Compañeros Destinados: El Alpha.

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Faltan horas para la graduación y el sueño se me ha ido hace rato, la cama está hecha un nido de pájaros por las vueltas que he dado.

Eso me pasa a mi por dormir hasta tarde.

Mi mente viaja a los momentos que pasé en el instituto sacandome risas y lágrimas por los recuerdos. Es increíble como pasa de rápido el tiempo, no hace mucho 

 unos críos comiendo mocos y ahora somos unos adolescentes hormonados. El cuerpo cambia y los pensamientos maduran, pero los recuerdos no se esfuman sino que se mantienen. 

El yeso no es un impedimento para asistir al acto, el doctor me ha dicho que podré ir sin problemas y que en dos días me lo quitará.

¿Por qué no le pudo mentir a mamá?

Me he negado una y mil veces a llegar al jodido baile, pero Britt y mamá —esta ultima mas insistente — me han convencido como por arte de magia.

Aún me estoy plantando la idea de que mamá me haya embrujado.

Ja.

Por lo menos le convencí de no colocarme el vestido de la familia, y es que si lo uso seria la doble de la novia cadáver.

Aunque ella si tenga una jodida pareja.

Cierro los ojos intentando conciliar el sueño pero me es difícil llegar a el, me giro una vez mas en la cama quedando boca abajo y suspirando con fastidio.

Me estoy apuntando ver Futurama.

Ja.

Escucho algunas cositas chocar con la ventana pero las ignoro, a lo mejor son cocuyitos que quieren suicidarse.

Eh, que nosotros no somos los únicos depresivos.

Esas cositas chocan el vidrio con insistencia pero las sigo ignorando, puede que sea una plaga de esos insectos.

Aprieto los ojos con fuerza a ver si el sueño me llega, y es que ahora no son sólo los cocuyitos sino que también el picheo de una llanta.

Ah no, un concierto para Cassie.

—. Cass —abro los ojos cuando escucho mi nombre en un suave gritillo.

¿Desde cuando los cocuyitos hablan?

—. Cassita linda — el ceño se me arruga al volver a escuchar al cocuyito.

Es extraño escuchar a un animal tan pequeño con una voz tan grave.

¿Pero desde cuándo los cocuyitos hablan?

—. Oh, ahora me aplicarás la ley del hielo —habla una vez mas —. Nena, está empezando a hacer frío. Soy un lobo, no un oso.

Tampoco somos los únicos locos.

Me incorporo al escuchar la palabra lobo, «ese no es un cocuyito» afirmo para mi. Las cositas suenan otra vez en la ventana por lo que me asomo en ella.

Grata es la sorpresa que me llevo al ver que no son cocuyos que golpean el vidrio, son pequeñas piedrecillas lanzadas por Cole.

El chico se queda sin municiones por lo que se agacha y busca mas. Abro la ventana y apoyo los codos en el marco de madera, observando como Cole ilumina el césped con la linterna del móvil para encontrar mas piedrecillas.

Parece ser que encuentra una, ya que se levanta y la lanza sin ver que estoy aquí.

Bonita forma de despertar a alguien.

—. ¡Serás capullo! —me froto la frente fulminándole con la mirada.

Aprieta los labios para no reírse y esto me da impulso de cerrar la ventana pero su voz me interrumpe.

—. Oye, que no te ví —alza las manos con inocencia, plantando una sonrisa en los labios.

Cuando te lance por un balcón, también voy a decir que no te ví.

—. Lo siento, linda —hace un puchero.

Un lo siento no va a arreglar el huevo en mi frente.

—. ¿Qué haces aquí? —ignoro el hecho de que me haya dicho linda.

—. Quería verte —afuera está oscuro, por lo que no puedo verle bien —, esto de ser alpha me ha quitado tiempo de pasarlo contigo.

Ja, y lo arreglas dándome con una piedra.

Aprieto los labios para no sonreír pero me es imposible, y es que el hecho de que haya quitado tiempo de descanso para venir hasta aquí, hace que me olvide un poco del chichón.

Aunque el huevo en mi frente, le valga pollo.

—. Ya me viste, ya te puedes ir —hago el amago de cerrar la ventana pero me vuelve a detener.

Hombre, que me tengo que poner hielo en la frente.

—. Al menos dejame abrazarte —sugiere —. Sé que es algo tarde pero estoy muriendome por no tenerte cerca, Cass.

Bueno, que el huevo puede esperar.

Aunque la mente se niegue a la petición el cuerpo está asintiendo en contra de mi voluntad, no le puedo decir que no a Cole porque me siento atraída hacia él, y el hecho de que seamos compañeros hace mas fuerte la química que emana nuestros seres.

—. Apartate un poco que voy a subir —«¿es qué piensa que soy Rapunzel?»le miro raro. Cole rueda los ojos y se señala —. Soy un licántropo ¿recuerdas?

Si, pero no un pájaro.

Arqueo una ceja.

—. Por si no te has dado cuenta, estoy en el segundo piso —le recuerdo —. Aparte, papá se puede despertar con tus intentos de hombre araña.

Perdón, que lobo araña.




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