―¿Por qué estás aquí? ―una voz femenina se escuchó de fondo
No pude reconocer la voz de esa persona, intenté abrir mis ojos pero los sentía tan pesados, solo quería seguir en un profundo sueño. De pronto sentí un olor extraño, era un aroma que solo se percibe en los hospitales.
Fue allí donde me asusté y abrí mis ojos sin pensarlo dos veces. Gire mi cabeza para ver mi alrededor, y en definitiva; estaba en un hospital, la habitación era blanca con algunos toques de madera, en la mesa de noche que yacía a mi lado derecho había un arreglo floral junto con un peluche de un puerquito.
Sentí un cosquilleo, amaba los puerquitos mejor dicho… tenía una persona que me llamaba así o hace un tiempo solía hacerlo. Fijé mi mirada en la puerta; era de vidrio y él estaba allí con Hanna por lo que veía estaban discutiendo.
Pensé que era una discusión normal y cotidiana de hermanos hasta que vi como una cachetada se plantó en el rostro de Karl. Me asuste, nunca había visto esa agresividad de Hanna, siempre la veía tranquila, dulce y que solucionaba las cosas hablando.
Intenté sentarme en la cama, pero de repente un dolor de cabeza se hizo presente y las ganas de vomitar fueron evidentes.
―Bell tienes que descansar ―dijo Hanna entrando a la habitación
La note preocupada, triste y ¿Decepcionada?
Mis labios estaban secos, podía sentir como estaban en un estado de quebrantamiento, no tenía ni un poco de saliva en mi boca, sin embargo, necesitaba preguntar.
―¿Q-que hago aquí? ―pregunte con dificultad pasando una mano por mi rostro
―Te desmayaste Bell, pero siento que es mejor que el mismo doctor te explique que es lo que pasó ―propuso tomando de mi mano ―Iré por él. ―indicó, saliendo de la habitación
A los pocos minutos ella ya estaba de regreso junto con el Doctor quien me explicó lo que había ocurrido, no pude entender muy bien lo que salía de su boca hasta que dijo algo que me dejó perpleja.
―Los estudios que te hemos hecho han arrojado que tienes anemia pero también que ¡Estás embarazada! ―dijo animoso
―Q-que
Fue lo único que pudo salir de mi boca.
E M B A R A Z A D A
No podía creer que dentro de mí había un pequeño ser con vida. Mi mundo se desmoronó, nada era como lo imaginé, no es que no quería tener hijos pero en este momento donde estoy sola, pues no era una buena idea.
Karl entró a la habitación, se acomodo frente a mi. Él ya lo sabía…
―Creo que es mejor que no lo tengamos
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Editado: 27.12.2023