Leonardo
Me miro al espejo de la estancia, acomodándome la corbata, no sé por cuánta vez.
-Bizcochito- llama mi madre y la veo a través del espejo -sabes, ¿qué esa corbata no va a cambiar de forma si la sigues moviendo? .
Rodea, colocándose enfrente de mí, quita mis manos del nudo y lo vuelve hacer.
-Listo mi bizcochito hermoso, parece un príncipe- menciona alisando mi camisa y tomándome de ambas mejillas.
-¡Mamá!- exclamo tratando de apartarme de sus manos.
-Ahh, pero si sabes que eres mi bizcochito hermoso- menciona con un puchero, lo que me hace sonreír.
-Sí mama, soy tu bizcochito- confirmo rodando los ojos.
-Bueno, entonces vamos que antes de que te vayas, te daré algo, para que amanses a esa fiera-
-¿Y es que ahora vas a domar fieras de traje y corbata?- pregunta en tono burlón mi padre.
-No- respondo sentándome en una de las sillas de la isla de la cocina -es sólo que…-
-Va a conocer a sus suegros- me interrumpe emocionada mamá. Papá me mira arqueando una ceja.
-Así que… ¿va todo muy serio eh?- palmea mi espalda -sí, realmente te gusta esta chica, ve como todo un Williams y gánate a esa familia-
-¿Y si no lo consigo?, quiero decir, Cami me gusta, realmente me gusta, pero tengo algo de mi…- no termine la frase para no parece tan cobarde, pero Gerardo no me da miedo, me da terror -respeto, si respeto por su papá-
-No te preocupes mi amor- mamá me entrega un envase muy grande de hecho -cuando veas que todo se torna difícil, entrégale esto y le dices a ese cascarrabias que lo he hecho yo- me guiña un ojo y Papa que esta, tomando una taza de café ladea su cabeza pensativo.
-Gracias mamá, pero tu crees que con -destapo el envase y el increíble olor del chocolate y la mantequilla de maní inunda la cocina -mmmm brownies-
Mi papá intenta tomar uno, pero mamá es más rápida y golpea su mano haciendo que se retire.
-Eso no son tuyos, son de mi bizcochito, para domar a la fiera- papá y yo miramos extrañados a mamá, porque es lo único que sabe decir, aunque fiera se queda corto.
-A ver, pero cual es el escándalo, Leonardo, va a conocer a los padres de su novia, cosa que no es primera vez que hace, haces de tus deliciosos brownies especiales y para colmo me impides comerlo, no entiendo- Papá indaga mirando seriamente a mamá.
-Bizcochito- llama con una sonrisa -puedes decirle a tu papá como se llama tu novia-
-Camila, se llama Camila-
-Bien y puedes decirle su apellido o no mejor como su llaman sus padres- miro a Papá buscando una respuesta ante esa solicitud, niega moviendo su cabeza y tomando nuevamente su taza con café.
-Camila Mendoza y su padre se llama Gerardo…- no termino de hablar, por el sonido de la taza de papá al romperse contra el piso.
Miro a papá que se ha quedado con la mano en alto sosteniendo a una taza imaginaria, mamá también lo mira, pero esta ¿sonriendo?, rodeo la isla y cuando voy a tocarlo, estalla en una sonora carcajada, que es secundado por mamá.
“¿Será qué Gerardo tiene poderes psíquicos y sabe que estábamos hablando de él y lanzo una maldición?” me pregunto a mi mismo a ver que han pasado cinco minutos y ellos continúan riendo e incluso papá se esta llorando. No definitivamente esto no es normal.
-Olivia, ¡Por Dios el karma existe!- papá continúa riendo y estoy tentado en llamar a Joan, para que le haga un exorcismo online.
-Hijo, hijo- me llama entre risas -llévate todos esos brownies, lo vas a necesitar, jajajaja, como desearía poder estar ahí cuando te vea la cara jajajaja-
Papá, se aclara la garganta y trata de colocarse lo más serio posible.
-Leo, si quieres puedo darte el anillo de tu madre, a ella no le molestaría- gira a mirarla y hace intento de quitarse el anillo de compromiso.
-Wow, wow- me separo levantando ambas manos, deteniendo esta locura -esperen, esperen, no sé si esos brownies esta condimentados de manera especial, o ya tiene problema de senectud, pero si estoy diciendo que voy a conocer a sus papás no a pedirle matrimonio, Dios, soy muy joven para el compromiso-
-Leonardo- dicen al unísono.
-Yo a tu edad, ya estaba casado y tu estabas en el vientre de tu madre, así que de joven no tienes ni el carnet de conducir, así que… ve a esa casa, si puede te casas mañana- papá estalla nuevamente en risa.
-A ver Bizcochito- mamá me abraza, pero me aprisiona muy fuerte -me vuelves a decir vieja y hablo con Henry, para que te envíe, como asesor legal en la sucursal de su hotel en Tailandia, ¿estamos claros?- susurra de manera amenazante. Trago grueso separándome y afirmando con la cabeza.
-Así me gusta, ahora toma esos brownies y a conocer a tus suegros- menciona sonriente.
-Oli ¿te imaginas como serán nuestros nietos?- ambos se miran y vuelven a reír, ruedo los ojos tomando el envase y saliendo de la casa.
Mientras conduzco, me siento más nervioso, faltando una cuadra para llegar, detengo el auto y hago una videollamada a Mateo.
-Leo- contesta y lo veo que eleva la mirada como buscando algo.
-Hermano, ¿llamo en mal momento?-
-Oh, no, para nada es sólo que… olvídalo, más el que parece en mal momento eres tú, ¿estás sudando?-
-Mateo, estoy que me muero, estoy llegando a casa de los papás de Camila y no sé que hacer, siento que las piernas me tiemblan… y sí, cuando llegue se me olvido mi nombre u olvido el nombre de ellos- gimoteo angustiado.
-Leo, vamos, ¿qué puede salir mal?- observo nuevamente como mira buscando algo -Eres Leonardo Williams, el mejor partido para la hija hasta del Presidente, así que…-
Mateo aparte el teléfono de su rostro y comienza a caminar de manera acelerada.
-Mira Leo y llego quien faltaba, Paul- “aquí paso algo, pero no pienso indagar” digo a mi mismo, al notar el tono sarcástico de Mateo.
-Hey Hola Leo- saluda Paul quien es arrastrado por Mateo -Mucho éxito hoy en tu presentación en sociedad, digo en tu presentación con los padres de Camila- dice, pero su risa lo delata, “burlándose, ya quisiera yo verte cuando le digas a Mateo de tu relación con Amanda”.