BIANCA:
Me encuentro saliendo del Starbucks después de haber mantenido una de las charlas más raras de mi vida. Mi primer destino es dirigirme a casa, pero justo cuando estoy pasando por delante del Parque del Retiro modifico mi decisión. Me dirijo a la estación de metro del Reriro. Me subo al metro de la línea 2, la de cuatro caminos que me dirige a la plaza de el sol para allí coger la línea 3, la de Villaverde alto con destino al Hospital 12 de Octubre. Mientras voy subida en este decido coger mi móvil y enviarle un mensaje a Ciro.
-Querido Ciro, ahora mismo me estoy dirigiendo al hospital para verte. Últimamente siento que es como mi segundo hogar. He perdido ya la cuenta de las horas que he estado dentro de este. Antes me he pasado por el Starbucks en el cual trabajas. He conocido a una de las trabajadoras, a Rosalie. Es una gran chica y te hecha de menos. Aún no sé como me conoció, supongo que será otro de los misterios de la vida. Me manda con un mensaje para tí "Dile a Ciro que más vale que se recupere porque sino seré yo quien lo mate. Dile también que tiene que recuperarse para cumplir con cometido". No se cuál es ese cometido, pero por su forma de decirlo parecía importante.
Finalizado el mensaje le doy a enviar y observo en la pantalla que la siguiente parada ya es la mía. Me bajo del metro y salgo de la estación. Contemplo a lo lejos el hospital, un edificio majestuoso, que en su interior almacena un cúmulo de emociones. Algunas alegres, otras ya no tanto.
El verano en Madrid suele ser caluroso, de hecho hoy era un día bochornoso. Los termómetros marcaban la cifra de 37°, sin embargo yo me siento helada. Camino la poca distancia que separa la estación del hospital con los brazos cruzados sobre mi pecho, como queriendo entrar en calor. La sensación de frío sin embargo no desaparece, sino que se hace más y más fuerte a medida que me acerco a la habitación de Ciro. El frío que siento es el miedo que recorre por mis venas. Miedo a lo que pueda ver o oir.
En la habitación se encuentran sus padres con un móvil en sus manos. Lo reconozco. Se trata del de Ciro. Es imposible no reconocerlo con la carcasa que lleva, una de Harry Potter, en la que aparecen las reliquias de la muerte representadas. Sus padres me indican con un gesto a que pase y me agradecen el hecho de que venga a verlo. Me quedo paralizada en la puerta tan pronto lo veo, sin saber que hacer o como actuar. Una mano sobre mi hombro es la que interrumpe mi trance.
-No llores pequeña. El no habría querido eso-Me dice su madre-Él habría querido verte reír seguramente. Regálale tus sonrisas por favor-No me había percatado de las lágrimas que mojaban mis mejillas hasta su comentario.
-Te vamos ha dejar un rato sóla.-Me comenta su padre. Agradezco su gesto.Antes de salir por la puerta de la habitación su madre se gira y me hace una pregunta. Una pregunta que cambió todo.
-Por cierto conoces a una tal ¿Bianca?. Si es así puedes decirle lo que ha ocurrido. No quiero que piense que mi hijo no acudió a su cita con ella pues se le veía tan ilusionado-Con eso sale de la habitación seguida por su marido.
No podía ser, no era posible. Ciro no podía tratarse de mi admirador secreto. Sin embargo el perfil de mi admirador encajaba a la perfección. Los dos eran amables, amaban Harry Potter, eran morenos y su nombres empezaban por C. La c de la palabra casualidad. Seguramente se trataba de otra Bianca, otra chica que estaba igual de rota que yo.
Me siento al lado de Ciro en donde agarro su mano con cuidado y saco de mi mochila el tercer libro de Harry Potter, el cual empiezo a leer en voz alta. A medida que voy leyendo el deseo de tener un giratiempo en mi poder se incrementa. Veo como los minutos van pasando y como poco a poco mi tiempo con él se va terminando. Guardo el libro en mi mochila con cuidado de no dañarlo y marcando la página en donde me quedé, con la finalidad de retornar a esta al día siguiente. Me he marcado el objetivo de venir a leerle a Ciro cada día hata que se despierte. Antes de salir de la habitación decido enviarle un mensaje.
- Ojalá pudiera retornar al pasado, de esta forma tu accidente nunca habría ocurrido.-Le doy a enviar y un segundo después escucho el bip de la entrada de un mensaje. Sus padres se han dejado su móvil en uno de los sofás. Me cuesta creer que haya permanecido intacto. La curiosidad empieza a invadirme, de la misma forma que el miedo lo hizo con anterioridad. Quiero saber quién se esconde detrás del nombre de Bianca. Esa joven merece saber lo que ha ocurrido, si fuese yo me gustaría saberlo.
Me dirijo al sofá y agarro el móvil entre mis manos. No tiene ninguna contraseña lo que me facilita acceder a el. Entro en su whatssap y observo con incredulidad la última destinataria de uno de sus mensajes. La imagen que se refleja en su pantalla son las conversaciones que mantuve con mi admirador secreto. Ciro era mi admirador. El chico del que llevaba enamorada desde infantil era el que me había salvado, haciendo que volviese a sonreir de nuevo. Ahora era mi turno de salvarlo. Dejo el móvil de nuevo en el sofá y me dirijo junto a Ciro de nuevo.
-Necesito que despiertes para poder decirte que te quiero cara a cara-A continuación deposito mis labios sobre los suyos, que empiezan a humedecerse con mis lágrimas. Ahora todo tenía sentido. Las piezas de mi puzzle por fin encajaban. Comprendía ya por fin el porque no se había presentado mi admirador o porque este me conocía tan bien.