¡Hola, hola! si regresaste es porque realmente te da curiosidad saber de mi vida, y créeme yo no te voy a dejar con la duda a si que continuemos.
Al bajar del avión poniendo los pies sobre la tierra que nací, di un gran suspiro. Ahí estaba yo, a mis casi 11 años, con mis maletas y un ligero acento andaluz enfrentándose a uno de los retos más grandes, emigrar a un país el cual a penas conocía una.
Después de hacer todos el papeleo y tomar nuestras maletas, nos dirigimos al norte de la cuidad. Todo lo que veía era increíble y nuevo para mi y si algo amo hacer en cada oportunidad que tengo de viajar es ver los paisajes o edificios, me pasé emocionada todo el viaje. Al llegar a nuestro destino me doy cuenta que era un departamento muy acogedor, o al menos a si parecía. Después de tantas horas de viaje tome mis maletas y me dirigí al que sería mi cuarto, caí en la cama sin más y me quede dormida de lo exhausta que estaba.
Pasaron 2 largas semanas donde me tuve que adaptar a un horario distinto, a una cuidad distinta y una vida también muy distinta, pero al pasar ese tiempo no me quedaba más que reintegrarme a una rutina, pero mi reto más grande por sobre todo era volver al colegio. Era la cosa más extraña del mundo ya que en mis 11 años de vida jamás había usado un uniforme, me parecía incomodó y acartonado pero (Y gracias a Dios) aún tenía mis confiables botas, y eso para mí ya era bastante. Fue así como el lunes por la mañana llegue al colegio algo nerviosa, fue fácil llegar a mi salón e hice lo típico, me presenté a la clase y les conté porqué estaba ahí, pero de lo primero que me di cuenta es que les hacia gracia algo, no sé si mi forma de hablar o mi particular y mezclado asentó, pero lo que no faltó fue el típico niño con problemas graves de autoestima que se burlara de mi y me dijera chistes idiotas de gallegos.
En fin, así pasaron más o menos 2 semanas y me sentía muy aislada de todo a pesar de que esa debía de ser mi cultura, me sentía nacida en aguas internacionales, no era de aquí ni de allá y así fue hasta que un día unos 5 chicos se me acercaron (vamos a ponerles los 5 fantásticos) a hablarme de una manera natural, sin morbo y con ganas de ser mis amigos, aparte resulta que teníamos varias cosas en común así que pasamos todo el descanso juntos y hablando de todo y de nada. Dos de ellos eran del mismo salón que yo, y en esa semana y vi como mejoró todo. Cada día me sentía mas a gusto con el cambio, sé bien que sin ellos tal vez le hubiera dado la razón a mi padre y ahora no estaría contándoles mi vida (la verdad no tendría nada de particular sin ellos, y como ésos 5 fantásticos y yo aún nos hablamos, si leen esto ¡Gracias!).
Después de estar casi un mes en México (y después de llegar del colegio un viernes) mi madre estaba más ocupada de lo común, le pregunté qué pasaba y ella contestó que tendríamos una reunión familiar, lo cual era muy común pero lo innovador de esta era que sería con la familia de mi mama la cual había visto muy contadas veces en mi vida, y por supuesto que no a todos porque somos una gran familia por dos partes de mis progenitores. Eso me peonia algo nerviosa pues sabia que mi padre no era un hombre de su agrado, bueno de él y de su familia había aprendido muchas de las cosas que sabía en ése entonces y por éso es que no estaba particularmente feliz de verlos a todos. Fue así como llegó el temido sábado en dónde los conocería a todos, me levantan temprano en contra de mi voluntad mientras mis nervios estaban a flor, me arreglé y ayudé a mi madre. Como aún no lograba ubicarme bien por la cuidad no sabía que tan cerca estaba la casa de mis abuelos pero al tener todo listo me dispuse a subir al auto y descubrirlo. Mi madre comenzó a reír mientras me veía, solo se dio la vuelta y comenzó a caminar. Resulta que dicha casa estaba a tan solo 6 o 7 calles del departamento y antes de entrar a la casa tome un gran bocanada de aire, puse una gran sonrisa, me armé de valor y paciencia e ingresé al departamento. Para mi sorpresa muchas (pero enserio muchas) personas me saludaron de una manera muy cálida, alegre y sincera. Por lo menos comenzábamos bien, probé platillos que mi madre solía hacer pero había algo en su sazón que era similar y distinto al mismo tiempo, supongo que era que todos los ingredientes eran los correctos pues a veces mi madre batallaba para encontrarlos y cocinaba con lo que podía. Pasé un rato muy agradable, conocí mucho de mi cultura y mi historia, todo estaba yendo mu bien hasta que a uno de mis tíos se le ocurrió preguntar dónde estaba mi padre, en ése momento todos voltearon a vernos esperando una respuesta, yo no sabía que decir, pero por suerte mi madre salió al rescate diciendo que él no podía dejar su empleo tan fácilmente y que también tenía familia y amigos allá. Ésa explicación prestó a una discusión bastante acalorada e incomoda, así pasó un buen rato hasta que incluso yo terminé metida en ése problema, porque dijeron que gracias a él yo era consentida y presumida siendo ellos quienes preguntaron qué había hecho de mi vida todos estos años, yo solo conteste. Supongo que era algo que ellos ya pensaban de mi pero por discreción no decían, y fue así como mi tarde perfecta en familia se arruino. En ése momento mi madre me tomó de la mano como si tuviera 4 año y me sacó de ahí bastante enoja. Cuando llegamos a casa se encerró en su cuarto no sé si le dolía que hablaran así de la persona con la decidió pasar una vida y formar una familia o porque tal vez ellos tenían algo de razón en sus palabras.
#9966 en Joven Adulto
#38990 en Novela romántica
aventuras romances, problemas de la vida de un adolecente, amor pasion
Editado: 31.10.2019