme, se necesita un contexto pasado para lograr comprender con exactitud qué fue lo que hizo que todo cambiara.

Todo esto se desarrolló durante los últimos años de primaria.

Durante bastante tiempo sentía la mirada de una persona, cualquier lugar al que me dirigía podía sentirla, la cual me generaba un miedo intenso por la duda de no saber quién era dicha persona.

Esa persona de nombre desconocido era en pocas palabras un acosador.

Solía vigilarme a la distancia, en los casos que tú mismo te das cuenta de la mirada incómoda que recibías, tan solo parecía un juego de niños pequeños, pero, con el pasar del tiempo se volvió en un serio problema.

No había un momento en el que me sintiera a salvo.

Externaba una gran incomodidad, sintiendo como si su mirada se centrará tanto en mí que causara un gran peso sobre mí, tan solo quedaba seguir cargándola durante un buen tiempo.  En esos tiempos de desesperación y de una empatía inexistente hacia mí apareció una chica de la nada, la cual generó en mí una gran intención de tomar la mejor decisión al respecto.

Su nombre era Akane Yamada, era mayor que yo por un año. Hasta la fecha sigo sin entender cuál fue la razón principal para recibir su ayuda.

Yamada no solo fue eso, sino que fue la persona que me incitó a tomar cartas en el asunto, no solo reportar el acoso, sino que ver una manera de solucionar todo.

Durante un buen tiempo pude pasar tiempo con ella.

Creamos una buena amistad en tan poco tiempo, pese a ser mayor que yo, ser popular y tener muchas más cosas que hacer, prefería estar conmigo. Por primera vez en mi vida puedo decir que tengo un amigo, en su caso sería amiga. 

Aquel día que estuve con ella, contándole todo lo sucedido estos meses.

 Aquel instante me dijo unas palabras que hasta el día de hoy siguen siendo valiosas para mí.

 —El mejor consejo que puedo darte es el siempre poner tu integridad como persona primero ─ 

─ Qué más da el qué dirán de las personas ─ 

─ Recuerda que a donde quiera que vayas estarán persona que te ayudarán ─

─ Algún día llegarás a ser feliz por quien eres y por quien te convertirás—

 En ese momento lo dijo con una voz de seguridad y con una gran confianza en sus palabras, como si se tratara de una hermana mayor saliendo al rescate de su hermano, aconsejando y hablando con él para que por su propia cuenta tome la decisión que crea más conveniente y sobre todo, esté de acuerdo con el resultado de esta.

Pero, hay veces en las que una historia da un giro de 180°, en mi caso, en vez de favorecerle, solo me perjudico de una manera bastante negativa.

Aquellos resultados no fueron los esperados por mí, desde ese momento supe que considerar que tengo suerte en algo es falso, tan solo lo considera como una gran coincidencia.

Como última alternativa de solución, opté por contárselo al director de la escuela. La idea que desde un inicio tenía que hacer; o seo parecía, una buena opción.

Al relatarles todo lo que había vivido en poco tiempo, reaccionaron de la manera esperada, cuando se trata de este tipo de casos es de esperarse que se tomen acciones para remendar este comportamiento inaceptable. 

Después de un largo tiempo de espera entraron a la dirección los padres de aquel niño, junto con él. Mientras ellos tenían una gran charla de los acontecimientos sucedidos, note la inexpresividad del chico. Aquellos ojos vacíos reflejaban una infelicidad, lo entendía completamente, sus padres lucían infelices uno del otro. Aun así, eso no debería de justificar la poca atención a su hijo, debieron de notar las alarmas rojas sobre el comportamiento de su hijo desde mucho, mucho, mucho antes. Debieron de hacer algo desde un inicio y no solo esperar a que su hijo hiciera algo para querer cambiarlo.

La infelicidad se presenta de distintas maneras, la suya es la más notoria de todas las existentes.

Tardaron bastante tiempo en llegar a un acuerdo sobre lo que harían con él.

Había pruebas del acoso que recibía por él, incluso Yamada me ayudó respaldando mi versión de los hechos. Algo bastante favorable a mi opinión dada.

Cuando todo terminó, sus padres pidieron disculpas por el comportamiento de su hijo, por parte suya, aceptar el error de no cuidarlo correctamente.

Creo no salió de la mejor manera, al menos como yo esperaba.

¿No?…

Aquellas palabras actualmente siguen estando en mi mente.

Al día siguiente recibimos una visita del director en mi salón. Le contó a toda la clase lo que había ocurrido, también, sobre el cambio de escuela de ese chico. 




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