𝐄ra de noche.
ℰl cielo estaba cubierto de nubes negras que dejaban caer la lluvia con fuerza, golpeando el pavimento, los paraguas, los techos. El eco de las sirenas de las patrullas resonaba en toda la calle.
𝐀bajo de un enorme edificio, las luces azules y rojas iluminaban los rostros mojados de curiosos, policías y familiares. 𝐇abía gritos, murmullos, teléfonos levantados.
𝐀lgunos grababan en silencio, otros hacían transmisiones en vivo con comentarios que se apilaban sin parar:
- "𝑫𝒊𝒐𝒔... 𝒑𝒐𝒃𝒓𝒆 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐, 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒂𝒚𝒅𝒆𝒍𝒐."
- "𝑬𝒔𝒕𝒐 𝒏𝒐 𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝒔𝒉𝒐𝒘, 𝒅𝒆𝒋𝒆𝒏 𝒅𝒆 𝒈𝒓𝒂𝒃𝒂𝒓 ."
- "𝑱𝑨𝑱𝑨𝑱𝑨, 𝒔𝒆𝒈𝒖𝒓𝒐 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒆 𝒂𝒕𝒆𝒏𝒄𝒊𝒏, 𝒅𝒆𝒋𝒆𝒏𝒍𝒐."
- "¿𝑷𝒐𝒓 𝒒𝒖é 𝒏𝒂𝒅𝒊𝒆 𝒉𝒂𝒄𝒆 𝒏𝒂𝒅𝒂? 𝑳𝒂 𝒑𝒐𝒍𝒊𝒄𝒊𝒂 𝒆𝒔𝒕á 𝒂𝒉í 𝒑𝒂𝒓𝒂𝒅𝒂."
- "𝑸𝒖é 𝒇𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆... 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒕𝒊𝒓𝒆."
- "𝑳𝒂 𝒈𝒆𝒏𝒆𝒓𝒂𝒄𝒊𝒏 𝒅𝒆 𝒄𝒓𝒊𝒔𝒕𝒂𝒍, 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒄𝒐𝒏 𝒕𝒓𝒂𝒖𝒎𝒂𝒔 𝒇𝒂𝒍𝒔𝒐𝒔."
- "𝑷𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒒𝒖𝒆 𝒈𝒓𝒂𝒃𝒂 𝒏𝒐 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂???😡"
- "𝑵𝒐, 𝒏𝒐, 𝒏𝒐... 𝒆𝒔𝒕𝒐 𝒏𝒐 𝒆𝒔𝒕á 𝒃𝒊𝒆𝒏. 𝒐𝒋𝒂𝒍á 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒍𝒐 𝒂𝒃𝒓𝒂𝒛𝒆."
𝐇abía comprensión, pero también maldad disfrazada de sarcasmo barato. Las redes nunca fallaban en mostrar ambos lados.
𝐄n medio de la multitud, estaban sus padres. 𝐄𝐥 padre de Rhitt, con la camisa empapada, gritaba con la voz quebrada, estirando los brazos como si pudiera alcanzarlo desde abajo:
- ¡ℛ𝗵𝗶𝘁𝘁! ¡𝖭𝗼 𝗹𝗼 𝗵𝗮𝗴𝗮𝘀, 𝗽𝗼𝗿 𝗳𝗮𝘃𝗼𝗿 𝗲𝘀𝗰𝘂𝗰𝗵𝗮𝗺𝗲, 𝗯𝗮𝗷𝗮! ¡ℰ𝘀𝗰𝘂𝗰𝗵𝗮𝗺𝗲!
ℒa madre lloraba, sollozando sin poder controlar su respiración, con las manos juntas como si rezara.
- ¡𝖧𝗶𝗷𝗼! ¡𝖡𝗮𝗷𝗮𝘁𝗲, 𝗽𝗼𝗿 𝗳𝗮𝘃𝗼𝗿! ¡𝖯𝗼𝗿 𝗳𝗮𝘃𝗼𝗿, 𝗯𝗮𝗷𝗮!
𝐔nos metros atrás, escondidos en una esquina oscura de la entrada del edificio, estaban 𝖣𝖾𝗅𝗅𝖺 y 𝖮𝗐𝖾𝗇. 𝐄𝐥 rostro pálido, los ojos rojos de tanto llorar, abrazándose entre ellos porque ahora sí... ahora sí estaban preocupados. Como si de repente se hubieran dado cuenta de lo que tenían enfrente.
𝐒us compañeros de clase también habían llegado al notar la gente amontonada y los lives de las personas, la mayoría mirando con rostros de susto, algunos con la conciencia pesada, otros simplemente atónitos. 𝐄l nombre de ℛhitt corría de boca en boca.
𝐀rriba, en la azotea, ℛhitt estaba de pie en el borde, con los brazos un poco abiertos para mantener el equilibrio. 𝐒u cabello oscuro-azulado se pegaba a la cara por la lluvia, y el sueter rojo que usaba estaba manchado con gotas de sangre en la manga y en la mejilla. ¿De dónde venían? Ni siquiera estaba claro...¿𝐎 𝐬𝐢?
𝐄l aire era helado, pero su respiración se escuchaba serena. ℳiraba hacia abajo, sin girarse, escuchando todo y nada al mismo tiempo.
ℒa puerta metálica que llevaba a la azotea se abrió de golpe. 𝐕arios policías entraron empapados, apuntando con armas por protocolo.
- ¡ℳ𝗮𝗻𝗼𝘀 𝗮𝗿𝗿𝗶𝗯𝗮! ¡𝐀𝗹𝗷𝗮𝘁𝗲 𝗱𝗲𝗹 𝗯𝗼𝗿𝗱𝗲, 𝘮𝘶𝘤𝘩𝘢𝘤𝘩𝘰!
ℛhitt suspiró con cansancio, sin moverse.
- 𝗦𝘪 𝘴𝘦 𝘢𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢𝘯... 𝘮𝘦 𝘷𝘰𝘺 𝘢 𝘵𝘪𝘳𝘢𝘳. -𝐌𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨𝐧𝐨 𝐚𝐜𝐞𝐫𝐜𝐧𝐝𝐨𝐬𝐞 𝐦𝐚𝐬 𝐚 𝐥𝐚 𝐨𝐫𝐢𝐥𝐥𝐚.
ℒos policías intercambiaron miradas tensas. 𝒰no de ellos levantó la mano para calmarlo, mientras hacía un gesto a sus compañeros para que bajaran las armas.
- 𝑬𝘴𝘵𝘢́ 𝘣𝘪𝘦𝘯, 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘣𝘪𝘦𝘯... 𝘷𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘢 𝘣𝘢𝘫𝘢𝘳. -𝐝𝐢𝐣𝐨 𝐞𝐥 𝐨𝐟𝐢𝐜𝐢𝐚𝐥 𝐜𝐨𝐧 𝐯𝐨𝐳 𝐬𝐮𝐚𝐯𝐞- ℳ𝘪́𝘳𝘢𝘮𝘦, 𝘮𝘶𝘤𝘩𝘢𝘤𝘩𝘰, 𝘯𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳𝘭𝘰. 𝒱𝘦𝘯, 𝘣𝘢𝘫𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘣𝘰𝘳𝘥𝘦.
ℛhitt seguía de espaldas. 𝐄l agua caía en su rostro, y por primera vez murmuró en voz baja, como si hablara para sí mismo, aunque todos lo oyeron:
-...¿𝗖𝗈́𝗆𝗈 𝗌𝖾 𝗅𝗅𝖾𝗀𝗈 𝖺 𝖾𝗌𝗍𝗈?
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𝐋a alarma sonó a las cinco y media de la mañana.
ℛhitt abrió los ojos con un quejido y se quedó un momento mirando el techo. 𝐒iempre le costaba levantarse, pero al final lo hacía con la idea de que otro día significaba otra oportunidad para hacer algo bueno.
𝐒e desperezó con un bostezo enorme, arrastrando los pies hacia el baño. 𝐒e bañó rápido, se vistió con el uniforme y mochila a la espalda, y bajó a la cocina. Su madre estaba preparando café apenas despierta.
- ¡𝐘𝘢 𝘮𝘦 𝘷𝘰𝘺!
𝐄lla lo miró con una sonrisa cansada.
- 𝐐𝘶𝘦 𝘵𝘦 𝘷𝘢𝘺𝘢 𝘣𝘪𝘦𝘯, 𝘩𝘪𝘫𝘰, 𝘤𝘶𝘪𝘥𝘢𝘵𝘦...♡
ℛhitt levantó la mano en señal de despedida, mordiéndole un pedazo a una manzana antes de salir.
𝐄l camino a la escuela siempre era el mismo: cruzar calles, ver gente medio dormida caminando deprisa, el ruido de los autos y el aire fresco de la mañana. Rhitt caminaba con pasos tranquilos, pensando en qué podría pasar ese día.
"𝗛𝗼𝘆 𝘀𝗲𝗴𝘂𝗿𝗼 𝓓𝗲𝗹𝗹𝗮 𝘁𝗿𝗮𝗲 𝗮𝗹𝗴𝘂́𝗻 𝗰𝗵𝗶𝘀𝗺𝗲... 𝘆 𝗢𝘄𝗲𝗻 𝘀𝗲 𝘃𝗮 𝗮 𝗿𝗲𝗶́𝗿 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲... 𝗢𝗷𝗮𝗹𝗮 𝗻𝗼 𝗺𝗲 𝘁𝗼𝗾𝘂𝗲 𝗽𝗮𝘀𝗮𝗿 𝗮𝗹 𝗽𝗶𝘇𝗮𝗿𝗿𝗼́𝗻... 𝗰𝗼𝗻 𝗲𝘀𝗼 𝘆𝗮 𝘀𝗲𝗿𝗶́𝗮 𝘀𝘂𝗳𝗶𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲, 𝗲𝗹 𝗽𝗿𝗼𝗳𝗲𝘀𝗼𝗿 𝗱𝗲 𝗺𝗮𝘁𝗲𝗺𝗮́𝘁𝗶𝗰𝗮𝘀 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲 𝗯𝘂𝘀𝗰𝗮 𝘂𝗻𝗮 𝗼𝗽𝗼𝗿𝘁𝘂𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗿𝗲𝗴𝗮𝗻̃𝗮𝗿𝗻𝗼𝘀...𝗣𝗲𝗿𝗼 𝗱𝗮 𝗶𝗴𝘂𝗮𝗹."
ℒlegó puntual a clases. 𝐄ra martes, uno de esos días que parecían no tener nada especial.
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𝐄n una mesa al fondo del salón, ℛhitt, 𝒟ella y 𝒪wen trabajaban en una cartulina para la exposición de ciencias.
ℛhitt era el que escribía con marcador negro. 𝐌ientras lo hacía, hablaba animado, contando una historia tonta que había leído en internet la noche anterior.
- 𝐘 𝘦𝘯𝘵𝘰𝘯𝘤𝘦𝘴, 𝘦𝘭 𝘵𝘪𝘱𝘰... ¡𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘰́ 𝘤𝘢𝘺𝘦́𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘳𝘢! -contó entre risas, agitando la mano- ¿𝐒𝘦 𝘪𝘮𝘢𝘨𝘪𝘯𝘢𝘯?
𝐄speró escuchar sus carcajadas.
Pero no.
𝐀l voltear, 𝒟ella y 𝒪wen estaban hablando entre ellos, como si no hubieran escuchado nada.
ℛhitt parpadeó, detuvo el marcador sobre la cartulina y se mordió la mejilla, haciendo un berrinche.
-...¿ℰ𝘯 𝘴𝘦𝘳𝘪𝘰? ¿𝐍𝘰 𝘮𝘦 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘰𝘯?, ¿𝘺𝘢 𝘯𝘰 𝘮𝘦 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘦𝘯?
ꪖmbos lo miraron. Della sonrió con burla ligera.
-𝘑𝘢𝘫𝘢𝘫𝘢, 𝘢𝘺 ℛ𝘩𝘪𝘵𝘵... 𝘴𝘪𝘨𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘤𝘳𝘪𝘣𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰, 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘵𝘶𝘭𝘪𝘯𝘢 𝘯𝘰 𝘴𝘦 𝘷𝘢 𝘢 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳 𝘴𝘰𝘭𝘢, 𝘵𝘦 𝘢𝘺𝘶𝘥𝘢𝘳𝘪𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘮𝘪 𝘭𝘦𝘵𝘳𝘢 𝘦𝘴 𝘩𝘰𝘳𝘳𝘪𝘣𝘭𝘦, 𝘢𝘶𝘯𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴 𝘮𝘢𝘴 𝘩𝘰𝘳𝘳𝘪𝘣𝘭𝘦 𝘭𝘢 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘪𝘮𝘣𝘦́𝘤𝘪𝘭-𝐏𝐫𝐨𝐧𝐮𝐧𝐜𝐢𝐨́ 𝐝𝐚𝐧𝐝𝐨𝐥𝐞 𝐮𝐧𝐚𝐬 𝐩𝐚𝐥𝐦𝐚𝐝𝐢𝐭𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐚𝐥𝐝𝐚 𝐚 𝐎𝐰𝐞𝐧 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐞 𝐜𝐫𝐮𝐳𝐨 𝐝𝐞 𝐛𝐫𝐚𝐳𝐨𝐬.
ℒo dijo en tono de broma. 𝒪wen se cruzo de brazos fingiendo molestia pero luego soltó una risa corta.
ℛhitt intento soportar la risa figiendo que estaba molesto debido a que lo ignorarin, pero no pudo evitar reírse también.
-ℰ𝘴𝘵𝘢́ 𝘣𝘪𝘦𝘯, 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘣𝘪𝘦𝘯... -𝗱𝗶𝗷𝗼 𝘀𝗮𝗰𝘂𝗱𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝗯𝗲𝘇𝗮- 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘦𝘯𝘵𝘰𝘯𝘤𝘦𝘴 𝘶𝘴𝘵𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘴𝘦𝘳𝘢𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘦𝘯 𝘮𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘦𝘹𝘱𝘰𝘴𝘪𝘤𝘪𝘰́𝘯.