Como si fuera Cenicienta

10. Siempre contigo

No tenía ni la menor idea de lo que estaba pasando. Nunca tengo la menor idea de nada. Es demasiado obvio tratándose de ti. Claire desaparecía de un momento a otro. Estaba a punto de creer que era producto de mi imaginación. ¡Vaya imaginación que tienes!

—¿Qué le pasa a esa chica? —dije en voz baja.

—Así es Claire, deberían conocerla. Es una leyenda —me respondió el puto.

—¿Tú la conoces? —un grupo de chicos se abalanzó sobre Jeremy—. ¿Tienes su número?

—¿Quién es ella? ¿Sabes si tiene novio? —oí que otro le preguntaba al puto.

Kyle y yo tuvimos que hacernos a un lado antes de que nuestras vidas corrieran peligro. Está bien, no corríamos peligro pero muchos de ellos llevaban sables de luz. ¡No te metas con un friki y su sable de luz! ¡Nunca!

¿Está bien?

—Oye, Dylan, ¿es tuyo? —escuchamos a Colton que salía de la multitud.

Él sostenía con una mano lo que parecía una cadena. La poca luz del lugar no me permitía ver bien y mi falta de gafas también. 

—No creo que... —paré al ver que la cadena tenía escrito mi nombre, lo tenía grabado sobre una pequeña tabla de surf. La cogí en cuanto me di cuenta de ello. Le di las gracias a mi amigo y fue arrastrado a la pelea de la multitud enardecida.

¿Qué mierda? Solo se fue, no inventes cosas.

Es que suena mejor, no rompas mi momento.

¿Qué momento?

—Nunca la había visto —comentó Zoe apareciendo de la nada—. ¿Es nueva? 

—Eh, la perdí a los doce más o menos —respondí sin pensarlo reduciendo el tono en que hablaba.

Mi mamá me había comprado la cadena en unos de nuestros viajes a California. El día que me quedé sin traje de baño en el mar la perdí. Nunca creí encontrarla de nuevo. Luego de la muerte de mi mamá, lloraba siempre que recordaba que la había extraviado. Era uno de los únicos recuerdos que tenía de ella; más bien, era el objetivo con el que más la recordaba. Además, no sabía mucho de ell, básicamente la conocía de fotos y videos caseros.

—¿La perdiste? —preguntó Kyle.

—Eh, nada. No me hagan caso, estoy algo aturdido por todo. La compré hace unos días —hacer que mis amigos se involucraran en el tema no era una buena opción.

—Habla, ¿qué tiene este collar? —Kyle lo cogió, levantó su brazo y lo alejó lo suficiente de mí—. Te conozco lo suficiente como para saber que estás mintiendo.

#MomentoKylan

—Nada —traté de sonar serio.

Dylan, el actor, mode on. ¿Así se dice?

Yo que sé, pero ya mataste el momento con tu pregunta. ¡Y tú que querías tu momento!

—Lo compré en el centro comercial. Se parece a uno que tenía de pequeño —seguí con la mentira, aunque parte de ella era verdad.

—¿Está bie(eee)n? —el pelirrojo me devolvió el collar todavía sin creerme del todo.

Mis compañeros de curso se me quedaron viendo para que soltara alguna información.

No, yo no iba a decir nada. ¡Ni por nada en el mundo!

¿Y por una pizza?

Bue(eee)no, por una pizza... ¡No! ¡Por nada! Aunque, una pizza... ¡Que no!

—¿Nos vamos? —llegó Jeremy agitado—. Creo que Alex me matará si me sigue viendo.

Todos volteamos a ver al administrador del lugar y tres chicos lo retenían para que no pudiera correr hacia Jeremy. De verdad estaba molesto. Era como si él fuera el toro y el puto, la capa roja. ¿Qué clase de comparación fue esa?

—¿Qué le hiciste? —era Zoe.

—¡Luego les cuento, ahora vámonos! —exclamó Jeremy antes de que Alex se deshiciera de los chicos que lo sostenían y corriera a hacia el puto.

—¡Atrapen a ese hijo de puta! —gritó Alex cuando mi amigo salió de la sala.

Casi todos en la sala salieron a presenciar la pelea. Zoe, Kyle y yo también nos unimos al grupo espectador. Sin embargo, solo logramos ver la huida del puto. Kyle se fue en cuanto su hermano llegó a recogerlo. Me aparté del grupo en cuanto me quedé solo. Entendí que Alex se había molestado porque Jeremy había estado molestando a su novia. ¿Cuándo no el puto estaba molestando? Y, esperen. ¿Cuándo fue que cambiaron de tema? ¿No se suponía que el puto estaba hablando de Claire? Y si ella...

¡Deja de hablar!

Es escribir...

La noche se hizo extensa con la larga caminata de regreso a casa. Estaba agotado, no tenía fuerzas para nada. Solo quería una ducha y dormir como si no hubiera un mañana.

Pero ya era "mañana".

¡Déjame, Fred!

¡Que te chinguen, Dyl!

Al llegar a mi habitación tiré mi casaca sobre la cama y el collar cayó al piso. Fue cuando recordé que lo había recuperado. El asunto de Jeremy me había distraído por un rato o más bien unas horas.




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