¿Que tal? ¿Cómo están? ¿Ya están cómodos? Si no los espero un momento -miro mi reloj- ¿Ya? Que bueno, porque esto se pondrá interesante.
Como les decía, mi madre me interrumpió me hizo desayunar "tranquila sin tecnología", pero en mi cabeza no dejaba de dar vueltas el recuerdo de ese día donde no solo cambie yo, si no mi vida. Me pase todo el verano buscando en los armarios de todos, esperando encontrar esa ropa que realmente representara un cambio radical, hasta que uno de esos armarios encontré una camisa a cuadros azul con gris (la recuerdo por me quedaba un poco grande), la tome de inmediato, después tome uno de mis pocos pares de jeans, me robe las tijeras les hice algunos agujeros, quería estar lo mejor vestida que pudiera. Me los probé, estaba bien pero le hacían falta algunos toques aunque no sabía bien cuales eran, pero a la mañana siguiente mis padres me llevaron de compras y aproveche para tomar camisas a cuadros de mi talla, camisetas simples en varios colores que combinaran y alguna que otras con estampados, pero al pasar por una tienda de zapatos ahí vi eso que le hacía falta a mi cambio, un par de botas de color tornasol en tonalidades azules, mis padres se extrañaron al ver lo que compraba pero no le dieron mucha importancia; por la tarde después de tener un día con mis padres (cosa que pasaba pocas veces) me llevaron al oftalmológo, a mi cita anual pero entre mi búsqueda por la casa de los abuelos no solo había encontrado la gran camisa a cuadros también unas viejas gafas de pasta de color negro seguro eran de uno de mis abuelos las, tomé y las lleve conmigo ese día. Al médico le dije que deseaba un cambio de gafas por esas, él evitó reír pues como no eran mías me quedaban algo grandes, pero aceptó.
Saliendo de ahí me sentía muy distinta, mis padres trataban de no reír ante mi decisión pero igual me sentía orgullosa de lo mi nuevo yo. Salimos de ahí, al llegar a casa y ver todo el conjunto nuevo me sentía bien, pero a un tenía mis dudas sobre mi actitud (es curioso como se puede ser tan profundo a los 10 años), sabía que tenía que hacer un cambio radical en esta, dejar salir del todo lo que era y no cerrarme en mi. De tanto pensar en esto me quede dormida, por un momento olvide que mi verano acababa esa noche.
A la mañana siguiente mi padre me despertó muy apresurado como siempre diciendo que la puntualidad es la mejor carta de presentación, me levanté, muy segura de lo que hacía hice la rutina mañanear y en eso mis padres me decían que saldrían de viaje que me quedaría en casa de mis abuelos, de hecho mi abuelo vendría por mi para ir al colegio, fue a si como escuche auto y baje de inmediato, amaba que alguno de mis abuelos me llevara a cualquier lado ya que tenían la mejor música y las mejores historias que hacían que cualquier camino fuera corto. Cuando subí al auto no disimulo su sorpresa al ver mi cambio de look, arranco y mientras me contaba una historia sobre cómo era Cuba en sus años de juventud, y cuando menos me di cuenta llegamos al colegio. Realmente quería seguir escuchando pero ya era el tiempo justo para llegar a tiempo, antes de bajar él me dio su sombrero tipo fedora, decía que iba bien con mi atuendo de ese día. Entre al colegio y todo mundo me veía muy extraño, como si la apariencia fuera todo lo que había en mi y en cada persona de ese lugar. Era ridículo, ellos me veían a diario y sabían perfectamente quien era yo, pero de igual manera era la novedad del salón ése día. Fue ahí donde confirme todo lo que pensaba, ellos eran puros reflejos y a si paso un día extraño pero increíble, me sentía liberada, feliz.
Pero bueno demasiado drama y recuerdos, a si que dejemos esto para el próximo capitulo. -Con sonrisa falsa de televisión-
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Editado: 31.10.2019