Como siempre y como la primera vez

CAP 5

Después del incidente de ayer les hice jurar a los chicos no decirle ni una palabra a mi madre, y así lo hicieron, con muchas quejas pero lo hicieron. Ella se preocuparía demasiado.

Aunque en estos momentos me cuestionaba si no tenía motivos realmente serios para hacerlo.

Pensé que levantarme de un coma de cinco años iba a ser lo más raro en mi vida de ahora en adelante, pero hoy al despertar y verme al espejo noté las puntas de mi cabello decoloradas de un extraño pero llamativo color azul. Primero me asusté, obviamente, y mientras entraba en pánico estuve a punto de gritar, pero la imagen de mi madre casi viviendo en el hospital con la mirada preocupada cada día me dio control, así que decidí montarme una excusa diciendo que me lo pinté durante mi insomnio en la madrugada, mentira que se tragaron pues desde pequeña tenía problemas de sueño, incluso cuando no los había tenido para nada desde que salí del hospital.

Las puntas azules de mi cabello eran más que raras, pero al analizar mis uñas y notar que estaban más oscuras, casi tintadas de un leve azulino, tuve que obligarme a ignorar el susto que me hacía galopar el corazón. Tras colocarme barniz negro en las uñas proseguí con mi rutina sabiendo que era imposible que los demás se enterasen de lo que estaba sucediendo conmigo.

Hoy era sábado, ya habían pasado los quince días que la madre de Mathias me había dado para prepararme e intentar retomar mis estudios, así que los profesores estarían en la escuela para que yo pudiera tomar los exámenes que marcarían mi regreso o exclusión de la escuela.

Mi hermano Thomas, el chofer designado, me llevó al colegio con el auto en un silencio de más tenso. Tras despedirme de él en el aparcamiento ingresé a las instalaciones y me dirigí al aula en la que los profesores me esperaban. Me asomé por la puerta del aula y pude reconocer a mis profesores de primaria y otros más que no conocía, guardé una risa interna notando lo viejos que estaban estos profesores. La madre de Mathias también estaba aquí, en parte por apoyo y en otra parte porque al ser la directora quien exigió este trato especial tenía que hacer acto de presencia.

Después de los pensamientos que compartía conmigo misma toqué la puerta y Nora, la madre de Mathias, dirigió su mirada a mí sonriendo.

—Pasa Atila —sonreí con timidez entrando bajo la mirada de todo el personal docente que me evaluaba de forma incómoda—. Siéntate allí —asentí tras su indicación y obedecí colocándome en el pupitre que señaló tras saludar a los profesores.

Que comiencen los juegos del hambre, cari.

Profesor por profesor me tomaron un examen de 420 preguntas cada uno, con la mayoría de preguntas de respuesta múltiple, aunque engañosas al extremo.

Me advirtieron que sobre las materias de artes y deporte me evaluarían durante la siguiente semana, pues no había forma de medir mi nivel sobre eso con exámenes parciales.

El calor había aumentado con lo que suponía era el sol en lo alto del cielo, era medio día y ya llevaba terminando por lo menos la mitad de los exámenes cuando escuché al profesor de Física Elemental hablar, era un profesor nuevo para mí pues se suponía que era un curso que íbamos a llevar entrando a secundaria.

—Solo le dan este privilegio porque es la noviecita del hijo de la directora, ya la quisiera ver si así no lo fuera —dijo el profesor en un susurro como quien pasa un chisme en la secundaria ya que lo oí claramente, mirándome de nuevo soltó una risa sarcástica.

Levanté la mirada de mi examen y lo miré mal aguantando las ganas de levantarme a darle un paseíto por un coma como el mío.

Hubiera sido interesante.

Mi profesor de matemáticas de primaria, quien me había enseñado toda mi corta vida, quitó los ojos del examen que ya había resuelto para él y lo miró igual o peor de lo que me pude haberlo hecho incluso practicando.

—No es una estudiante básica, tuvo el promedio más alto siempre, siendo la mejor estudiante con honores que ha tenido el colegio desde los ochentas. Hubiera sido un desperdicio y un obstáculo haberla obligado a repetir los años. Además, tú no decides, ella lo demostrará —le respondió mi profesor de primaria y sonreí cuando me descubrió observándolos, al otro lo dejó con la boca cerrada.

Pero era cierto, ahora solo yo podía demostrar si todo valió la pena o solo fueron facilidades al agua.

Terminé los exámenes exhausta y nerviosa casi pasada la hora de almuerzo, por lo que Mathias había llegado desde su casa para esperar conmigo el resultado de todo esto. Me quedaba esperar a que las evaluaciones fuesen revisadas por los profesores y luego por la directora, por si las dudas.

Nora nos envió a la cafetería a almorzar, aunque por los nervios casi no pude tragar bocado. Al volver al área de reunión de los maestros me hicieron esperar fuera del aula, me mantuve sentada con Mathias sosteniéndome una mano mientras a la otra le estaba mordiendo las uñas. Había dejado de hacerlo durante el coma, obviamente, y en ese tiempo mis uñas habían crecido bien haciendo que se corrigieran mis dedos, pero desde que desperté hay veces en que no dejo de morderme las uñas.

La puerta del aula se abrió y fue la misma directora quien me entrego los exámenes con expresión impasible, le arrugué el gesto como cachorrito, pero recibí las pruebas simulando calma lo mejor que podía. Empecé a revisar examen por examen con Mathias husmeando sobre mi hombro.




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