Ella se había limpiado la mano, pero aun así las heridas seguían abiertas y sangre brotaban de ellas, no podía entender como un gato llegaba a hacer algo así, dejó que el resto del día pasara sin importancia, ella quería conocer al gato y lo conoció de la peor manera, entonces ella se empezó a preguntar, “¿a qué se refería cuando dijo que el gato tenía hambre? ¿esa fue la excusa que sacó porque su gato la mordió”, Amel miró a su gato y le acarició las orejas.
—Tú no eres cómo ese gato feo ¿verdad? —ella le habló a su gato y este le respondió con un pequeño y tierno miau.
La noche llegó y Amel ya se encontraba con su pijama puesta cuando se dio cuenta que su gato no estaba donde solía estar, lo buscó por toda su casa y no lo encontró, entonces se asustó, recordó lo que había pasado con la radio y el asesino de gatos, se colocó unos zapatos y cuando fue a abrir la puerta encontró que estaba abierta, un miedo recorrió sus entrañas, la abrió y miró hacia afuera, no había nadie, entonces salió y empezó a llamar a su gatito, pero el gato no estaba por ningún lado, ella desesperada por su única compañía siguió buscando hasta que se fue detrás de las casas donde había un extenso monte, quizás su gato se había metido hasta allá. Empezó a caminar con cuidado de no hacer mucho ruido, entonces a lo lejos escuchó a alguien hablando solo, era una voz masculina.
—… era solo un saco de huesos viviente —la voz masculina se quedó callada.
Ella observó de cerca y vio que era Tamiel, él miró a sus pies y ella siguió su mirada y lo que vio la dejó sin aliento a sus pies había un gato muerto, ella se tapó la boca dispuesta a correr, pero incluso antes de correr sintió una presencia atrás.
—¿Qué estás haciendo? —era la voz de Tamiel.
Ella no se atrevía a mirar hacia atrás entonces, el otro levantó su mirada y pudo ver los ojos naranjas rojizos, una sonrisa cubrió su rostro y entre risas dijo:
—Hermano, tenemos un pequeño espectador —se acercó con lentitud—, di hola.
Murmuró y le clavó un cuchillo en el vientre, ella intentó gritar pero no salía nada, su voz había muerto, cayó de rodillas y a su lado vio su gato, le pareció por un momento que el gato le sonreía.
—Daemo, déjala
Le dijo Tamiel a su hermano, Amel cerró los ojos y se desmayó, ambos hermanos antes de irse despellejaron al gato y se llevaron su carne y entrañas. Tamiel cargó a la chica y se la llevaron a su casa, ella había visto mucho, tenía que deshacerse de ella, entonces la amarró a una silla y la dejó al cuidado de Daemo. Amel sintió su cara húmeda cuando abrió los ojos se encontró con una lengua que la saboreaba con dedicación, ella se retorció.
—¿Tienes hambre? —Daeme le ofreció la carne de gato y se la colocó en la boca, pero ella quitó su cara, era sorprendente que siguiera con vida.
A Daemo le había gustado el sabor de su sangre en el momento que la mordió, entonces agregó satisfecho:
—Nuestro primer encuentro fue emocionante.
Le sonrió mostrando sus filosos dientes gatunos, sus ojos ahora se estaban tornando de un rojo oscuro y le dijo con un todo despreocupado:
—Lamento no haberme presentado correctamente, soy Daemonium.
Una sonrisa enorme cubrió su rostro antes de que abriera sus enormes fauces y le arrancara la cabeza a la joven vecina de su hermano.
La curiosidad mató al gato, en esta ocasión a su dueño.
FIN.
Editado: 27.10.2020